viernes, 29 de noviembre de 2013

NAVEGACIONES-NOVIEMBRE-29-11-13

EL VIOLÍN DE MÁXIMO

AUTOR: RODRIGO NÚÑEZ CARVALLO

1.-VAMOS A VER A MÁXIMO DAMIÁN, me dijo Lucy aquella noche de fiestas patrias, me he citado con él en El Agustino. Atravesamos toda la ciudad en el taunus verde de mi amiga y perdimos la brújula llegando al hospital de Bravo Chico. Era una noche cerrada y mortecina. Las calles polvorientas no llevaban a ninguna parte, los pocos postes apenas si alumbraban. Se me volteó el burro, exclamó Lucy ente risas y nervios. ¿Y ahora qué hacemos? La verdad es que no sé dónde estamos, repliqué. Yo tampoco. Pero felizmente mi amiga tenía un fino oído. Sacó media cabeza por la ventana justo cuando la garúa era sacudida por el rumor lejano de un violín.


Por allá, dijo Lucy señalando con el dedo el infinito,  y comenzamos a seguir las vibraciones de las cuerdas hasta dar finalmente con el centro social Andamarca donde una fiesta se extinguía. ¿Y Máximo? Máximo estaba exultante en una esquina tocando como un alucinado. La gente no se terminaba de ir para escucharlo. Al vernos interrumpió el huayno y guardó el instrumento en su estuche negro. Vamos pues a seguir tocando, nos dijo con su divina humildad y se subió al carro. En el camino comenzó a interpretar El carnaval de Tambobamba. Esta canción cómo le gustaba al señor José María, sentenció. Volvió a empuñar el violín y lo apoyó entre el cuello y el mentón.


Al rato Máximo interrumpió la canción. Yo comencé a tocar bien chiquillo, así viendo nomás he aprendido de mi papá. Me sentaba a su lado en las fiestas y veía cómo colocaba el arco y pulseaba las cuerdas con los dedos. Pero no me lo emprestaba. El violín solo sirve para borracherías, me decía. Pucha, que la tentación era grande. A veces me lo robaba y me iba por los campos en lugar de ir a la escuela. Yo tocaba nomás, escuchaba las cascadas, las voces de los pajaritos, los riachuelos cuando bajan entre piedras, los moscardones, del viento su sonido cuando va a venir la lluvia o el granizo. Tocaba de oído y de ver. Otras veces me escondía en el corral de los chanchos y ellos se ponían contentos con mi música. Un día mi papá se enfermó para la celebración de San Isidro Labrador. No hay fiesta entonces en San Diego de Ishua, dijeron todos apenados en el pueblo. Yo voy, papá. Que vas a ir si no sabes tocar. Fui corriendo y saqué su violín que colgaba en la pared. En su cuarto toqué y mi padre se puso a llorar. Vas a ir a tocar pero me traerás el dinero, me dijo. Desde ese día me llamaban para ir a todos los pueblos. Hasta Chipao he llegado. Nadie creía que un chico de apenas doce años dominara el violín. Tocando y tocando me amanecía.

 El ruido de los cláxones de los carros se confundía con los agudos del violín  en una sinfonía atronadora, perfecta, un contrapunto de cordillera y motor, como si el arco atravesará el metal y se fundiera en un solo acorde con la puna. Máximo Damián siguió arremetiendo el arco de crines contra las cuerdas de tripa. En la puerta de mi casa nos esperaban Mirella y un grupo de otros amigos. ¿Y dónde es la juerga, preguntaron? Yo iba a ofrecer mi casa pero Mirella me ganó por puesta de mano. Vamos al restaurante de mi vieja, invitó. Allí podemos seguirla. Nos subimos todos al viejo taunus y llegamos justo cuando la mamá y el mozo cerraban La Pinta. Esperamos que las sombras se esfumaran y Mirella abrió subrepticiamente los candados. Luego, empujó la portezuela metálica y prendió la llave de luces. Música maestro, pidió Lucy. Máximo comenzó a tocar pero el sonido quedó suspendido. ¿Todo es gratis nomás, señorita Mirella? preguntó con picardía al ver el bar tapizado de finos licores. Claro, Máximo. Sírvete lo que quieras. Máximo miraba con deleite la estantería detrás de la barra. Tomó un vaso y se sirvió un whiski en las rocas.

Toda la maquinaria del restaurante se echó a andar. Los pollos se revolvían en los hornos circulares, la cerveza salía helada y espumosa de los barriles, y las freidoras crepitaban con la humedad de las papas. Máximo, tócate música de los danzantes de tijeras, pidió Lucy que estaba haciendo su tesis de antropología. Pero de noche solamente se puede tocar en tono menor, advirtió el violinista. Es costumbre esa. Cuéntame Máximo ¿Qué te decía Arguedas de la danza de tijeras, del atipanacuy? Originalmente era baile de pastores, que le dedicaban ofrenda a los cerros wamanis para hacer crecer sus rebaños. Tusuq layqa llamaban a los bailarines principales que se comunicaban con los espíritus de la montaña, con los apus y las huacas. Señor Arguedas había investigado. Pero cuando llegaron los españoles dijeron que esa música era propia de diablos, de supaypawawan. Desde entonces los llamaban a los bailarines supay huapasi tusak: el danzante en la casa del diablo. Espérame, Máximo. Lucy hizo el ademán de sacar algo de su cartera y prendió su grabadora. Sigue hablando, por favor.

El señor Arguedas me ha contado también que antiguamente no se usaba arpa ni violín sino pinkuyo, tinya, raurara que es como trompeta, y la saqsaqa que es una sonaja de calabaza. También se utilizaba el kawka, que parecía violín pero tenía una sola cuerda. Dicen que los músicos del Ande se encantaron cuando vieron los violines y arpas de los españoles. Más notas y melodías se podía sacar. A su propia música le añadieron leves ritmos de contradanza, de minuet y de jota. Incluso Arguedas me hizo oír discos. Algo de parecido tienen.

2.-LA SONADA DE LAS TIJERAS


Un día se me escaparon los ganados por tocar el violín y se comieron toda la chacra de mis vecinos. Denuncia me han puesto entonces,  y mi mamá molesta andaba. Por tu culpa nos van a meter a la cárcel, me decía. Escápate mejor Máximo, me pidió mi papá. Ándate con tu tío a Lima. Dos días caminamos hasta Puquio y de allí fuimos en camión hasta Nazca. Era verano. Calor hacía y yo con pantalón de lana y poncho, sudando, sudando he visto el mar por primera vez.


Al principio no me gustaba la capital. Extrañaba a mis hermanos, a mi mamá, a mis animalitos, la choza de piedra que me hice para cuidar mi ganado y tocar el violín. Más triste me puse cuando mi tío me dejó en una casa desconocida y se fue. Cómo he llorado, con pena andaba. Felizmente buena gente me tocó mi patrón. Habla, me decía, me gusta cómo hablas tu quechua. No sabía casi castellano. Su mujer sí que era bien bruja. Me rezondraba con rabia porque decía que todo lo hacía mal. Lavaba la ropa en el wáter, hacía pichi en la ducha. Que culpa voy a tener si no había visto nunca baño.


Poco a poco conocí otros paisanos. Con ellos salíamos los domingos, a pasear y conocer. Un día caminando por la plaza Bolognesi vi que vendían un violín. Me quedé mirándolo rato largo. A la semana siguiente me empresté plata para comprarlo y así jugando nomas he sorprendido a mis paisanos. Tocas regular me dijeron ellos. Deberías ir al coliseo nacional de El Porvenir, allí en avenida 28 de julio. Practiqué toda la semana hasta tarde. Qué músicas tan raras, dijo mi patrona. Tú que vas a saber cómo se toca el violín en mi tierra. El domingo siguiente me fui al Coliseo, me puse en la cola de los artistas y esperé. Así nervioso me presenté pero me ha recibido bien la gente.


