jueves, 13 de junio de 2013

NAVEGACIONES-13-02-2013

LAS MUJERES PLANTAN CARA AL CAPITAL Y AL PATRIARCADO

MONTSERRAT VILA PLANAS

Cada semana tendría que ser simbólicamente un 8 de marzo. Está bien un día internacional, pero cada vez está más contestada la hipocresía de celebraciones que conviven con la moral y la violencia sistemática institucional del sistema social y político. Cada semana asesinan a mujeres y son hombres los ejecutores. Cada día se agrede psicológica y físicamente a miles de mujeres.
La indignación y rebeldía subyacente en la explosión cívica democrática del 15 de marzo y otros novísimos movimientos sociales, con su exigencia de igualdad y empoderamiento en la plaza pública, nos replantea los códigos en que se ha forjado la lucha de las mujeres y de las reivindicaciones feministas.
Imbricación e interdependencia entre el patriarcado y el capitalismo.
El patriarcado y el capitalismo, en la medida que configuran sistemas sociales con su código ético y moralidad imperante, es importante reconocer que su nacimiento corresponde a épocas muy distintas.
A medida que las etapas históricas se suceden se han yuxtapuesto y complementado de una forma inseparable en sus distintos modos de producción y correspondientes a situaciones sociales concretas. El patriarcado hunde sus raíces en los siglos de la antigüedad, con la agricultura y la propiedad privada, para incardinarse y pervivir con muy buena sintonía en la contemporánea sociedad burguesa capitalista de la “libertad, igualdad, fraternidad”. Conceptos revolucionarios de gran calado que casualmente excluyen en la práctica real y en la moral al 51% de la población mundial, formada por las personas y ciudadanas mujeres.
Es Andrea D’Atri quien en su artículo “Feminismo y marxismo: más de 30 años de controversias”1 empieza con la cita: “Una revolución no es digna de llamarse tal si con todo el poder y todos los medios de que dispone no es capaz de ayudar a la mujer –doble o triplemente esclavizada, como lo fue en el pasado- a salir a flote y avanzar por el camino del progreso social e individual”  de León Trotsky 2.
Cien años después de la revolución del octubre soviético, con la demolición de los iconos machistas de la Familia patriarcal y burguesa, con la igualdad en el trabajo para la mujer, su derecho unilateral al divorcio y al aborto, su potestad como persona sin depender del padre, esposo, hermano o hijo, su persecución implacable de la trata y el proxenetismo, con la separación del Estado y de la Iglesia, además de la denuncia de la moral teñida de paternalismo, asistimos a la involución de este ambicioso cambio para las mujeres. En nuestro S. XXI el patriarcado existe y vive en todas las instituciones y políticas del mercado capitalista de la propiedad privada.
UNA MORAL JERARQUIZADA POR LA MASCULINIDAD HEGEMÓNICA.
La conciencia y moral dominante impone los valores de la sociedad patriarcal como algo normal, consustancial a la vida, ancestral y eterno, inamovible.
Ha habido un gran avance en la conciencia ciudadana, al considerar de dominio público y político todos los agravios que conciernen a la real desigualdad entre los hombres y las mujeres, en particular en pasar del dominio privado, familiar e intimo, al publico. La actual concepción sobre la violencia de género incluso se ha traducido en leyes y medidas con el objetivo de atajarla, o al menos si no resolverla avanzar en limitarla.
Nos encontramos frente a cada medida, ley y procedimiento que defiende los derechos de las mujeres como personas, una contra reacción pública, notoria y lamentablemente muchas veces exitosa, que concita un amplio consenso entre las personas que deben aplicarla y los agresores. A menudo las mujeres que deciden denunciar a sus torturadores, no encuentran el apoyo necesario para su recuperación, chocan con esta moral imperante, que trivializa, normaliza el ataque recibido, sufriendo una victimización secundaria de parte de la sociedad y las instituciones.
En nombre de la igualdad de derechos y la no discriminación de los hombres con las mujeres, o la falta de recursos acrecentada con la crisis económica, nos encontramos a diecisiete años de la Plataforma de Acción de la IV Conferencia mundial sobre la mujer de Beijing5, a ocho años de la promulgación de la Ley integral de medidas, que se impone en los hechos la impunidad de los hombres en todos los ámbitos cívicos y legales. Incluso se está produciendo el contrasentido de que bufetes de abogados/as que defienden a las mujeres en temas de violencia de género, pasen a defender a los hombres agresores por la simple razón de quien posee la capacidad y solvencia económica.
Se genera una acusación en los medios que generalizan sobre denuncias falsas que las mujeres utilizan a su favor las leyes, a pesar de que son un escueto 0,1% 3. La realidad es la inmensa cantidad de sobreseimientos dictados en los juzgados de violencia sobre la mujer (en 2010 23.772 un aumento del 137% respecto 2005)3, la falta de órdenes de protección, la imposición de la guardia compartida en casos de violencia. En fin, la víctima, la mujer, es víctimizada, no se la escucha, se le niega credibilidad, y sigue discriminada negativamente frente al hombre agresor.
La educación en la transmisión de valores desde la familia y desde la escuela, se complementan con la prédica de la jerarquía eclesiástica y los contenidos de los medios de comunicación en manos de los poderes públicos.
Venimos de una etapa de la humanidad en que hay un pacto implícito de los hombres de dejar fuera de las decisiones de la organización social al género femenino, a las mujeres. Hombres y mujeres estamos dentro de esta forma de relacionarnos. Se ha normalizado que así sea, y en el imaginario popular todavía se vive el "siempre ha sido así”.
La jerarquización del poder económico y político conforma el núcleo ideológico de la moral en la que viven las mujeres y los hombres. Los roles los impone este poder y estructura social basada en la dominación patriarcal. Jerarquización que liga con los intereses del capital que la aprovecha para la explotación del 99% de la población, sean hombres o mujeres. 
LA POBREZA TIENE ROSTRO DE MUJER.
Una parte substancial de la explotación del trabajo se basa en la degradación general de las condiciones laborales y de vida, en particular se ceba a fondo en las mujeres.
La crisis económica aumenta escandalosamente la desigualdad salarial entre mujeres y hombres. La brecha salarial ha pasado de 28 a 29,1 puntos porcentuales. Una mujer tiene que trabajar 62 días más que un hombre para lograr la misma retribución.
En esta época de crisis se equilibra la tasa de paro entre los dos sexos, porque parte de una situación desequilibrada en cuanto a población activa en el mercado laboral. En 2012 todavía supera en 2 millones la masculina respecto a la femenina. Si la tasa de actividad fuera similar, la tasa de desempleo femenino sería de un 37%.
Las mujeres suponen ya el 46,8% de la población asalariada, aunque solo el 40,9% de la población asalariada a tiempo completo.
La pobreza tiene rostro de mujer. Las mujeres suponen el 69,5% de la población asalariada con ingresos inferiores al Salario Mínimo Interprofesional pero solo suponen el 26% de la población que gana más de 8 veces el SMI.
No sólo la desigualdad salarial también las dificultades en el acceso y condiciones laborales, la segregación sectorial y ocupacional, o la especial incidencia en la empleabilidad de las mujeres de la ausencia de políticas favorecedoras de la corresponsabilidad y medidas de conciliación entre tiempo de trabajo y tiempo de vida, constituyen manifestaciones evidentes de la persistencia de la desigualdad hacia las mujeres en nuestra sociedad. (Informe secretaria confederal de CCOO. Nov.2012)4.
Esta discriminación salarial se extiende en las condiciones laborales y en las expectativas de responsabilidades profesionales. Cuando pasamos de las categorías más bajas al capataz, de la administrativa al jefe, de la enfermera al médico, de la ejecutiva a los gerentes y consejeros delegados, hay una pirámide infernal donde las mujeres son la base de muchas profesiones y espacios de acción, pero son excluidas sin compasión en la dirección de las empresas, de los partidos y en general de todos los aspectos políticos de la sociedad.
LA VIOLENCIA MACHISTA NO ES BIOLÓGICA.
El sistema capitalista ha sostenido la sumisión de las mujeres cuando no hay ninguna prueba científica ni necesidad vivencial que lo justifique.
En todas las esferas sociales desde Aristóteles a nuestros días el argumento biológico de diferencias entre los sexos masculino y femenino ha sido la estrella que ha guiado a sabios y poderosos.
En este sentido la revolución industrial, las nuevas tecnologías, todos los adelantos del último siglo han ayudado a demostrar la falsedad de que las diferencias biológicas justifiquen la discriminación y la situación de ciudadanas de segundo orden, incluso la negación de ciudadanas (en el Vaticano, en Bután, en Arabia Saudí todavía no pueden votar les han prometido en 2015,…), en el siglo XXI.
El género femenino como construcción social, con los roles marcados en cada paso de nuestras vidas, de cómo nos hemos de relacionar, de cómo hemos de amar, de qué proyecto de vida hemos de desempeñar, va unido a cómo ha de ser la masculinidad hegemónica, es decir, de cómo se han de comportar los varones.
La desigualdad sí interesa a una minoría dominante. Los dueños del capital, de las finanzas, de las empresas y de las iglesias, aprovechan para su interés de castas minoritarias la injusta desigualdad fruto de la dominación de género de los hombres sobre las mujeres.
La lucha de las mujeres que nos han precedido, los logros conseguidos a todos los niveles públicos y privados, en la educación, en el trabajo, en la política, han demostrado que las mujeres somos parte de la humanidad y como tales hemos de poder estar en los lugares de decisión y hemos de poder vivir sin discriminaciones y desigualdades con respecto a los varones.
“ERES MÍA”
La violencia estructural y violencia institucional reside en todos los ámbitos sociales públicos y privados.
Esta violencia institucional y empresarial hacia las mujeres tiene su otra cara de la moneda en la extendida violencia de género con la que los hombres agreden, torturan y asesinan a las mujeres, al grito de “eres mía”. La mujer aún es una propiedad más del hombre en la sociedad y moral capitalista patriarcal.
Necesitamos un cambio profundo en la sociedad colectivamente, en las relaciones entre mujeres y hombres, que revertirá en cambiar la jerarquía imperante entre dominantes y oprimidos.
En el plano del patriarcado que afecta a mujeres y hombres, los hombres también sufren la opresión de la jerarquía machista. Todos los colectivos de mujeres que están luchando por cambiar este sistema para la emancipación de las mujeres han de formar parte de este futuro, de una nueva manera de organizar la sociedad en otro sistema.
Este 8 de marzo, Día Internacional de la mujer trabajadora, los lemas han oscilado entre el derecho a la igualdad en el trabajo hasta contra el patriarcado y el capitalismo, por la revolución feminista ya, y defensa de desobediencia feminista. La emancipación de la mujer se inscribe, en esta crisis y en la globalización, entre los factores básicos para romper y superar el capitalismo con su transmisión patriarcal. La revolución social y de la mujer necesitan actuar estrechamente unidas para vencer.      
Volviendo a Andrea D’Atri 6 cita: "Sin Feminismo no hay Socialismo", y explica: "¿Quién es socialista y no es feminista, carece de amplitud, pero quien es feminista y no es socialista carece de estrategia (Louise Kneeland, 1914) y continua ... es decir, se vinculará la lucha de las mujeres con una lucha por un cambio social que ponga este sistema patas arriba, porque está basado en una minoría de parásitos que explotan a la mayoría de la humanidad, de las que las más afectadas son las mujeres ... de mil trescientos millones de pobres que hay en el mundo, el 70% son mujeres y niñas ... ".
Conciencia de las necesidades de transformación y de subvertir las situaciones sociales de dominio y opresión.
Cuando los diferentes grupos de mujeres jóvenes analizan y reflexionan en las plazas públicas las causas de esta violencia estructural que oprime a la mitad de la población, va a las raíces del sistema, del sistema patriarcal, pero también del sistema capitalista que lo sustenta. Incluso las reivindicaciones políticas y sociales por la libertad de las mujeres a vivir en un mundo libre de violencia, piden un cambio social profundo. Este cambio social entronca con otros movimientos que también lo demandan.
Las mujeres estamos en todos los movimientos y la lucha es transversal en todos los sectores sociales, por lo tanto cualquier revolución del cambio social se hará con las mujeres como componentes e impulsoras fundamentales o no se hará.
La transformación social implica unas bases materiales, económicas, políticas, culturales y vivenciales que afectarán y permitirán un estadio superior, diferente, para dar el paso a una igualdad real basada en el diálogo, consenso y respeto mutuo entre los géneros.
Notas:
(1)       Andrea D’Atri. Feminismo y Marxismo: más de 30 años de controversias. Noviembre 2004.
(2)       León Trostky. La Revolución traicionada.
(3)       Fuente: Consejo General del Poder Judicial.
(6)      Andrea D’Atri. http://www.scielo.org.ve/pdf/rvem/v14n33/art09.pdf