Cuando terminé se me acercó un señor y me pidió mi dirección. Al día siguiente, lunes era, se apareció otro señor en la entrada del corralón donde yo vivía. Los chiquillos fueron a llamarme a mi puerta: Te busca un señor blancón y con bigote. Quién será pues, dije, cuando salí a la calle. El señor me saludó en quechua. ¿Iman sutiki, papay? le pregunté. Me llamo José María Arguedas, y me dedico a la antropología y a escribir libros. Ven conmigo, trae tu violín. Vamos que te voy a hacer presentación en público. Ese mismo día me llevo a un mercado artesanal en el centro de Lima. Desde allí siempre me buscaba para ir a fiestas costumbristas. Así pasando el tiempo un día me dijo: Desde hoy vamos a ser amigos.  De acuerdo, dije, somos como familia. Por eso buenos amigos hemos sido, bien nos hemos querido. Hasta he llevado a mi papá y mi mamá a su casa cuando me invitaba a almorzar.


3.- PATARA O PASTA.

Mirella no terminaba de atendernos. Salían más pollos a la brasa y los vasos se llenaban prontamente. Máximo comía y tomaba y luego regresaba a su violín. Por momentos parecía pensar y recordar. Un día el señor José María me dijo: “Acompáñame, Máximo. Tú debes saber del atipanakuy, de los danzantes de tijeras, de los tusuq laykas, de los supay huapasi tusak. Tú debes conocer a ellos y los sitios donde todavía se conserva esa danza”. Algunos conozco pues. De niño he acompañado a varios danzantes de tijera. Ellos bailaban a escondidas cerca a la laguna de Sapancocha.


Fuimos entonces para el Yacu Raymi, para la fiesta del agua en Puquio. Como quince días estuvimos por allá. En el ómnibus cuando íbamos el doctor Arguedas así con tristeza miraba por la ventana. ¿Por qué tan contrariado estás? le pregunté cuando llegamos al hotel de Puquio. “Te cuento en secreto, Máximo. Me he enamorado de una maestra”. ¿Y tu señora? “No sabe nada pero voy a tener que decirle. Pobre Celia, después de lo buena que ha sido y de todo lo que me ha ayudado. Desde hace un año invento visitas de campo y me quedo semanas enteras en el Valle del Mantaro. Vilma Ponce se llama, vive cerca de Concepción”. ¿Y la quieres? “No sé bien, pero me siento bien con ella. He vuelto a ser joven y con fuerzas y mi enfermedad nerviosa ha desaparecido. Estoy terminando una nueva novela que había abandonado hace tiempo y ya no sufro insomnio”. Luego sorprendido me he quedado. “Creo que voy a ser papá”, anunció de repente. En la cantina de Puquio hemos celebrado. Por su hijo y por su novela Los ríos profundos que estaba terminando. 

En Puquio nos encontramos con los preparativos del Sequía Tusuy, que en verdad esAcequia Tusuy, me explicó Señor Arguedas. Así llaman en ese pueblo a la fiesta del agua, al Yacu Raymi. En esos momentos los danzantes y músicos visitaban las casas de loscargontes o mayordomos y luego se reunían en las esquinas en pequeñas competencias de destreza que llaman atipanakuy. Las calles ya estaban llenas de comparsas. Losllamichus que visten con piel de llama alegraban a la multitud con burlas y chistes y cuidaban la fiesta para evitar desmanes. Los nakaj o negritos, símbolo de los españoles eran objeto de abucheos y de insultos.

Arguedas conversaba en quechua con la gente, como si uno más fuera. Sencillo era. Con modestia iba preguntando quién era el hombre más sabio de todos los ayllus de Puquio. Don Mateo Garriazo, le dijo un cargonte. Vamos a buscarlo, me pidió Arguedas. Con él se hizo invitar a la bendición de la acequia principal, y a la peregrinación de los aukis o ancianos al nevado Pedro Orqo, el dios protector de los ayllus de Puquio.

Con los aukis fuimos a traer el agua nueva y hacer el pagapu al Pedro Orqo. Allí hemos dormido en la cumbre abrazados a una gran piedra y solo envueltos con nuestros ponchos. Aquella vez sacrificaron una llama y regaron los campos con su sangre y la arrojaron a los puquios y canales. En su descenso los aukis limpiaron los acueductos e hicieron rituales secretos. Señor José María iba cantando y tomando con don Mateo Garriazo, conversando, de igual a igual.

En el hotel de Puquio señor José Maria me ha pedido que lo ayude a cargar una maleta. Pucha que pesaba, y la hemos trasladado hasta el barrio de Chaupi. Luego sacó de la maleta un maquina rara. Es una grabadora de cinta, aseguró. Magia parecía la voz que se metía en ese aparato y luego salía igualita. Le haré una entrevista en quechua a don Mateo Garriazo.


Diosninchikqa separawmi, dice Mateo Garriazo. Nuestro dios (el católico) es separado. El es el primer Dios, está por encima de todos los demás. Don Mateo se quita el sombrero cada vez que pronuncia su nombre. ¿Y el wamani, el cerro es dios? Los wamanis fueron creados por Inkarri, que es nuestro segundo dios. ¿El inkarri vive aún? A él lo han enterrado en el Cusco, dicen. Desde la cabeza está creciendo hacia adentro: dicen que están creciendo hacia los pies. ¿Entonces volverá Inkarri? Sí, cuando se complete su cuerpo. No ha regresado hasta ahora. Ha de volver seguro si Dios da su consentimiento. Pero no sabemos si él ha de convenir en que vuelva.


No nos hemos podido quedar para el atipanakuy de Puquio porque en Andamarca me han contratado como violinista y como fiestas son casi al mismo tiempo hemos partido rápido. Difícil fue transportarnos. Solo conseguimos pasaje en el techo de un camioncito llamado Picaflor Andino, todavía me acuerdo. Atrás dejamos Puquio y la laguna de Yaurihuiri. Allí en el techo del camión señor José María picchaba hoja de coca y andaba pensativo. La brisa de la tarde congelaba. ¿En qué piensas, amigo? En todo lo que nos ha contado don Mateo Garriazo. Es un mito bien importante ese de Inkarrí, aseguró. Hace pocos meses la expedición que fue a la comunidad de Q’ero en Cusco, recogió este mismo relato. Pero este de Puquio está menos contaminado por la mitología inca. Además Puquio y Cusco se encuentran a más de quinientos kilómetros de distancia, por lo que podemos afirmar que la creencia en Inkarrí estuvo muy extendida en todo el mundo quechua.

Inkarrí ha de volver, se repetía. Iba pescando ideas con el viento. Todo el viaje apuntaba en una libretita para no olvidarse. Yo he tocado todo el tiempo mi violín mirando a lo lejos el volcán Qarhuarazo y he recordado viejas melodías. Bien borracho acabé. Despierta Máximo, ya estamos entrando al valle del Sondondo. La gente natural iba a la fiesta delYarja Aspiy por el camino de acémilas. Justo llegamos al Torre bajay de Andamarca. Allí me puse a tocar. Los danzantes se lanzaban de cuerdas desde la torre de la iglesia, hasta un enorme eucalipto y hacían equilibrismo. Pero nunca nadie se ha caído. Saben su oficio.

El pueblo quechua tiene energía que brota de su arte, de su música, de su poesía. No debemos perder eso. Las notas de tu violín son el llamado de los wamanis para restituir aInkarrí en su trono. Por eso Inkarrí volverá, me fue comentando mientras caminábamos por las quebradas hacia Cabana Sur. Ningún carro cruzaba por allí ni había carretera. Luego hemos llegado a Aucará con los pies heridos. Allí en esa casa nació Guamán Poma Ayala, me señaló doctor Arguedas. ¿Y quién es ese señor? le pregunté yo bien ingenuo. Él fue el primer escritor y dibujante indio de principios de la colonia.  Después en su casa de Lima me ha enseñado un libro lleno de dibujos que es como una carta al rey de España contando el sufrimiento de los indios. Todo eso me ha explicado. Allí me enseñó el dibujo de un danzante, como si fuera diablo. Desde entonces los danzaq solo han bailado en secreto.

Luego hemos subido hasta mi pueblo de San Diego de Ishua donde mi papá y mi mamá se han sorprendido. Qué haces acá con el señor José María, me han dicho. Acá no hay lujo, ni camas buenas, ni ricos platos. Solo hay hospitalidad, le dijo mi madre en quechua cuando le servía un tinke, una humeante sopa de papa y queso.

Una noche antes de regresar a Puquio le dije a señor Arguedas: vamos a Sapancocha, a hacer bendecir mi violín en la laguna. Hasta allí llegamos. Lo dejé durmiendo toda una noche en sus orillas para que el espíritu de las aguas le hiciera los sonidos más cristalinos.