Montserrat Vilá Planas es presidenta de la Plataforma Unitaria contra las Violencias de Género de Catal 

NAVEGACIONES 30-01-2013

RESEÑA DE FRACTURED TIMES: CULTURE AND SOCIETY IN THE 20TH CENTURY [TIEMPOS DE FRACTURA: CULTURA Y SOCIEDAD EN EL SIGLO XX] (LITTLE BROWN, LONDRES, 2013).

Eric Hobsbawm fue el historiador más conocido y celebrado del siglo XX, no solo en Gran Bretaña sino en todo el mundo. Sus obras principales, cuatro volúmenes substanciales que cubren la historia de Europa en su contexto global desde la Revolución Francesa de 1789 a la caída del comunismo dos siglos después, han seguido reeditándose sin cesar desde que se publicaron. Más de medio siglo después de que apareciera, The Age of Revolution [La era de la revolución, Crítica, Barcelona, 2005] sigue siendo esencial en las bibliografías universitarias. The Age of Extremes[Historia del siglo XX, Crítica, Barcelona, 2000] se ha traducido a más de 50 idiomas, y sin duda el historial de ediciones extranjeras de sus demás libros es igual de impresionante.

Hobsbawm era igual de ampliamente conocido en Italia– se le puede ver en YouTube hablando en italiano sobre Gramsci– como lo era en Brasil, donde la confesión del presidente Lula de que había sido la mayor influencia sobre su pensamiento convirtióThe Age of Extremes en un éxito de ventas. Hobsbawm había recibido doctorados honoris causa en muchos países, entre ellos Uruguay y la República Checa. Era ciudadano honorario de Viena. Se le otorgó el Premio Balzan, la distinción más codiciada (y mejor dotada) de Humanidades de Europa. Se le concedió el Premio al Entendimiento Europeo de la Feria del Libro de Francfort. En el Reino Unido se le nombró Compañero de Honor, el equivalente de un título de caballero. La noticia de su muerte, el 1 de octubre de 2012, apareció en los diarios de todo el mundo.

Hay muchas razones por las que Hobsbawm logró alcanzar esa eminencia y popularidad planetaria. Escribía con extraordinario ingenio, gracia y fuerza, cualidades evidentes una vez más en este conjunto de ensayos y conferencias sobre la cultura europea en los siglos XIX y XX. De sus páginas brotan frases llamativas. La vida pública de Karl Kraus fue "el monólogo de una vida entera dirigido al mundo". Las culturas no sólo son "supermercados en los que hacemos acopio según nuestros personales gustos". "Con la democratización de la política, el poder se convirtió cada vez más en teatro público". La capacidad de Hobsbawm para formular obiter dictaprovocadores nunca le abandonó.

Ello sugiere otra poderosa razón de su atractivo global: lo enorme y extraordinariamente fértil de su imaginación histórica. Muchos historiadores han producido uno u otro concepto influyente, Hobsbawm creó un buen montón: la "Crisis General del siglo XVII", la "revolución dual" (las revoluciones Francesa e Industrial, acontecimientos formativos de los tiempos modernos), la "invención de la tradición", los "rebeldes primitivos", el "bandidismo social", el "largo siglo XIX" (1789-1914), el "corto siglo XX" (1914-1989); y no son estos más que unos cuantos. Su capacidad para ver la imagen de conjunto e idear un concepto que la encuadrara a fin de poner en orden los diversos y levantiscos detalles de la historia era imponente.

Está claro que le debía mucho de esto a su adhesión de toda una vida al marxismo, que en sus manos era una herramienta sutil y flexible para organizar e interpretar el material histórico, todo un universo intelectual apartado de las rígidas ortodoxias doctrinales de la Academia Soviética y sus vacuos satélites de los demás países del Pacto de Varsovia. No ha de extrañar que no supieran realmente qué hacer con él. El marxismo sí que le dio a su obra, es cierto, un aroma teleológico que ya no es de nuestro gusto en el mundo postmarxista. Sus bandidos campestres y sus milenaristas campesinos, por ejemplo, eran rebeldes primitivos precisamente porque la historia no había alcanzado todavía el estadio en el que el socialismo proporcionara el juego de herramientas para que los rebeldes se convirtieran en modernos. Pero esto no le impidió tratarlos con una simpatía y fascinación muy apartada del "enorme desdén" de una dogmática posteridad marxista [1]. En ningún sitio son más evidentes estas cualidades que en la nostalgia vaga pero claramente perceptible en los brillantes ensayos del presente volumen sobre la vida judía de Centroeuropa de los siglos XIX y XX, el entorno en el que él mismo creció.  

Lo que también hizo el marxismo de Hobsbawm, sin embargo, fue transformarle de optimista de toda la vida – mientras era posible pensar para algunos, aun con ciertas reservas, que proporcionaba esperanza para el futuro– en pesimista perplejo, cuando se hizo evidente, desde los años 90 en adelante, que ya no se podía. El pesimismo de Hobsbawm se filtra en muchos de los ensayos de este libro más claramente que en ninguna otra obra de las que publicara tras la caída del comunismo. La experiencia cultural, afirma, se está “desintegrando”.  La música clásica no tiene futuro, sólo pasado.  

En muchas partes del mundo, las subvenciones del Estado a las artes están siendo reemplazadas por las fuerzas del mercado, con efectos desastrosos. ("No va a pasar en el Reino Unido", declara, pero en este caso no estaba siendo lo bastante pesimista). Sin embargo, su visión del futuro de la cultura es demasiado sombría. Puede que la música moderna no sea muy popular en la salas de conciertos, por ejemplo (tal como apunta repetidas veces), pero llega a millones de personas en forma de música para cine. Si se echa un vistazo a las artes visuales o el teatro, no hay muchas señales de declive. Como tan a menudo sucede, sus argumentos invitan tanto a disentir como a estar de acuerdo, signo de un historiador verdaderamente creativo. Tal como observó una vez el historiador económico David Landes, de un libro de Hobsbawm se sale como de una vigorosa partida de squash: exhausto y tonificado al mismo tiempo.  
Por último, y lo más importante de todo, Hobsbawm tenía una asombrosa vastedad de conocimientos, que abarcaba un número vertiginoso de países y culturas. Llevo enseñando y escribiendo sobre la historia moderna de Europa durante más de cuarenta años, pero leyendo este libro he aprendido una enorme cantidad de cosas que antes no sabía, acerca de escritores que antes no conocía como K. E. Franzos, Gregor von Rezzori, o Miroslav Krleza, sobre el papel del voto judío en las elecciones del Turín de mediados del siglo XIX, sobre las razones por las que los mormones siempre son los villanos de los relatos de Sherlock Holmes, sobre el atractivo del mito del vaquero para la sensibilidad europea, y mucho más; algo nuevo en casi cada página. Hobsbawm debía este conocimiento enciclopédico en parte a la insaciable curiosidad por todo que fue sin duda un factor principal para mantenerse vivo y pensar durante tanto tiempo; también se lo debía, evidentemente, a su cosmopolita educación, en Viena, Berlín y Londres.  

Este cosmopolitismo estaba, sin embargo, lejos de ser único entre los historiadores británicos de su propia generación y de las siguientes, aunque en el caso de Hobsbawm fue más allá que el de ningún otro. Historiadores de una edad comparable, tales como Owen Chadwick, Denis Mack Smith, Raymond Carr y Michael Howard [2],todos felizmente todavía con nosotros, encontraron natural investigar y escribir sobre la historia del continente europeo.
Transmitieron la amplitud de su perspectiva a una generación más joven – la mía – produciendo toda una falange de historiadores británicos cuya obra es tan familiar en los países sobre los que escriben, de España a Rusia, de Alemania a Italia, de Polonia a Rumanía, como lo es en Gran Bretaña o Norteamérica: Paul Preston, Ian Kershaw, Norman Davies, Dennis Deletant, Lucy Riall, Geoffrey Hosking [3] y muchos otros. Esto ha convertido a los historiadores británicos en los más influyentes y ampliamente leídos del mundo de hoy. Su predominio ha sido resultado de una amplia educación histórica en las escuelas británicas, en las que la historia europea y del mundo se han impartido junto a la historia británica a lo largo de decenios.

Hoy la gran tradición se encuentra en peligro a causa del programa de Historia del secretario de Estado para la Educación [Michael Gove], que amenaza con producir una generación de jóvenes ignorantes y de estrechas miras e ignorantes que terminará el colegio sin saber nada de la historia de las tierras más allá de estas orillas. Ya estoy oyendo a Eric Hobsbawm revolverse en su tumba.

NOTAS T.: [1] Al referirse al “enorme desdén de la posteridad”,Evans parafrasea el famoso prólogo deThe Making of the English Working Class, la obra maestra de E. P. Thompson. Véase aquí.  [2] Owen Chadwick (1916) es un eminente especialista en la historia del cristianismo, profesor en Cambridge y East Anglia, que ha escrito, entre otros temas, sobre la Reforma, la historia del papado, la secularización de la cultura europea y el conflicto entre Iglesia y Estado; Denis Mack Smith (1920) es uno de los máximos expertos en la historia contemporánea de Italia, del Risorgimento al fascismo, y entre sus temas se encuentran Garibaldi, Cavour, Vittorio Emmanuele, Mazzini y Mussolini (del que escribió una célebre biografía), Sicilia y la monarquía de los Saboya; algo semejante, pero referido a la Historia de España de los siglos XIX y XX, puede decirse de Raymond Carr (1919), profesor en Oxford, autor de obras de referencia como España 1808-2008 [Ariel, Barcelona, 2009], maestro de varias generaciones de historiadores y especialista asimismo…en la caza del zorro; Michael Howard (1922), destacado investigador de la historia militar, fue profesor en Oxford y Yale y ha trabajado sobre la guerra franco-prusiana, Clausewitz y las dos guerras mundiales.  [3] Paul Preston (1946) es un conocidísimo hispanista gracias a sus libros sobre la II República, la Guerra Civil y el franquismo; Ian Kershaw (1943), profesor en la Universidad de Sheffield, y destaca por sus libros sobre el Tercer Reich, la Solución Final y su biografía de Hitler; Norman Davies (1941), que enseñó en Oxford y Cambridge, asesor de Margaret Thatcher, es profesor en la Universidad Bilkent de Ankara, y escribe sobre la historia europea del siglo XX; Dennis Deletant (1946) es una autoridad en la historia de Rumanía; Lucy Riall (1962), profesora en Birkbeck, Universidad de Londres, sobresale por sus estudios acerca del Risorgimento, Garibaldi y la unificación italiana; Geoffrey Hosking, profesor en el University College de Londres, es un notable historiador del imperio ruso y la Unión Soviética.  Richard J. Evans es profesor regius de Historia en la Universidad de Cambridge, donde preside el Wolfson College. En castellano se ha publicado en 2012 [Península, Barcelona] su extraordinaria trilogíaLa llegada del Tercer Reich, El Tercer Reich en el poder y El Tercer Reich en guerra.

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NAVEGACIONES 13-01-2013



FEMEN, EL CUERPO DE LAS MUJERES. ENTREVISTA.

ELENA CARUSO

Inna Shevchenko, 22 años, ucraniana, es uno de los rostros más conocidos de las Femen. La hemos visto en acción el 24 de febrero en Milán contra el expresidente del gobierno italiano, Silvio Berlusconi, que votaba en su colegio electoral. Pero Inna estaba presente también en uno de los últimos Angelus del Papa Ratzinger, el 13 de enero pasado, en una protesta en apoyo del matrimonio gay: el video de la católica que la emprende a paraguazos ha circulado “viralmente” por todo el mundo. Sin embargo, el primer episodio que dio notoriedad a esta nueva «rebelde» se remonta al verano de 2012, cuando Inna derribó con una motosierra una cruz de madera en Kiev en signo de solidaridad con las Pussy Riot, que en aquellos días estaban siendo juzgadas en Rusia. Enemistada con las autoridades ucranianas, Inna ha tenido que dejar su país para trasladarse a París, donde ha abierto el primer centro de formación Femen. Entre otras cosas, escribe para las ediciones francesa y británica del Huffington Post.

Mi conversación con Inna se inicia justamente con la opción política de Femen: desnudar el cuerpo de las mujeres y hacerlo instrumento de lucha y de libertad. Un mensaje fuerte, que corre el riesgo de malinterpretarse y confundirse en un sistema mediático con una elevada proporción de pornografía como el de la televisión italiana. «Queremos dar una nueva interpretación al cuerpo de la mujer, queremos destruir la visión de la mujer como objeto sexual, como Barbies. Nuestro cuerpo ya no está bajo el control de hombres como Berlusconi, que lo compran, lo usan para el propio placer, con shows televisivos. Nosotras ofrecemos una nueva visión e interpretación del cuerpo de las mujeres».
Las Femen se autofinancian en la Red a través de su Femenshop [www.femenshop.com], en la que desde hace algunos meses se vende un curioso artículo a 70 dólares: el «Boobs Print», calco del pecho de las Femen. «Toda elección de las Femen, toda pieza de arte sirve para lanzar un nuevo mensaje sobre el cuerpo de la mujer». Junto a la protesta con los pechos desnudos, otro rasgo que distingue por contra a las Femen es la corona de flores en la cabeza. «Nada tiene que ver con los hippies - puntualiza Inna – , las flores provienen de una tradición arraigada en Ucrania, simbolizan el nacimiento del feminismo en un país en el que nunca ha existido. Es el símbolo de la belleza de las guerreras». Y sobre la relación con el feminismo histórico: «Queremos la feminización del mundo por la libertad de la mujer, rechazamos a quien nos ponga obstáculos. Queremos luchar por la difusión de nuestras ideas y lo hacemos buscando una fórmula nueva, adaptada al presente, pero no renegamos de la tradición ni del pasado. Somos "Sextremist": esta es nuestra técnica para actuar, la forma que hemos elegido dar a nuestra lucha». La protesta extrema desnudando los pechos, pero no solamente. «Cada vez que proyectamos una acción, afrontamos un problema ofreciendo una solución alternativa. Decimos "no", pero indicamos también el camino a seguir».