4.- CASCABEL

Como no me gustaba trabajar de doméstico me he cambiado y he entrado a una empresa textil pero no me pagaban bien. Llevando telas estaba todo el día, me dolía la espalda de tanto cargar rollos. Ya no tenía fuerzas para tocar el violín cuando llegaba a mi cuarto en la noche. También he renunciado. De un trabajo a otro he ido saltando. Incluso señor José María me ha llevado un día a la radio, casi de madrugada. Tocaba, me conocían, pero también poca paga daban. A veces el señor Arguedas me metía plata al bolsillo. Seguro yo tenía cara de hambre…

Un día he ido a buscarlo al Museo de la Cultura, que quedaba por Alfonso Ugarte. Sí, ese que parece huaca grande pero es de cemento. Nada más llegar me ha dicho para tomar unas cervezas. Allí me contó que le habían llegado cartas anónimas a su casa. Sacó un papel de su bolsillo y me enseñó. “Ese hijo no es tuyo señor”, leyó en un papel. “La Vilma Ponce tiene otro marido”. Arguedas tomó el vaso de cerveza que le ofrecí y le corrieron llantos. Tomando y tomando hemos terminado en una cantina de por la Parada. El cantaba y gemía con su guitarra y yo con violín y lágrimas he acompañado. No sabía que decirle. De quien será el hijo, pues….


Era tarde, vamos a burdel me ha dicho, yo conozco. Así borracho me ha llevado a una casa de putas por el jirón San Pablo, donde ha escogido una morena y se ha encerrado a dormir con ella. Yo de sueño andaba y me he ido. Me he quedado con preocupación. Al día siguiente lo llame por teléfono público. Estaba más tranquilo. Vente a almorzar al museo, me dijo. Te quiero presentar al doctor Josafat Roel. Así que fui. Con él me ha llevado a comer a la Buenamuerte por los Barrios Altos. “Como sabrás Máximo, mi amigo Josafat descubrió en el Cusco la primera versión del mito de Inkarri. Él fue el que entrevistó al informante de Q’ero. Pero Oscar Núñez del Prado que era el jefe de la expedición se ha apropiado de su descubrimiento. Eso no importa, dijo con humildad el doctor Roel. Yo me contento con que el mito no se pierda. Todos conocen cómo es Oscar Núñez del Prado, adujo el doctor Arguedas. “Es hablador y jactancioso. El quiere figuración nada más, y ya sabemos quién lo auspició: el diario La Prensa que solo quiere vender más presumiendo de un falso nacionalismo. Por eso el doctor Rowe quitó a última hora el auspicio de la universidad de Berkeley”. Aprovechador había sido el tal Núñez del Prado.


Después de almorzar volvimos al museo y el señor Jose María le hizo escuchar la grabación. Sí, es el mismo mito, dijo Roel sorprendido. “Inkarrí regresará y juntará su cabeza con sus pies”. A los pocos meses doctor Arguedas y Roel volvieron a Puquio y obtuvieron otras dos versiones del mito de Inkarrí.


Cuando me despedía le pregunté cómo iba del corazón: “Tengo que olvidar a la Vilma. Muy ingenuo he sido. Felizmente tengo a mi señora Celia Bustamante que me ama incondicionalmente. No importa que ya no haya sexo. Siempre tendré su amistad y su compañía”…


Mirella lo miraba hechizada. Mañana mismo me consigo un violín y me enseñas, maestro. Dificil es tocar, notas se sacan al tacto. Yo no sé leer pentagrama pero cualquier melodía puedo sacar de oído. Qué vas a tener paciencia para aprender.


Lucy tomó unas tijeras de la cocina y comenzó a imitar el ritmo de los danzaq. La tijera hembra y la tijera macho repiqueteaban con un sonido alternado, una perseguía el compás de la otra. Pero Máximo mostro cierta reprobación frunciendo el seño: Mujeres no bailan, trae mala suerte. No dances Lucy, eso es cosa de hombres nomás. Dicen que los dioses de la montaña se las llevan para hacerlas sus concubinas, y ya no las regresan. Ay Máximo. Esas son supercherías. Lucy agitó su cabeza cubierta por un gorro de cocina a modo de montera y se puso a bailar en un endiablado frenesí. Simulaba con mucha gracia los pasos menudos y fugaces de los danzantes de tijeras, su andar de puntas. Luego se elevó sobre los tobillos verticales y dio un salto, con las rodillas un tanto flexionadas. Al momento Mirella la siguió y comenzó a imitarla. Alguien encendió velas y se apagaron las luces. Del suelo parecía despertar un fuego entre los pies de las danzantes. Todos aplaudimos. Mirella y Lucy se rieron nerviosas. Estaban tentando al destino.


Ya es la hora del wallpa wajay dijo Máximo, la hora en que canta el gallo. Miré el reloj y eran las tres de la mañana. Nuestro violinista se entregó a una desenfrenada sucesión de sutiles golpes de arco que marcaban el ritmo con raras tonalidades. A los trinos se sucedían extraños stacattos.  

5.- CARAMUZA SIN SOMBRERO

Tiempo después doctor Arguedas ha sido nombrado director de Casa de la Cultura. Buena política ha hecho y no se le han subido los humos. Igual de sencillo ha seguido. Recibía a los artistas, conversaba con nosotros, nos preguntaba qué necesitábamos. Él nos ha dado carnet a todos los músicos del folklore, previa calificación. El mismo señor Roel y un muchacho antropólogo, Hernando Núñez, nos ha entrevistado. Nos reconoció pues. Por eso todos los músicos lo recordamos con cariño al doctor Arguedas. Otro nivel nos ha puesto. Somos artistas de la nación. Pero igual pobres seguimos. Un día fui y le dije: No sé qué hacer, amigo. Enamorado estoy de una chiquilla de mi barrio que canta lindo huayno. Isabel Asto se llama. Pero sin plata en el bolsillo no hay amor, pues. A la semana me mandó llamar. Cuando fui a su oficina tomó el teléfono y habló con un señor. Tengo aquí al mejor violinista de este país, que necesita un trabajo. Tú sabes, la vida del artista es muy difícil. El señor Seminario me citó al día siguiente. Me ha puesto de conserje primero y después ascensorista en el Banco Hipotecario. Bien agradecido me he quedado.


Por aquella época tayta Arguedas viajaba mucho. A Chile siempre se iba. Allí debe haber señoras hermosas, para que vayas tanto, le dije. Sí, me replicó, “he conocido dos mujeres, pero ahora estoy en un dilema, no sé con cuál quedarme. Una es de plata y alta posición, Beatriz se llama. Ella me atiende, me invita, me trata como un rey, pero siento que me quiere tener como si yo fuera un animalito silvestre para mostrar. Pero hace poco conocí en la casa del poeta Pablo Neruda, que se llama la Chascona, a una linda muchacha. Se llama Sybila y tiene 29 años. Para impresionarla tomé una guitarra y canté El carnaval de Tambobamba. Después de cantar me dijo que yo era triste y patético. La verdad es que me gustaron sus palabras, triste y patético”. Arguedas se rió enseñando todos los dientes. “Desde entonces estamos saliendo. Dice que vendrá pronto a Lima. Te la presentaré, Máximo. Es muy simpática”.

Un día en Brisas del Titicaca hemos ido a ver un espectáculo y trayendo me regaló su última novela: Todas las sangres. Era un libro grande, yo he leído por partes nomás porque aprendí tarde el castellano. Feliz debes andar, le dije cuando me firmó el libro. No, no creas, me contestó. “Ni los escritores, ni los antropólogos me comprenden. Un señor llamado Favre me ha dicho que el Perú ya no es como yo lo muestro. Que lo mío es una idealización de los indios… Todos me critican. No sirvo ni como escritor, ni como antropólogo, ni como marido, ni como nada, me dijo. No me llevo bien con mi nueva señora. Sibila es muy joven. Qué me va a querer. Siento que soy un lastre para ella. Ella podría ser más feliz sin mí, con hombres de su edad”.