Con respecto a las opciones decididas por las Femen, Inna precisa: «No hay temas separados para hombres y mujeres, queremos la igualdad de la sociedad, queremos que la opinión y el punto de vista de las mujeres se difunda por doquier  del mismo modo que el de los hombres. Debemos dar nuestro parecer en cualquier cuestión, en cualquier parte. Difundir nuestra opinión: esta es nuestra estrategia». Femen es ya un movimiento internacional: «Hay diez secciones localizadas en diferentes países, cada uno de los grupos se organiza pero está en contacto con todos los demás. Hay un nivel central compuesto por las personas que han dado inicio al movimiento, que han inventado la técnica del  Sextremism y creado Femen de la nada». El "nivel central" no entraña esquemas jerárquicos en su seno: «El grupo central avanza propuestas a los diversos grupos, pero se discute y se decide entre todas juntas. Todas las acciones de las Femen son compartidas por todos las componentes del grupo». El núcleo duro, que desarrolla estas funciones de impulso de la actividad internacional de Femen, lo constituyen las cuatro líderes fundadoras del movimiento en Ucrania en 2008, entre ellas la misma Inna. «Somos las dirigentes, trabajamos con dedicación plena para el movimiento, pero no concebimos el término en un sentido tradicional. El nuestro es un trabajo colectivo». A propósito de la política, Inna explica: «En teoría estamos cerca de las ideas de izquierda y contra la ideología de la derecha. Pero no apoyamos a ningún político o partido, no hay nadie que haya cambiado la posición de las mujeres en favor de la paridad». Y la hipótesis de un partido Femen no parece realizable en el estado actual: «No queremos que nos vinculen a los partidos tradicionales ni a la miseria de la política de hoy». ¿Cómo vive una Femen? «La rutina cotidiana de una Femen es Femen. Nos adiestramos y preparamos las acciones». Pensando en un lema de los años 70, "lo personal es político", le inquiero para tener alguna información más sobre las relaciones personales dentro del grupo: «Femen no toma en consideración la sexualidad de los activistas, tenemos un montón de heterosexuales y también de lesbianas». ¿Y se admiten hombres? «Yes, of course. Tenemos muchos varones, pocos homosexuales y ningún transexual todavía. El nuestro es un grupo abierto. Pero los hombres no pueden participar en nuestras acciones, no pueden ser activistas. Pueden, sin embargo, estar en la organización dando apoyo, informaciones. Hay abogados, fotógrafos...». Y sobre la exclusión de los hombres del primer plano concluye: «No pueden participar en las acciones, pues la cuestión más importante para nosotras es que el mundo entienda que ahora las mujeres están listas para actuar por sí solas y están dispuestas a luchar».


Elena Caruso es colaboradora del diario italiano Il Manifesto.

NAVEGACIONES 01-01-2013


BELLEZA FATAL: LAS NUEVAS CARAS DE LA ALIENACIÓN FEMENINA. ENTREVISTA

MONA CHOLLET


El cuarto libro de Mona Chollet, Beauté fatale - Les nouveaux visages d'une aliénation féminine (1), aborda el complejo "moda - belleza". El libro tiene el mérito de visibilizar una forma de enajenación correosa  que está en todas partes y en ninguna a la vez  A partir de una pregunta falsamente ingenua: ¿qué hay de malo en querer ser bella?, la autora trata de distinguir el deseo personal de belleza de su explotación por una lógica sexista y por la sociedad de consumo. Más que una crítica sobre el ansia de belleza, este libro realiza un estudio exhaustivo sobre los centros de poder donde moda y belleza se encuentran. Habla, por supuesto,  sobre el cuerpo femenino y las formas específicas de dominación que sufre, pero no se limita a eso. Una amplia revisión de la literatura en inglés, la más productiva sobre este tema, le permite insertar estas formas de dominación dentro de una lectura crítica de la sociedad contemporánea y de la dinámica consumista y de mercado en la que estamos inmersos. La entrevista fue realizada por Wassim El Golli para la revista francesa Contretemps.

C: Su libro nos invita a cuestionar la relación, individual y colectiva, que nuestra sociedad construye sobre la belleza y la moda. ¿Por qué es importante preguntarse acerca de esto?

Mona Chollet: En primer lugar, porque se trata de un tema que ha sido escasamente tratado. Siempre me ha impresionado el pequeño número de análisis críticos que se realizan sobre la moda, las revistas femeninas, la belleza, la publicidad.... Cuando yo era adolescente, recuerdo haber rebuscado entre los libros de la biblioteca municipal. Solo encontré el pequeño libro de Anne Marie Dardigna, publicado por Masperó, titulado "Prensa femenina- función ideológica". Un buen libro, muy de su época, marxista puro y duro, que me hizo reflexionar pero que también abrió aún más mi apetito.

Desde entonces, he visto poca cosa, aparte de algunos artículos esporádicos y un poco superficiales sobre "todas esas modelos demasiado delgadas." Pero nada de crítica sistemática. Y luego, siempre subsiste ese mito francés, de que tratamos de lograr la igualdad, como mujer, pero sin renunciar a la seducción, la feminidad, la coquetería, etc. Como si se tratara de algo con lo que pudiéramos vivir con placer, con sencillez, siendo respetadas también como personas ... como si no hubiera un problema directo y concreto de dominación que se ejerce, también, sobre el cuerpo y que pasa por todas esas prácticas denominadas “de belleza” y que algunos han denominado “el corsé invisible”.

Se trata, en realidad, de un conjunto de normas tan rígidas que una mujer tiene muy pocas posibilidades de vivir de una manera sencilla y agradable. Hay cosas muy agresivas contra la vida de las mujeres detrás de los modelos de delgadez, por ejemplo: es la negación pura y simple de la feminidad, del cuerpo femenino. Al final, el cuerpo ideal de una mujer es el cuerpo de un hombre. Los maniquís de hoy en día que, evidentemente, representan el ideal de belleza dominante, tienen cuerpos muy andróginos con un plus de senos solamente. Cualquier forma de redondez es vista como algo que debe ser eliminado.

Como ejemplo: en su mundo particular, las anoréxicas suelen rechazar todo lo que es la feminidad real, como es el tener menstruación. Quieren deshacerse de lo femenino que está asociado con algo repugnante e indigno. Esta idea de indignidad es muy perniciosa, cuando se mezcla con todo lo que acompaña el “complejo moda-belleza” a través de prácticas hedonistas. Cuando las revistas femeninas construyen titulares como "Adelgazar da placer", a propósito de las dietas de adelgazamiento de primavera, el efecto es perverso, ya que realizan ataques contra las mujeres envueltos en  discursos de placer y de auto-cuidados. Lo mismo que sobre la cirugía estética que va en contra de las especificidades de cada mujer. Para ser amada y aceptada, es preciso eliminar toda singularidad y conformar el propio cuerpo en torno a un modelo estándar; es preciso estar “homologada”.

Se produce, en la actualidad, una total ilusión sobre lo que realmente es la belleza y la cuestión de la apariencia ocupa un lugar desproporcionado en la vida de las mujeres. Ellas acaban siempre reducidas a esto: hagan lo que hagan, siempre serán juzgadas por su físico. Y si ese no “pasa”, nada lo hará.

C: ¿Cómo analiza usted los efectos de la belleza en tanto que construcción social y cuales son las formas de dominación específica que produce?

Mona Chollet: Me interesan mucho todos los discursos de celebración de la feminidad y me parecen, también, extremadamente sospechosos. Yo, por ejemplo, he escrito extensamente sobre la falda. Porque, los que tienen un discurso sobre esa prenda, particularmente frecuente en los últimos años, partían de la idea de que las chicas de los suburbios no podían vestirse con faldas y optaron por luchar solo por el derecho a que lo hicieran, en lugar de defender el derecho genérico de las jóvenes a vestirse como quieran. Finalmente, se encontraron promoviendo un modelo que no es sólo un modelo de vestimenta sino todo un modelo de comportamiento.

Detrás de la prescripción de una prenda cualquiera, siempre existe la prescripción de una cierta identidad, una sumisión a ciertos criterios, a un lugar del que no se debe salir. En estos discursos normativos sobre la manera de vestirse hay una visión de dominación absolutamente obvia.

Cuando se produjeron los incidentes Polanski y Strauss-Kahn, me sorprendió descubrir que todos los intelectuales franceses que celebraban la pseudo-seducción o pseudo-feminismo a la francesa- (¡utilizan indiferentemente las palabras feminismo y seducción!)-, encarnaban finalmente la voluntad de mantener a las mujeres en un cierto lugar y un desprecio total de su subjetividad. Es el reverso de esta pseudo-excepción francesa de las relaciones pacíficas entre los sexos, de relaciones a la vez de seducción y de igualdad.

Con este libro he querido mostrar cómo la subjetividad de la mujer no es del todo evidente para muchos hombres a los que se supone tener estudios, reflexionar o encarnar y defender el bien y la verdad. ¡Ya sabíamos que ellos no lo hacían muy bien, pero está confirmado! Tienen una visión completamente arcaica de las relaciones entre hombres y mujeres.

C: ¿Qué relación ve entre el mayor control sobre el cuerpo de las mujeres, que usted describe y la noción de mercantilización ligada a la sociedad de consumo?
Mona Chollet: Numerosos trabajos han mostrado ya que la sociedad de consumo tiene una historia particular con las mujeres, puesto que la producción estaba del lado de los hombres mientras que el consumo del de las mujeres. Laurie Essig (2010) [2] señala que los primeros supermercados en los Estados Unidos se llamaban “Lady´s Malls”. En Francia, Zola lo llamaba: “le Bon Marché Au Bonheur des Dames”...Las mujeres, sobre todo en las clases medias acomodadas, eran las encargadas de las compras para el conjunto de la familia, pero también para ellas mismas. Es la industria la que se ha hecho cargo de todas las tareas domésticas para la fabricación de productos básicos, la ropa, el jabón, los productos de uso doméstico, los cosméticos...

Y lo que es también muy interesante, en el libro de Betty Friedan (1963) [ 3 ], es que muestra cómo en los años 50, las mujeres blancas de clase media americana a las que se había vendido la idea de que su realización no estaba más que en el hogar, los hijos y el marido, estaban tan frustradas que se volvían medio locas perdiendo todo sentido de propia identidad a fuerza de no tener ningún dominio sobre ellas mismas. Entonces, los publicistas se pusieron a vender la experiencia del gran almacén para reemplazar la experiencia del mundo. En el libro, cito el ejemplo de un fabricante que dijo que puesto que las mujeres quieren algo que les pertenezca como propio, les ofreceremos un champú o un coche diferente al del resto de la familia. Se puede pensar que eso funcionaria solo medianamente como sustitutivo pero, en todo caso, promueve las ventas. Y es, probablemente, aún verdad hoy en día. Yo tengo también la impresión de que la esfera del consumo ha comprendido siempre muy bien la sensibilidad de las mujeres ante las cosas para las que han sido condicionadas a ser sensibles. Es decir, el aspecto material de la vida y su aspecto hedonista también, la sensibilidad hacia los objetos, a los colores, a las telas, a los decorados, que son preocupaciones bastante despreciadas por la cultura dominante. Puede que así sea sobre todo en Francia, donde se da valor a un ideal cartesiano y abstracto… los hombres tienen también una tradición de vivir bien, pero en una esfera diferente. La del cigarro, el vino, pero no la de los cosméticos o de los productos para el baño.

C: Usted cita repetidamente la obra de Betty Friedan, quien explicó que un conjunto de factores,  como el desarrollo en los electrodomésticos y el consumo de los hogares, pero sobre todo, la voluntad de las mujeres de volver al hogar y llevar una vida tranquila, después de guerra, provocó una forma de reacción. ¿El lugar que ocupa el cuerpo de las mujeres en esta sociedad revelaría, hoy día, ese mismo mecanismo?

Mona Chollet: Sí, por supuesto. Eso estaba en el libro de Susan Faludi [ 4 ]: en teoría, las mujeres tienen ya la igualdad, la oportunidad de ser financieramente independientes, de trabajar sin permiso del marido, de controlar su fecundidad... Se puede pensar, entonces, que el cuerpo es el último lugar donde la dominación puede actuar. Y, por último que, después de que las otras prisiones se abrieran, esta, que es una prisión inmaterial es, no obstante, aún más implacable. Es una forma de mantener atrapadas a las mujeres, sujetas por hilos de marioneta, de mantenerlas en su lugar de otra manera, por un control externo - se les pone nota si no se ajustan al modelo al que se supone corresponden- y por un auto-control- puesto que ellas mismas interiorizan esas normas, sin que necesariamente se den cuenta de su carácter mortífero y destructor. Por ello, interesarse en esto, como feminista, no es una frivolidad, sino una cuestión absolutamente central.

Esta asignación a las mujeres de las preocupaciones materiales-estéticas es una manera de excluirlas de las áreas de toma de decisiones, de la política. Se les asigna a lo corporal, al espacio domestico que, en mi opinión, son esferas nobles en si mismas pero que se vuelven problemáticas cuando hay asignación y cuando toda la existencia debe construirse a su alrededor.

A menudo, las mismas mujeres son cómplices de su propia situación: como el mundo actual da un poco de miedo, la idea de apartarse de él y elegir cremas de belleza, moda de primavera o nuevo mobiliario para la casa, aparece como algo atractivo. Este fenómeno ayuda a explicar el éxito de los blogs de decoración, de muebles o de pastelería. Es como un rincón tranquilizador, un universo donde se ven y se fabrican cosas bellas, una especie de burbuja sin preocupaciones. Es preciso comprenderla para poder criticarla.

C: Para comprenderlo, también tenemos que recordar el discurso cada vez mas frecuente de padres que perciben la “apariencia” ante la sociedad como un verdadero recurso positivo para sus hijos, de la misma forma que un diploma, por ejemplo...

Mona Chollet: Sí, es un cálculo terrible. Si quieres enseñar a un niño a defenderse en esta sociedad, no debemos dejar que se obsesione por cómo los demás le perciben, sino enseñarle a tener confianza en si mismos y en sus propias percepciones y especialmente, a las mujeres.

He trabajado bastante sobre la violencia conyugal en el mundo diplomático: Esa terrible inseguridad de las mujeres que hace que tarden mucho en defenderse y en convencerse de que tienen derecho a hacerlo. Creo que también está relacionado con el hecho de que se las educa a estar obsesionadas por lo que los demás puedan pensar de ellas. Perciben su propia persona reduciéndola a su mero aspecto físico. Esa obsesión por el cuerpo mantiene a las mujeres en una inseguridad permanente. Están siempre preocupadas por ofrecer su mejor apariencia. Es como un entrenamiento para que sean marionetas de los ojos ajenos.