Al poco tiempo se tomó pastillas en el Museo de Historia de Magdalena. Pero un guachimán lo encontró desmayado en su oficina y lo llevó al hospital. Señor Arguedas se había olvidado de apagar la luz del baño. Seconal dicen ha tomado, con lo mismo que se mató también Marylin Monroe. “No sirvo ni para suicidarme”, me confesó cuando lo fui a visitar en el hospital del Empleado. “Tengo una angustia en el alma que ya no me deja vivir”…


6.- LA AGONÍA O DESPEDIDA FINAL

Por el año 68 me escribió desde La Habana. “Estoy aquí invitado por Casa de las Américas, como jurado de un premio, pero no me siento bien. Percibo que los escritores que hay en esta reunión creen que mi literatura es provinciana porque hablo de danzantes de tijeras, y no de intelectuales en París. Ese Cortázar me ha hecho daño. Hace tres meses que ya no escribo. No sé para qué lo hago, la verdad. Quizás necesitaba una ilusión para seguir viviendo y se me han cortado las alas”.


Qué pena que no hay arpa. Arpa y violín se comprenden bien. El arpa da el ritmo y encima se monta el violín. Máximo tomó su instrumento y ceremoniosamente anunció: Este tema lo compuse yo por propio pedido del señor Arguedas. Él siempre me dijo ponle música a mi cuento La agonía de Rasu-Ñiti. Así que yo me hice leer su cuento varias veces y día tras día fui componiendo algo que yo sentía acá en mi pecho imaginando la muerte de undanzaq. Señor Arguedas era un danzante de las ideas. El tenía la luz del conocimiento que venía de los cerros wamanis y a través de él nuestros dioses se expresaban para no dejar morir el quechua, la música, los bailes, la artesanía, los cuentos y leyendas. También mi amigo Arguedas me contó que de niño había visto la muerte de un danzaq y que lo impresionó mucho ver su despedida al más allá. Eso fue en Lucanas cerca de la hacienda Viseca. Pero en su cuento ha cambiado nombres de danzantes, de violinista, de arpista. Seguro el Lurucha de La agonía era don Mariano el arpista. Y el gran Untu dio vida aRasu-Ñiti, el que pisa la nieve. No quería que se pelearan los músicos de Lucanas por envidias. Voy a tocar ahora la agonía del danzante, la agonía de Rasu-Ñiti:


Una noche yo estaba tocando con doctor Arguedas en su casa de Chosica. Había un patio grande con jardín y allí nos sentamos a conversar mientras la señora Sybila preparaba la comida. En aquella oportunidad mi amigo estaba alegre, contaba chistes, reía, pero de pronto cambió su ánimo: Fuego salía de sus palabras: “Siento que mi vida ha sido en vano”, me dijo cabizbajo. “No puedo concluir mi última novela. Ya sé que no terminaré El zorro de arriba y el zorro de abajo”.


“Creo que Inkarrí no volverá. El derrumbe espiritual de los indios es irremisible, Máximo. La cabeza y los pies nunca más se volverán a reunir. Los jóvenes que van a la ciudad ya no saben nada de Inkarrí. Además, cuando Mateo Garriazo, el informante de Puquio, se quita el sombrero con veneración al pronunciar el nombre del dios católico, ya lo dijo todo. Ese sombrero es muy revelador, Máximo. Inkarrí ha sido derrotado. Es solo una divinidad de segundo orden, un dios decapitado”. No, don José María. El mundo antiguo de los gentiles está vivo en mi violín, en los danzaq, en los huaynos que cantamos… “No Máximo, pura hojarasca nomas es”.


Esa misma noche señor Arguedas me ha dicho: “día jueves voy a ir a tu casa”. Entonces yo mandé hacer sopa de mi pueblo que se llama tinke. No comimos hasta las once de la noche esperando, porque señor Arguedas era bien cumplido. ¿Por qué no vendrá? me preguntaba. Finalmente apagamos la vela y me fui a dormir. En la noche me he soñado. Él entró a mi cuarto con su saco al hombro, se sentó junto a mi cama y me conversó: “Volveré a mi cerro, a los wamanis, volveré a integrarme a la montaña para no sufrir más. Mucho dolor hay en esta vida”. 

El violín se crispó con una mortal violencia. Las cuerdas estallaron en una profunda tristeza. Un lamento agudísimo llenó de dolor el restaurante y por un momento creí adivinar que brotaba sangre del violín y esta corría entre el mástil y el puente como un río púrpura. 


Mi tía tempranito me dijo, anda a comprar pan para el desayuno, Máximo. Salí a la calle y me detuve en un kiosko. Allí en la primera página del diario Correo decía: José María Arguedas se ha suicidado. Con razón no ha venido. Me he ido al hospital corriendo y le pedí a la señora Sybila para verlo. Entonces ya no conocía, ya no hablaba, su corazón nomás latía.


En la biblioteca de Universidad Agraria hemos velado al doctor Arguedas. Después miles de estudiantes, profesores y artistas músicos cargamos sus restos hasta el cementerio El Ángel. Yo he interpretado con mi violín y han danzado los hermanos Chiara. También charango de Jaime Guardia acompañaba, porque así lo ha pedido el finado en su última carta. Mucha desolación había en el camino. La gente lloraba con Coca quintucha y La agonía de Rasu Ñiti. Esta misma canción que están ustedes escuchando ahorita.


Máximo afinó el violín en temple diablo. Bruscamente surgieron notas graves y ásperas, sonidos sin desbastar que levantaron el viento de la muerte. ¿No escuchas? Ahorita oigo el alma del dios que habita en mi violín desde que lo llevé a dormir a la laguna de Sapancocha. Me he convertido en tusuq layqa, dijo Máximo Damián en el ápice de su borrachera. Ese papel me han dado los wamanis de mi pueblo, de San Diego de Ishua.


Las horas se extendieron demasiado sin que nos diéramos cuenta. Dormíamos en la mesa, en las sillas, hasta que una extraña refulgencia que entraba por la teatina nos hizo despertar. Máximo recogió su violín que pendulaba sobre la barra y lo guardó en su estuche. Mirella abrió la reja metálica y nos fue despidiendo. El sol de la calle nos encandilaba. A lo lejos vi a Máximo subir al microbús con su instrumento a cuestas. Una profunda luz que venía del cielo lo acompañó hasta que su figura se fue difuminando.  


7.- EPÍLOGO


Lucy estudió durante años a los danzantes de tijeras y finalmente hizo una tesis de antropología, que fue convertida en libro, con el título de Los danzaq, pese a que sufrió tres aneurismas cerebrales que la pusieron al borde de la muerte. Mirella Stocich se fue a Salónica, de donde su familia era originaria y se casó con un griego. Al poco tiempo me enteré que había fallecido dejando huérfanos a dos pequeños niños.


viernes, 22 de noviembre de 2013

NAVEGACIONES-24-11-2013

JOSÉ MARÍA ARGUEDAS-MÁXIMO DAMIÁN-LUCY NÚÑEZ REBAZA

Crónica  de Rodrigo Núñez Carvallo


NAVEGACIONES-23-11-2013

LOS DERECHOS INSUFICIENTES DE LA NIÑEZ AMAZÓNICA PERUANA1



WILLY GUEVARA [2]


Resumen: los derechos de la niñez indígena de la Amazonía peruana tienen todos los fundamentos teóricos para su garantía y realización, puesto que el marco legislativo del Perú integra los Convenios Internacionales en la materia, no obstante, falencias gestoras impiden su cabal cumplimiento. Pese a las exigencias éticas, políticas y económicas que solicitan el cumplimiento de sus derechos, los presupuestos  asignados son insuficientes, no obstante lo más preocupante se encuentra en la disminuida capacidad creativa de los programas y  proyectos gubernamentales, así como la nula relación comunicativa entre gestores-niños y niñas. Por más que el discurso del Estado sea en otra dirección (de reconocimiento de los derechos de la niñez), la realidad le interpela cada día de modo negativo, por lo que es necesario gestar nuevos lideratos y capacidades en las y los jóvenes indígenas.

Palabras clave: derechos, niñez, Amazonía peruana, incapacidad gestora, inversión social.

Los contextos

La Amazonía peruana es una de las áreas con mayor biodiversidad y endemismo del planeta, antropológicamente es la más diversa a pesar de ser la región biogeográfica peruana con menor población humana. La mayor parte de las etnias del país se asientan en ella y allí son habladas la mayoría de las  lenguas autóctonas.