C: Lo de "Encontrar al príncipe azul" se podría sustituir, si no mejor, completar, por lo de “ser descubierta" para convertirse en la próxima “estrella”. ¿Cómo comprender esa paradoja que consiste en relacionar la moda y la libertad?

Mona Chollet: ¡Hay una enorme mistificación alrededor! Es la imaginería de la cultura de masas con las actrices desde los comienzos del cine. El testimonio de la niña en el libro, que dice que sueña con ser "descubierta" data de los años 30. Este fenómeno tomó fuerza en los años 50 y después, con las modelos de los años 80, con más pasividad aún y mayor reducción a la apariencia, puesto que la “top model” ni habla ni siquiera actúa.

Convertirse en actriz o modelo se vende como la realización de un sueño. Este es el modelo para las chicas jóvenes en el mundo gris de todos los días. De repente, eres señalada en la calle y entonces, tu futuro se transforma con un golpe de varita mágica - te conviertes en rica, famosa, vives en lugares hermosos y un día encuentras con un hombre rico y… ¡aquello es la consagración! Este modelo narrativo se vende a generaciones de niñas sin ningún remordimiento y con tales medios que hacen muy difícil defenderse. Sobre todo cuando eres una adolescente impresionable y que se aburre en la escuela.

Sin embargo, al ofrecer a las mujeres hacer así su camino por el mundo, ocultan el precio a pagar: ser reducida al mero aspecto físico y ser el juguete de otras voluntades. Están en manos de agentes, productores, fotógrafos... Sempé realizó, hace varios años, un dibujo que mostraba una modelo que se está preparado para el rodaje de un anuncio y que estaba como en una prisión: completamente rodeada por personas que la vestían, la peinaban, la maquillaban y que la transformaban en algo muy diferente a la del principio. Después, se veían los resultados en los carteles colgados por la ciudad donde la joven saltaba y danzaba, libre como el aire. ¡Esta es exactamente la paradoja!

Una actriz que cito en el libro también dice que ya no puede leer y creerse las escenas en las que siempre se describe cómo la heroína es hermosa, sin saberlo, de belleza natural, mientras que ella, en realidad, pasa tanto tiempo después siguiendo dietas de locos y yendo a gimnasios para ser seleccionada para esos papeles. Una modelo, que cito también, dice que no se hace muchas ilusiones pero que va a continuar con su trabajo porque su hermana realizo estudios larguisimos de oncología y no gana tanto como ella. ¡Es un sistema donde se paga más a una mujer por ser guapa que por ser inteligente!

C: A lo largo del libro, usted busca comprender el concepto desarrollado por la feminista británica, Angela Mc Robbie [ 5 ] del "complejo moda-belleza", y cómo permite tomarse en serio una cierta cultura femenina. ¿Por qué?

Mona Chollet: Estoy especialmente interesada en sus declinaciones contemporáneas, es decir, cómo se pretende ahora ser “cultura” para difundir, aún mejor, sus obsesiones. Quería desmontar la idea de que la industria trabaja para el bien de las mujeres y que esta ahí para ayudar a lograr su felicidad. Una idea por la que esta industria funciona en colaboración con la prensa femenina, el cine, la televisión,… tratando de persuadir a las mujeres. Cuando lo esencial, esta bien claro, es vender productos.

Es impresionante ver cómo los dispositivos para situar en el mercado estos productos son cada vez más sofisticados. Tomemos el ejemplo de los blogs, que ahora conviven con los dispositivos más clásicos de la publicidad o de las revistas. Estos blogs, en los que el número de audiencia es impresionante funcionan con mujeres consentidoras que se dejan llevar completamente por esa fascinación por la última “crème machin”. Cada una tratando de presumir con las fotos de su baño, de su tocador, dando una imagen de si misma como de mujer de buen gusto, que sabe como vestirse, conoce los buenos productos, los secretos de belleza. Estos blogs construyen una especie de estanterías virtuales en su pantalla como las de un escaparate de un supermercado. Ahora son también las blogeras las que construyen sus escaparates virtuales, algunas de forma gratuita, con una terrible ingenuidad, otras siendo pagadas por sociedades comerciales. Y además, las propias marcas fabrican contenidos, pequeñas filmaciones difundidas por Internet, para poner un poco de imaginación y emoción alrededor de la mercancía.

C: En definitiva, este “complejo moda-belleza” obliga a las mujeres a encontrar un lugar dentro de los estándares de belleza...

Mona Chollet: Es el complejo moda-belleza quien distribuye los puntos para saber quien es una verdadera mujer y quién no lo es. Es una paradoja sorprendente: la feminidad se presenta a la vez como algo innato y como el resultado, al mismo tiempo, de un trabajo permanente con resultados inciertos, pero de criterios bien precisos. Es chocante ver como, por ejemplo, en los blogs, la mochila está prohibida. Llevo una conmigo, así que no debo ser una verdadera mujer. Se trata evidentemente de un filón comercial fabuloso… dado que los bolsos suponen un sector de consumo que funciona muy bien. Además de suponer una estafa monstruosa: se ven, a menudo, bolsos realmente feos, que se venden por 800 o 1.000 euros…

C: Pero precisamente esta identidad femenina es fundamentalmente una identidad de clase… ¿Quién se puede permitir comprar un bolso de 800 euros? ¿Cómo se imbricaría, para usted la cuestión de la identidad y las relaciones de clase?

Mona Chollet: Creo que eso se corresponde bastante  bien con el tema de mi anterior libro (2004). Hoy en día, las clases altas han impuesto sus valores y su modelo y han desarmando, completamente, toda la hostilidad que podía quedar en su contra. La serie “Gossip girl”: [6] es la quintaesencia de este fenómeno: pone en escena a jovencitas extremadamente ricas y absolutamente odiosas. La reacción de los espectadores de un medio social bajo debería ser de total indignación. Sin embargo esas gentes son capaces de imponer su modelo de consumo y con efectos absolutamente trágicos: hace años que los padres se quejan de los precios de las marcas de moda, pero en la escuela eso toma proporciones de locos. ¿cómo seguir si hay que comprar un bolso de 800 euros? Y eso da una imagen de la sociedad cada vez más despiadada donde se adula la riqueza sin ninguna distancia crítica. Solo queremos parecernos a ellos…

C: En la derecha, pero también en la izquierda, algunos defienden, de repente, la vuelta a los uniformes en la escuela... ¿Qué piensa usted?

Mona Chollet: Me parece completamente ilusorio. Es a la sociedad a la que hay que cambiar. Para la mentalidad dominante, la idea de que la única esperanza sea la del éxito individual, salvarse uno mismo para pasarse al mundo ideal de los ricos, esta profundamente arraigada. He estudiado el esquema narrativo ultra extendido de una “success story”- una historia de un éxito-. La podemos ver en la prensa femenina: es la de Kate Moss, chica de un suburbio de Londres, convertida en millonaria, o la figura de la modelo rusa que vendía verduras en el mercado con su abuela y que ahora vive en un castillo. Hoy predomina la idea de que no es necesario cambiar las reglas del juego para llegar individualmente a subvertirlas. Ante esta mentalidad no veo lo que un uniforme pueda cambiar.
C: La senadora y ex ministra de UMP, Chantal Jouanno, ha expuesto, a principios de este año, un informe sobre la hiper-sexualización de las niñas, puesta en escena, por ejemplo, en un número de la revista Vogue en 2010, en el concurso de Miss Mini o por la venta, en el supermercado americano Walmart de cremas anti-arrugas para niñas. ¿Ve usted conexión con el complejo industrial moda-belleza que desmonta en su libro?

Mona Chollet:   No es la hiper-sexualización en si misma lo que me choca sino el hecho de imponer modelos externos que no se corresponden con la propia experiencia de las niñas. Se les hacen muñecas y se les comunica muy temprano la idea de que hay un problema con su cuerpo y que ellas tienen que arreglarlo. Se les obsesiona ya con la delgadez o con la piel tersa.

Naomi Wolf [ 7 ] lo explica muy bien en su libro: la infancia es también una edad muy erótica pero de una manera completamente espontánea y desordenada, sin ninguna preocupación estética ¡Esta hiper-sexualización  compromete la futura sexualidad de estas niñas!. Cuando tengan un novio pensaran: ¿estoy demasiado gorda? ¿Estaré bien depilada?... es trágico que sus relaciones con los hombres vayan a estar desprovistas de toda espontaneidad.

C: Según usted ¿Por qué se discute en el espacio público sobre la hiper-sexualización de los niños, pero no  sobre la de las mujeres?

Mona Chollet: Es cierto. Por ejemplo, cuando se habla de prostitución infantil, se evita hablar de países enteros cuya economía depende de la prostitución femenina, lo que no parece ser un problema para nadie...

Creo que hemos dejado de lado muchas cosas, es una forma de resignarnos. Pero la presión sobre las niñas y el desarrollo de la anorexia infantil están ligadas al incremento de la presión sobre las mujeres en general. Hay tanta histeria sobre las normas de belleza que afecta también a las niñas.

Pero siempre es más de consenso hablar sobre niños. Para las mujeres, se desprecian completamente estos temas y se niegan las presiones culturales que se ejercen sobre ellas. En “Libération,” leí un artículo que explicaba que a pesar del caso PIP (prótesis de mama defectuosas y peligrosas), la demanda de implantes mamarios no había disminuido y que llegaba a la conclusión de que el deseo de tener pechos más bonitos era un deseo "entre una mujer y ella misma" ... ¡Como si no hubiera ningún entorno cultural que nos hace tragar, de forma continua e insidiosa, sus dictados! De hecho, si se sigue el razonamiento dominante, de las mujeres se espera que se resistan si no, son estúpidas... y luego, si tienen problemas, como en el caso de las PIP, ¡se lo tenían bien merecido!

Naomi Wolf (1991) evoca, de manera muy interesante, el tratamiento mediático de la anorexia: dice que si esa dolencia afectara a los hombres jóvenes americanos en la misma proporción que a las mujeres jóvenes, saldría en titulares de prensa. Pero como son las mujeres las afectadas, se percibe como menos grave, como una señal de que ellas son demasiado frívolas o un poco neuróticas.

C: En su libro, usted no menciona la pornografía... ¿tal vez entra en resonancia con todo ese discurso?

Mona Chollet.: Es cierto y es, sin duda, algo que falta en el libro. Pero en mi opinión, la objetivación del cuerpo y la obsesión por mostrarlo tienen una conexión fácil entre el porno y lo que yo he escrito. Es la visión ingenua del cuerpo la que lo reduce a una pura plástica y a una pura mecánica, con la idea de que si se logra esculpir el cuerpo de una cierta manera, se tendrán relaciones amorosas geniales y se encontrará la felicidad. El porno puede llevar al paroxismo ese ideal de la pura mecánica. Con la crudeza, la luz, la obsesión de ver lo más posible.

C: En estos últimos años algunas feministas como Elisabeth Badinter se apasionan por el problema del velo y de la laicidad, desechando la alienación sobre el cuerpo de la mujer producida por la moda o la belleza. ¿cómo lo explica usted?

 Mona Chollet : ¡No lo puedo explicar! Eso me parece aberrante. No entiendo cómo una mujer como Elisabeth Badinter, accionista principal de uno de los grupos de publicidad más grandes del mundo (PUBLICIS, ndlr), quien afirma que la publicidad no es un tema para el feminismo, puede ser tomada en serio como feminista. Para mí, es un misterio.

Me impresionó un artículo de Alain Badiou: su tesis es que la ley sobre el velo en la escuela vuelve a obligar a exponer la mercancía, una mercancía a la que no podremos poner un pañuelo. Y que esta ley es una ley puramente capitalista. Creo que es bastante acertado. Nos tomamos muy en serio la dimensión religiosa cuando, especialmente entre los adolescentes, es muy frecuente el deseo de camuflarse, de ocultarse, un deseo que está lejos de ser idiota en una edad en la que se es muy cruel los unos con los otros y donde una no está necesariamente cómoda con su cuerpo.

Este es el discurso absurdo de “ni putas ni sumisas”: reivindican el derecho a la feminidad como algo completamente natural, que cae del cielo, cuando, en realidad es muy complicado y no es algo que aparezca por si solo. Algunas niñas lo asimilan muy rápidamente, otras jamás, otras lo van asimilando muy lentamente... Yo sé muy bien que detrás del velo hay un aspecto de  reivindicación identitaria y una reversión del estigma. Pero creo que también se puede tomar como un reflejo de protección y camuflaje perfectamente comprensible a esta edad.

Notas:
[2] Laurie Essig, « American Plastic, Boob jobs, credits cards, and the quest for perfection », Beacon Press, 2010.
[3] Betty Friendan, La Femme mystifiée, traduit de l'américain par Yvette Roudy, Gonthier, Paris, 1964.
[4] Backlash, voir son blog, http://www.susanfaludi.com/, ndlr
[5] Angela Mc Robbie, The Aftermath of Feminism. Gender, Culture and Social Change (2008). (blog : http://www.angelamcrobbie.com/)
[7] Naomi Wolf, The Beauty Myth : How Images of Beauty Are Used Against Women (1990). Traduction française : Quand la beauté fait mal (1991)

Bibliografía de Mona Chollet
2001: Mona Chollet et Gébé. Marchands et citoyens, la guerre de l'Internet . L'Atalante.
2004: La Tyrannie de la réalité , Calmann-Lévy. (repris en Folio-Actuel, 2006)
2008: Rêves de droite - Défaire l'imaginaire sarkozyste , Zones éditions.
2009: Les Editocrates, ou comment parler de (presque) tout en racontant (vraiment) n'importe quoi , ouvrage coécrit avec Olivier Cyran, Sébastien Fontenelle et Mathias Reymond, Éditions La Découverte
2012: Beauté fatale - Les nouveaux visages d'une aliénation féminine , Zones éditions.


Mona Chollet es una periodista y escritora feminista ginebrina que trabaja actualmente para Le Monde Diplomatique.