Las causas de la escasez demográfica son las epidemias que, desde que llegó el primer conquistador, esparcieron la muerte, convirtiendo las visiones diurnas (logradas usando alucinógenos que se ingerían para tener visiones epistemológicas del cosmos y de la floresta), en lo que denomino “cosmodemias” o “cosmologías enfermadas”, derivándose de allí “enfermedades culturales” que actualmente  constituyen limitantes émicas evidentes. 

Desde tiempos pre-incas todas las culturas habidas en lo que actualmente es el Perú miraron hacia el Mar, sea desde la Costa o los Andes, dejando a la Amazonía a sus espaldas. Desde el Mar (una de las cuatro regiones en que se divide el país) llegaron los demonizadores, los conquistadores, las epidemias y las deidades opresoras.

Fue hasta 1865 durante el gobierno de Ramón Castilla, que inventó el Perú jurídico (así como Toledo inventó el virreinato), que se incluyó por primera vez a la Amazonía al conjunto del Estado-Nación, en formación constante hasta el día de hoy. Siempre se tuvo una visión de un gran espacio natural vacío, cuando originalmente la habitaban casi mil culturas distintas, quedando apenas 67 al 2013, muchas de ellas en extinción. Actualmente son 14 las familias etno-lingüísticas sobrevivientes.

La mayor parte del territorio del Perú está cubierto por la densa selva amazónica. Según el Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana (IIAP), 782.880,55 km2 de territorio peruano son biogeográficamente Amazonía, lo cual supone un 13,05% del total continental, el segundo territorio nacional amazónico más grande, después de Brasil.  La Cuenca del Amazonas, que nace en las cumbres de los Andes, ocupa un territorio mucho mayor, de 967.922,47 km2, un 16,13% del total de la Cuenca. El Perú es evidentemente  amazónico. 

Los actores

Las estructuras indígenas ancestrales  cumplían, a su manera, con la función de asegurar la protección y el cuidado de la niñez, pero cuando ingresaron a procesos de desintegración o aculturación e incluso anomia (por diversas  presiones externas como los sucesivos ciclos extractivistas: la era del caucho, las epidemias, la demonización ideológica de las religiones católicas y evangélicas y el actual ciclo petrolero), la niñez indígena amazónica peruana se convirtió en la población más vulnerable de todas.

El Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) en su estudio “Estado de la Niñez en el Perú”, revela que Loreto –la región amazónica más grande– concentra la mayor cantidad de niñas y niños con una lengua materna originaria de la Amazonía.  En la región de Loreto el 65% de los niños y las niñas viven en situación de pobreza, porcentaje alto en comparación con el promedio nacional (45%).

Aunque a nivel nacional el estudio revela la disminución de la desnutrición crónica (de 25% en el 2000 a 18% en el 2009) o el incremento de parto institucional (de 56% en 1996 a 82% en el 2009), también visibiliza las inequidades existentes en la vida de muchos niños y niñas, con base en el área de residencia, sexo, nivel de pobreza, lengua materna, región, etc.  El 78% de niños y niñas de la Amazonía indígena del Perú vive en situación de pobreza, frente al 40% de los que hablan sólo castellano como lengua materna.

El estudio indica que los promedios que señalan progresos en temas como la desnutrición crónica de la niñez y la mortalidad materna e infantil son engañosos. "Los avances medidos a nivel del promedio nacional (…) tienden a esconder las difíciles condiciones en las que viven los niños y niñas del interior del país, especialmente en la Amazonía", aclara el informe.

Los sistemas de medición estadística, como el INEI peruano, no son objetivos. Son  organismos objeto de manipulaciones políticas y sus mediciones suelen cambiar según los intereses  del  gobierno en turno.

Los programas sociales actuales del Presidente Ollanta Humala no se comparan con los operados en Brasil, que lograron, durante “el lulismo”, bajar certeramente la pobreza y elevar a cantidades poblacionales significativas –no necesariamente a nuevas clases medias, lo que personalmente califico de falacia conceptual–, sino a una franja demográfica repleta de nuevas  expectativas, deseos inéditos e intereses distintos, lo que explica las recientes manifestaciones brasileñas ante las ingentes inversiones destinadas para organizar el Mundial de Fútbol y las Olimpiadas, que se llevarán a cabo de manera sucesiva. Extraer de la pobreza extrema o relativa a poblaciones numéricamente significativas es un proceso ineficiente. Las medidas son simplemente monetarias, pero se ignoran los factores culturales y lo que sus mentalidades –socialmente  “convalecientes”– sueñan y  desean.

Económicamente, en las últimas décadas el Perú ha crecido a un promedio de 6.6%, incluso se habla de un crecimiento sin precedentes en su historia, las entidades globales de medición de riesgos le colocan como una de las primeras economías de América del Sur. No obstante considero esta aseveración como otra falacia, ya que la redistribución del producto interno bruto (PBI) no es justa, inclusiva y equitativa a través de los mecanismos de la economía política clásica: trabajo, salarios y servicios.

Según Paúl Martín, representante de UNICEF en el Perú, "… la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (…) enfatiza el rol del Estado en brindar medidas eficaces y especiales para mejorar las condiciones de vida de los niños y niñas indígenas".

La población indígena de la Amazonía es relativamente más joven en comparación con la que se ubica en los contextos peruanos: el 24% tiene entre 3 y 5 años; conforme aumenta la edad la proporción de niños y niñas indígenas que vive en zonas rurales disminuye.  En las regiones donde más del 25% de la población es indígena, la tasa de desnutrición crónica infantil supera el 20%. El 44% de menores de un año de las comunidades indígenas de la Amazonía no tiene partida de nacimiento y sólo el 11% de la población indígena entre 18 y 20 años tiene acceso a la educación superior.

Raramente los niños y niñas indígenas disfrutan del mismo nivel de salud o tienen las mismas posibilidades de acceso a los servicios de atención sanitaria que los no indígenas. Tanto en las regiones  con alto rédito como en aquéllas con rédito bajo, las tasas de mortalidad neonatal e infantil entre los grupos indígenas sobrepasan significativamente las cifras de la población nacional.

Geográficamente el Perú está regionalizado. Existen 24 regiones. Algunas reciben canon por recursos existentes en sus territorios y, en general, la mayoría no gasta todo su presupuesto, por lo que deben retornar al Tesoro Público cifras significativas. Caso típico de las regiones amazónicas peruanas, excepto  la región de San Martín, que sin embargo  atiende más a las poblaciones urbanas habitadas por los llamados “criollos” y “mestizos” que a los y las indígenas, a quienes ignora.

Si bien el Perú ha logrado avances significativos en los últimos años, en la mejora de la salud en la primera infancia por ejemplo, existen otros aspectos donde no hay cambios sustanciales, entre ellos se encuentra la desnutrición crónica, la insuficiente asistencia a la educación inicial y la proporción de niños y niñas que no cuentan con partida de nacimiento. Todos estos aspectos, entre otros, siguen representando grandes retos para el país. Además, las grandes brechas que existen entre una y otra región, entre las zonas rurales y urbanas, y entre las poblaciones de lengua diferente a la del castellano, siguen siendo notorias.

Cerca del 80% de los niños y niñas indígenas  amazónicos  peruanos carecen de acceso a algunos de los derechos más básicos, como son la educación y la salud. Son el sector más vulnerable de la sociedad peruana.

Los derechos

La Convención sobre los Derechos del Niño (CDN), de 1989, es el primer instrumento vinculante del derecho internacional que se ocupa exhaustivamente de los derechos de la niñez. Monitorear la aplicación de la CDN es tarea del Comité de los Derechos del Niño, quien evalúa los progresos logrados por los Estados Partes en el cumplimiento de sus obligaciones. Dentro del marco de su mandato, el Comité formula sugerencias y recomendaciones a los gobiernos y a la Asamblea General de las Naciones Unidas, a fin de alcanzar los objetivos de la CDN.

Los derechos individuales, así como se les expone en la CDN, son derechos que se reconocen a los seres humanos por su calidad de individuos, por ejemplo el derecho intrínseco de la niñez a la vida o a la libertad de expresión. Por el contrario, muchos de los artículos propuestos en el Proyecto de Declaración de los Derechos de los Pueblos Indígenas implican el reconocimiento de derechos colectivos, en cuanto ambos son derechos humanos. Los derechos individuales y los derechos colectivos no sólo son compatibles, sino que además pueden reforzarse recíprocamente.

En los principios y disposiciones de la CDN, confirmada durante la Sesión Especial de la Asamblea General de las Naciones Unidas en Favor de la Infancia, celebrada en mayo de 2002, se consagran los siguientes derechos como los prioritarios y se suponen de enorme capacidad determinativa.

  • El derecho al registro de nacimiento, a un nombre y a una nacionalidad: en el Perú no todos tienen documentación que haya registrado su nacimiento ni un documento de identidad, en consecuencia su sentido de pertenencia no es nacional. No se ha llegado a una biculturalidad simétrica.

  • El derecho a la salud y a la atención sanitaria. El más alto nivel posible de salud y nutrición: los sistemas de salud biomédicos peruanos carecen absolutamente de pertinencia y adecuación cultural –en  este sentido, considero a la interculturalidad un horizonte a conseguirse en el futuro, no existe en el presente–. Existen dos sistemas sanitarios paralelos: el etnomédico, con base en plantas y rituales etnopsiquiátricos y la biomédica externa. Entre ambos no existe ninguna relación  formal o informal.

  • El derecho a la educación. Educación de buena calidad: la llamada Educación Bilingüe Intercultural peruana ha demostrado su fragilidad al enfatizar lo indígena y  postergar lo nacional, constituyendo una contradicción conceptual al auto denominarse intercultural.

  • El derecho a la protección contra el abuso, la violencia y la explotación: el tráfico de menores de edad, desde el último ciclo extractivista peruano amazónico del gas y el petróleo, ha generado no sólo impactos objetivos sino particularmente subjetivos y varias instituciones culturales indígenas han sido agredidas por sistemas externos de explotación,  como  la explotación sexual infantil, el trabajo esclavo de los niños en la minería informal del oro, en Madre de Dios, entre otros casos no  menos graves.

  • El impacto de los conflictos armados y los disturbios civiles sobre los niños y niñas indígenas: en el Perú amazónico está el caso patente de las esclavizaciones que  ejecutó el movimiento político mesiánico maoísta Sendero Luminoso contra la etnia Asháninka en Selva Central. La Comisión de la Verdad y Reconciliación, que recomendara una serie de acciones reparativas, no ha respondido a dichas poblaciones y menos a la niñez.

  • Protección y ayuda eficaz: los programas sociales son las vías para lograr esto, pero su eficiencia en ambos casos aún no se percibe. Su paternalismo marcado e insuficiente conexión cultural no permiten el diseño y ejecución de estrategias a largo plazo, su intervención es coyuntural.  

  • Participación infantil en los procesos de toma de decisiones: esto no existe. Incluso hace varios años, antes de 1989, presenté un proyecto en esa temática, pero en el Ministerio a donde me presenté asumieron que la niñez no podía ser consultada. Postura que contradice a la CDN, el Convenio Nº 169 de la OIT y declaraciones estatales de gobiernos sucesivos.

Según el artículo 28 de la CDN, los Estados Partes reconocen el derecho de todo niño y niña a la educación, con inclusión de la enseñanza primaria gratuita. Sin embargo, la experiencia muestra que los niños y niñas indígenas tienen tasas de matriculación escolar bajas y, aunque van a la escuela, tienen menos probabilidades, que los no indígenas, de recibir el apoyo adecuado para conseguir un óptimo rendimiento escolar. El analfabetismo funcional o cognitivo son una de las consecuencias directas de la exclusión escolar, especialmente grave para las mujeres y las niñas.

Los conceptos

Los derechos por sí mismos no garantizan absolutamente nada. Deben convertirse en políticas públicas, luego en programas y posteriormente en proyectos, además de contar con el financiamiento suficiente.

Garantizar los derechos de niños y niñas implica no solamente una responsabilidad legal y moral. También tiene implicaciones para las políticas económicas y sociales y, por consiguiente, para la asignación de los recursos financieros correspondientes.

A fin de promover un cambio efectivo en este campo, es necesario colocar los derechos de los niños y niñas en el centro de las políticas públicas, particularmente de las políticas presupuestarias. Inversión en capital humano, en futuro y en mentalidades; es necesaria una concepción de política totalmente distinta a la vigente.

El volumen y uso de los recursos públicos asignados al cumplimiento de los derechos de la niñez constituyen un indicador importante del grado de prioridad que otorga el Perú a sus responsabilidades –contraídas en los Convenios Internacionales que tienen carácter de ley–, éstos son invisibles, no existen, sólo nutren la retórica política y se expían verbalizándolos, con esa noción del pensamiento mágico de solucionar por medio del lenguaje.

Paradójicamente, dicha lógica se condeciría más con las culturas indígenas. Contradicciones de un país que todavía no es nación.

Los derechos tienen argumentos éticos, económicos y políticos, si esta trilogía no se cumple los derechos pierden sentido, desde el punto de vista de la propia niñez. Por lo tanto, deben probarse y medirse las relaciones existentes entre la inversión social, el capital humano, la productividad y el crecimiento económico.

Cumplir con los derechos de los niños y niñas es una obligación que adquieren los países signatarios de la CDN, esto tiene implicaciones financieras extraordinarias. El riesgo es la demagogia. El desafío es hacer visibles los vínculos entre la inversión social y la progresiva realización de derechos. Esta es la idea básica para guiar los esfuerzos e influenciar asignaciones y ejecuciones presupuestarias con perspectiva de derechos.

El presupuesto es una herramienta fundamental para ayudar a cubrir la brecha entre la dimensión formal de los derechos, su implementación a través de las políticas públicas y su arribo a la cotidianeidad existencial de la niñez.

La clave es la relación entre el presupuesto y la realización progresiva de derechos, pero ¿cómo resolver la tensión entre la indivisibilidad de derechos y la priorización de gastos?

UNICEF

UNICEF, el organismo de la ONU encargado de hacer vitales y existentes los derechos de la niñez, propone una serie de módulos interesantes, (que no he visto discutir en ninguno de los gobiernos regionales peruanos de la Amazonía, incluso  me atrevo a decir que tampoco guían los programas sociales dedicados a la niñez indígena amazónica). Éstos son:

  • Módulo 1: plantea un conjunto de argumentos teórico conceptuales para responder a la pregunta ¿por qué invertir en las personas, en general, y en la infancia, en particular? Al respecto desconozco que en alguna región amazónica  se haya realizado algún evento que recogiera la opinión de las y los interesados directos y aludidos en estas preguntas.

  • Módulo 2: propone argumentos para responder a la pregunta ¿cómo vincular la inversión social y el cumplimiento de derechos? Las  consultorías y estudios que  suelen realizar los ministerios y organismos, a cargo del cumplimiento de esta ecuación gestora indispensable, no se dirigen a la evaluación sino al diagnóstico. Este módulo está repleto de diagnósticos más no de estrategias y verificaciones.

Es obvio que UNICEF cumple un rol director, pero programas realizados por el propio organismo, como el ejecutado por una década en Río Santiago, región Amazonas, no han tenido los impactos que se esperaban.

·        Módulo 3: propone una evaluación estratégica del contexto nacional para responder a la pregunta ¿cómo determinar estrategias para influenciar en el gasto social adecuadas al contexto del país? Este módulo es clave, pero requiere de mucha imaginación y creatividad para inventar estrategias pertinentes que no son iguales para cada cultura, incluso tampoco lo son para la misma Cuenca. Más que de la economía o de la política, las respuestas para este módulo vendrán de la innovación gestora. ¿Alguien conoce  la metodología de “La desviación negativa” para temas de salud, nutrición y educación?  De enorme éxito en Asia pero en algunas zonas del Perú tuvo una frustrada aplicación. Hubo presupuesto pero la imaginación falló.

  • Módulo 4: ofrece herramientas e instrumentos técnicos para responder a las preguntas ¿cómo definir la inversión social para efectos del análisis y el monitoreo?, ¿cómo asegurar el acceso a la información presupuestaria?, ¿cómo desarrollar un sistema de información presupuestaria?, ¿cómo analizar y monitorear el gasto social?

Una vez más los marcos teóricos positivistas están dados. Las respuestas no son mecánicas, no provienen de modelos matemáticos y  no son globales, por lo tanto el sentido de singularidad e identidad deben prevalecer.

·        Módulo 5: propone argumentos y estrategias de abogacía política y de comunicación para responder a las preguntas ¿cómo llevar a cabo una campaña eficaz de abogacía a favor de la inversión social en la infancia?, ¿cómo construir alianzas con actores sociales y políticos claves?, ¿cómo desarrollar mensajes básicos y efectivos para abogar por una mayor inversión social en la infancia? En este sentido, la comunicación para el desarrollo falla enormemente. Ahora que estoy  en la creación de radionovelas en idiomas nativos y en relación con asociaciones  de jóvenes indígenas de las distintas etnias amazónicas peruanas, me doy cuenta que su oralidad y  el sentido de escucha está muy extendido por la distancia geográfica y es la radio el medio para vencer esas barreras y llegar a las comunidades con escuchas colectivas y debates inmediatos donde tengan voz todas las edades, incluyendo la niñez.

La terminología que usa la UNICEF en muchos de sus módulos es propia de la ONGs, que en mi opinión han fracasado en el Perú, especialmente en la Amazonía peruana, donde nada es sostenible, excepto la explotación desmesurada de sus recursos.

  • Módulo 6: ofrece estrategias para responder a la pregunta ¿cómo fortalecer las capacidades institucionales del sector público y la sociedad civil en el ámbito de las políticas públicas de inversión social? Al respecto me gustaría que en una mesa se sentaran los niños y niñas junto con las y los funcionarios estatales y privados para  responder  ésta y las preguntas anteriores.

Derechos y realizaciones

Marcos clasificatorios presupuestarios por derechos, esto, en mi opinión, es la clave para desarrollar las herramientas y habilidades técnicas necesarias para analizar y monitorear la inversión social desde una perspectiva de derechos.

Además de abogar por una mayor inversión social, es necesario promover buenas prácticas de gestión institucional para asegurar que las inversiones sociales tengan los impactos buscados en la vida de los niños, niñas y sus familias.

Insisto, asistimos a lineamientos teóricos correctos que corresponden al Estado, pero la capacidad de gestión y realización en campo adolecen de una intensa inadecuación, tal vez porque no  se sienten a gusto en la Amazonía o porque no conocen las culturas que allí sobreviven, subalternizadas por un Perú que los vio y ve como “gente de segunda categoría”, como dijera el ex Presidente Alan García en uno de sus exabruptos en plena crisis del 2009, cuando por primera vez en la historia los pueblos amazónicos peruanos se pusieron en pie de lucha.







1 Artículo publicado en la Revista mexicana “Rayuela” de México.

[2] WILLY GUEVARA es el seudónimo literario DE JOSÉ GUILLERMO GUEVARA TORRES

Profesional peruano en antropología y comunicaciones. Especialista en Amazonía y experto  en antropología médica. Productos  para cine, TV, video, teatro, radio y prensa escrita y virtual .Tuvo contratos con la OPS-OMS-WDC, CARE, UNICEF, Universidades, Ministerio de Salud, organizaciones privadas y comunitarias. Ganador de premios literarios y audiovisuales. Con publicaciones en periódicos, revistas y páginas virtuales. Autor de Libros. Ponente en Seminarios Nacionales e Internacionales. Asesor de Organizaciones Indígenas. Blog: www.wyllyguevara.blogspot.com

NAVEGACIONES-22-11-2013

NO TOQUES A MI PUTA.
DOSSIER

SELMA JAMES · LLUÍS RABELL


LAS TRABAJADORAS SEXUALES NECESITAN APOYO, PERO NO EL DE LA BRIGADA DE “NO TOQUES A MI PUTA”

Las prostitutas necesitan mejores aliados que los hombres franceses centrados en sus propias libertades sexuales – pero, demasiado a menudo, las feministas sólo hacen sus vidas más difíciles

Los 343 hombres intelectuales franceses que firmaron una declaración —“No toques a mi puta” (1) — defendiendo su derecho a comprar servicios sexuales han enfurecido a las mujeres y causado una amplia controversia. No solo dicen en su declaración lo que piensan de las trabajadoras sexuales, sino también lo que piensan de las mujeres en general, y en particular lo que creen que pueden conseguir diciéndolo públicamente en este momento.

Acabo de firmar un comunicado feminista que se opone a la intención de penalizar a los clientes en Francia. La ley propuesta impondría una multa de 1.500 libras a los que pagaren por sexo, el doble en caso de reincidencia. Mi motivo para oponerme es totalmente diferente al de los hombres: no a la libertad sexual de los hombres sino la posibilidad para las mujeres de ganarse la vida sin ser criminalizadas y privadas de seguridad y protección.

Empujadas aún más a la clandestinidad, las mujeres estarían a merced tanto de aquellos clientes que son violentos como de aquellos policías que son sexistas, racistas y corruptos y nada les gusta más que perseguir y abusar de las “malas mujeres”. Pero esto es la consecuencia inevitable de tales leyes. Las trabajadoras sexuales son las primeras en sufrir a consecuencia de cualquier propuesta que haga más difícil, y por tanto más peligroso, contactar con los clientes.

El hecho es que las trabajadoras sexuales no han conseguido contar con el apoyo de prominentes feministas a su larga lucha por la despenalización. En cambio, las feministas del sistema han encabezado los intentos de los gobiernos por hacer más difícil el trabajo de las mujeres. Su objetivo declarado es abolir la prostitución, no abolir la pobreza de las mujeres.

Es esta una vieja historia y es doloroso que ahora se vea realzada con retórica feminista: disimulando su contenido antimujer al proponer la penalización de los hombres.

La necesidad de trabajar en la prostitución está en plena expansión con los recortes que han golpeado con la máxima dureza a las mujeres.  Cuando la Ley de reforma del Estado de bienestar  y la Ley de policía y crimen fueron llevadas al Parlamento en 2009,  pedimos a las diputadas feministas que se opusieran a ellas, en base a que muchas madres solteras que habían logrado subsidios para “progresar hacia el trabajo” progresarían hacia la esquina de la calle como única opción disponible. No obtuvimos respuesta.

Una consecuencia de la falta de voces de feministas influyentes y poderosas en defensa del derecho de las mujeres a trabajar y a hacerlo de forma segura es que el terreno queda a disposición de los hombres. Los hombres, en los habituales términos de autor referencia, defienden sus propios derechos como clientes, no los derechos de las mujeres como trabajadoras. Sin embargo, ya era hora de que los hombres admitieran ser clientes (intelectuales, en este caso). Pero la próxima vez deberían consultar primero con las trabajadoras a las que dicen apoyar lo que se propongan decir.

Fue en Francia en 1975, justo después de la famosa huelga de prostitutas que inició el moderno movimiento de trabajadoras sexuales en occidente: las mujeres habían ocupado iglesias, primero en Lyon y después por toda Francia, para protestar de que la policía las detuviera y multara mientras a la vez no hacía nada por acabar con los asesinatos y las violaciones. Constituyeron el Colectivo Francés de Prostitutas y proclamaron: “Nuestros hijos no quieren ver a sus madres en la cárcel”. Sus acciones inspiraron a las trabajadoras sexuales de aquí para formar el Colectivo Inglés de Prostitutas.


Yo fui la primera portavoz: ninguna de las mujeres podía darse a conocer entonces, así que pidieron a esta respetable ama de casa, casada y activista feminista, hablar por ellas. Me alegré de aprender de las hermanas censuradas y ser dirigida por ellas.

El primer comunicado fue A favor de las prostitutas, contra la prostitución, ya que tantas de las que estaban en el movimiento de liberación de las mujeres eran hostiles a las trabajadoras sexuales y parecían confundir el trabajo con la trabajadora —muy parecido a como el ama de casa era confundida con el trabajo en la casa.  Seguimos repitiendo (en ambos casos): ¡nosotras no somos nuestro trabajo!

Casi 40 años después, las trabajadoras sexuales todavían tienen que hacer frente a las persecuciones y los procesamientos a lo largo y ancho del mundo. El intento francés de penalizar a los clientes sigue el “modelo sueco”, que inspiró también la Ley de Policía y Crimen del Reino Unido (2009). La oposición encabezada por el Colectivo Inglés de Prostitutas consiguió limitar la penalización de los clientes a aquellos que se estimara que “habían tenido sexo con una prostituta forzada o coaccionada”. Pero las redadas y detenciones de trabajadoras sexuales han ido en aumento, igual que la violencia contra las mujeres.

Una mujer de 24 años fue asesinada el lunes por la noche en Ilford. Su trágica muerte se produce a raíz de la Operación Clearlight, un importante operativo policial contra la prostitución callejera. Más de 200 mujeres han recibido “amonestaciones de prostituta” (en las que, al contrario que las amonestaciones policiales estándar, no hay requisitoria para admitir la culpa y no hay derecho de apelación) en el último año y muchas han sido detenidas por merodeo y captación de clientes y/o por infringir órdenes de conducta antisocial. La mujer asesinada era rumana. A su elección puede haber contribuído un aumento del racismo contra los rumanos en particular, alimentado por la caza de brujas contra los inmigrantes del gobierno. Otra rumana comentó: “Cuando la policía entró en el piso en el que trabajo, fueron groseros e intimidantes, insultándome y acusándome de ser una mendiga y una criminal. Intentaron deportarme, a pesar de que tengo el derecho a permanecer en el Reino Unido. Dicen que están salvando víctimas de trata, pero van a por mujeres inmigrantes como yo. ¿Cómo vamos a denunciar amenazas y agresiones si tenemos miedo de ser detenidas o deportadas?

Las trabajadoras sexuales francesas deben tener la última palabra. Morgane Merteuil, secretaria general de STRASS (Sindicato de Trabajo Sexual), que hace campaña por la despenalización, dijo a los hombres que pretendían estar defendiéndolas: “No somos las putas de nadie, y menos las vuestras… si luchamos por nuestros derechos es principalmente para tener más poder frente a vosotros, así que nosotras dictamos nuestras condiciones…”

SELMA JAMES ES UNA VETERANA ACTIVISTA SOCIALISTA Y FEMINISTA NACIDA EN BROOKLYN, NUEVA YORK. ES CO- AUTORA, JUNTO A MARIAROSA DALLA COSTA, DE LA OBRA CLÁSICA SOBRE TRABAJO DOMÉSTICO, POWER OF WOMEN AND THE SUBVERSION OF THE COMMUNITY, APARECIDA EN 1972, IMPULSORA DE LA CAMPAÑA INTERNACIONAL POR LA REMUNERACIÓN DEL TRABAJO DOMÉSTICO Y COORDINADORA DE LA HUELGA MUNDIAL DE MUJERES.
    


PROSTITUCIÓN: COSA DE HOMBRES


El llamado “Manifiesto de los 343 cabrones”, enarbolando la consigna de “no toquéis a mi puta”, ha causado no poco revuelo en Francia. El texto, que tiene la altura intelectual de un exabrupto tabernario, no merecería mayor atención… si no fuera porque, aunque involuntariamente, arroja cierta luz sobre el debate social acerca de la prostitución. Un debate que, la mayoría de las veces, se nos presenta bajo un enfoque equivocado.

El bodrio en cuestión tiene el mérito de probar que la prostitución es cosa de hombres. Ni “el oficio más viejo del mundo”, ni el “trabajo sexual” revelado por la postmodernidad, ni “una estrategia de mujer”. Históricamente – y más que nunca en la era del capitalismo globalizado –, la prostitución ha sido y es, esencialmente, un comercio entre hombres.

La prostitución no es algo que hagan o ejerzan las mujeres, sino aquello que hacen los hombres con ellas cuando, deshumanizadas, objetivadas o transformadas en mercancía, acceden a sus cuerpos mediante dinero. El lenguaje ordinario nos engaña.

Las mujeres no “se prostituyen”, son prostituidas. La prostitución funciona sobre un continuum de violencias en que unos hombres condicionan a un cierto número de mujeres para ponerlas a disposición de otros hombres.


Pero, a cada paso, una legión de defensores de la prostitución, muchas veces financiados por las poderosas industrias del sexo, invoca una compleja casuística – e incluso “el derecho de las mujeres a disponer de su propio cuerpo” – para difuminar el papel determinante de los hombres. Sin cesar, somos conminados a distinguir entre una prostitución “forzada” y otra  “libre”.

La primera, reprobable, nos dicen, constituiría un epifenómeno, una desgracia que se da en los márgenes de un legítimo intercambio mercantil – y a la que la policía, persiguiendo la trata, ya se encargará de poner coto -.


Los 343 “cabrones”, que abundan por supuesto en esa distinción, nos devuelven sin embargo a la realidad. Curiosamente, a esa “libertad de prostituirse” se acogen, en su abrumadora mayoría, mujeres. Y son pobres, proceden de regiones y países económicamente deprimidos, pertenecen a minorías étnicas o a pueblos colonizados, entraron en el mundo de la prostitución a muy temprana edad, abundan los casos de abusos en la infancia y son frecuentes las situaciones de alcoholemia y las drogodependencias. En tales condiciones, la evocación de la “libertad” es un contrasentido y sólo pretende evacuar la opresión de género, social y racial que conlleva la prostitución. Pues bien, nuestros “cabrones” certifican que, en una sociedad con prostitución, no hay en realidad más libertad que la suya en tanto que “hombres”.


El término, misógino por excelencia, con que se regodean para referirse a las mujeres prostituidas – “puta”- constituye algo más que un insulto o una grosería: significa la atribución de una identidad. En la fantasía machista, la “puta” es un ser lascivo, en cierto modo subhumano, tan deseable sexualmente como profundamente despreciable. Pero, si se admite la institución de la prostitución, la “puta” es la mujer por antonomasia. Desde esa óptica, sólo una cosa distingue a la mujeres prostituidas de las demás: las primeras tienen un precio; en cuanto a las otras, aún no ha sido fijado. De hecho, la prostitución constituye la piedra angular de la construcción de la identidad masculina bajo los parámetros de la dominación patriarcal – decisivo descubrimiento que el feminismo ha aportado al pensamiento crítico -.

Los “cabrones” así nos lo dicen cuando reivindican a “sus putas” independientemente del hecho que acudan a ellas o no. No es una cuestión de sexo propiamente dicha, sino de dominación. La existencia de una reserva de mujeres a disposición del capricho de los hombres rubrica su preeminencia en la sociedad – por mucho que ésta adhiera a proclamas o políticas de igualdad -. Y el hecho de que tal privilegio beneficie a todos los varones simplemente por serlo, contribuye poderosamente a cimentar una bárbara solidaridad viril.


La prostitución plantea el debate sobre la sociedad que tenemos y las relaciones humanas a que aspiramos. Cuando, al término de la cruenta guerra civil americana, fue abolida la esclavitud, la libertad de la población negra de los estados sureños se fundamentó en la prohibición de que ningún ciudadano americano pudiese comprar o vender a otro ser humano.

Ya va siendo hora de que abordemos la cuestión de la prostitución como un urgente desafío civilizatorio. Va en ello el destino de millones de mujeres y niñas, violentadas y traficadas en todo el mundo, justamente porque los “cabrones” de todos los países siguen detentando un privilegio ancestral. Va en ello el destino de la propia democracia, que no puede ser tal sobre la base de semejante desigualdad estructural entre hombres y mujeres. Va en ello la emancipación de las mujeres y una nueva identidad de los hombres, forjada en el respeto y la empatía, y no en la brutalidad, siempre latente, de un poder de derecho divino.


Tiene razón el abolicionismo feminista al proclamar que no existen “putas”, sino mujeres en situación de prostitución. Mujeres a quienes, lejos de estigmatizar o recluir en ese universo, es imperativo restituir su dignidad y su condición de ciudadanas. Un crimen es un crimen aunque la víctima, presuntamente, consienta en ello. Hay que educar y prevenir. Hay que combatir las causas de la prostitución y los entornos que la favorecen, perseguir la explotación y desenmascarar a las industrias del sexo. Pero también habrá que acabar, por la convicción o por la fuerza sancionadora de la ley, con la arrogancia de los “cabrones”. La prostitución no es un derecho del hombre. Una sociedad democrática, por el contrario, debe proclamar y hacer efectivo el derecho de las personas a no ser prostituidas.


LLUÍS RABELL ES  EL PRESIDENTE DE LA FEDERACIÓN DE ASOCIACIONES DE VECINAS Y VECINOS DE BARCELONA (FAVB).