sábado, 8 de septiembre de 2012

SUWA E IPAK-MITO AWAJUN


MITO DE SUWA E IPAK

Las mujeres, un día tuvieron necesidad de recibir alimentos, (necesitaban algo de carne), por eso, salieron con sus canastitas para buscar pececitos, caracolcitos (choro), a una quebrada.

Los fueron buscando hasta la cabecera, y cuando el sol atardecía, dijeron: hermana, el sol se está ocultando y ya tenemos suficientes caracolcitos, regresémonos. Suwa decía: hermana, hemos surcado muy lejos del río, salgamos por acá para cortar camino y así poder llegar más rápido.

Se pusieron de acuerdo y tomaron un camino diferente con la intención de llegar más rápido, pero sus cálculos no fueron acertados; habían llegado a un lugar desconocido y estaban perdidas entre los matorrales. Dijeron: hermana, ¿qué vamos a hacer? y anduvieron buscando el camino, se sentían asustadas, mientras tanto, el sol se iba. Faltaba muy poco para anochecer.

La realidad de perderse en el bosque, les produjo una gran ansiedad de comer Nagkai y cuando sintieron que no tendrían opción de encontrar el camino que las llevaría a su casa, se decepcionaron y buscaron un lugar y llegaron a una casa donde vivía un señor llamado Nantatai.

Suwa e Ipak eran mujeres casadas con un solo hombre y eran felices y vivían sin ningún tipo de quejas. El marido, sintiendo que iba a ser asesinado por sus enemigos, dijo a sus esposas: miren, yo les he amado mucho, por eso las he cuidado bien, pero esta vez me van a matar. No quiero que sufran cuando se queden viudas. Pero hay  un hombre que las puede cuidar con responsabilidad. Esa persona es mi hermano Nayap, mi hermano está soltero, y vive con mi mamá, cuidándola, y es gran pescador; ya conversé con él. Las cuidará después de mi muerte. Cuando muera ustedes irán a su casa. Van a llegar por dos caminos, uno que va por derecha y otro por izquierda. En la parte derecha van a encontrar una pluma de guacamayo, y sin equivocarse, vayan por esa dirección y llegarán donde está mi mamá. Ella estará pelando maní, preparando fréjol, y le explicarán. Con tales recomendaciones las aceptará con mucho agrado y vivirán muy felices.

Cuando estaban conversando, fueron oídas por la zarigüeya. Luego, cuando el esposo de Suwa e Ipak fue asesinado y se alistaban para irse donde su cuñado, la zarigüeya corrió al lugar donde estaría la pluma de guacamayo y la colocó a la izquierda y a la pluma de Ikanchan a la derecha.

Las mujeres con sus hermanitas salieron con todos sus equipajes, y llegaron a los dos caminos. Al ver la situación las hermanas se sorprendieron y se preguntaron una a otra: hermana, ¿qué habrá sucedido? Nuestro marido dijo cómo iba a ser y no es lo que estamos viendo. Suwa decía: nos indicó que vayamos en dirección de la pluma del guacamayo. Ipak dijo: pero hermana, nuestro marido nos recomendó que vayamos por la derecha del camino. Suwa: Pero hermana, nuestro marido dijo que vayamos por la dirección de la pluma de guacamayo, no importa el camino en qué dirección esté, mejor cumplamos su petición y vayamos aquí. Caminaron y llegaron a la casa de Tsuna, y la mamá estaba preparando choclo, y entre ellas se dijeron que habían llegado bien y no habían equivocado la dirección.

Las hermanas dijeron a su supuesta suegra: hemos llegado por que nuestro marido ha sido asesinado y nos habló de usted y que su hijo Nayap nos cuidará, por eso estamos aquí. La dueña de casa después de escuchar sus versiones dijo que no había ningún problema y les hizo pasar a la casa y explicó que su hijo no estaba, había ido a la guerra. Quédense aquí, y les dio una cama en un rincón de la casa.

Después la señora les contó que su hijo había ido a la guerra, que era muy guapo y valiente. Cuando regrese de la guerra las iba tomar como esposas y ellas quedaron conformes.

Estando allí, iban a la chacra con la señora, y así pasaban. De esta manera vivieron mucho tiempo. Le preguntaban cuándo iba a llegar el hijo, y respondía que pronto. Bueno señora, vamos a conocer a tu hijo cuando llegue. El asiento estaba ahí, bien grande y rojo, esa era la esperanza para estar seguras de que el hijo estaba en la guerra.

En realidad, el famoso hijo no había ido a la guerra, era una mentira de la señora. Se encontraba dentro de la casa, arriba, en la barbacoa, metido en una tinaja grande. Era un ser monstruoso, bien feo, lleno de lagañas, realmente horrible. Pero la señora las había engañado con el cuento del hijo guapo, valiente y guerrero. Para dar credibilidad de su existencia había materiales de hilados, tejidos.

La mentirosa señora, cuando las hermanas dormían, en la madrugada, bajaba al hijo y lo sentaba en la silla y  le daba de comer. Hijito: llegaron mujeres guapas, llegaron para ti, y el Nantatai respondía que ya era tiempo que las mujeres se interesen en él. Hijito: anda, ve a tus mujeres. Las hacía dormir profundamente y subía a la cama y después de hacer el amor con las dos les dejaba bien mojada las vaginas.

El Nantatai era un ser feo y tenía el pene bien grande. Cuando se metía en la tinaja enrollaba su pene y quedaba así.

Aunque tenía pene grande, al momento de hacer el amor no tenía problemas.

Mientras hacía el amor, el monstruo preguntó: mamá, ¿qué será este planito negrito? y su mamá dijo ¡ah! eso es lo que los viejos gozan tanto y se llama labio de la vagina. Eso es lo que el viejo cuidó con tanto celo y nadie podía tocar porque solamente es para el dueño. Después de un momento el monstruo preguntó: mamá, ¿estos pelos qué serán? y la mamá contestaba: ¡ah! esos son los vellos púbicos. Eso es lo que los viejos adoraban y cuidaban celosamente, y cuando podían los tenían bien contados, y estaba prohibido que se cayeran. Después preguntó: mamá, ¿esto que está en los dos lados gruesos qué será?

Y la mamá respondía: ¡ah! eso es la gran vagina, para el orgullo del viejo, decía, y el monstruo contestaba: ¡ah ya! Luego preguntaba: mamá, ¿esto largo medio perdido, qué será? y su mamá: eso es donde los viejos juegan, acarician, el primero que tocan es la felicidad de los hombres. Después: mamá, ¿esto que está en el medio, paradito, qué será? Eso es algo delicioso para los viejos, se llama clítoris. Esto decía cuando estaba haciendo el amor con las dos al mismo tiempo.

Cuando estuvo haciendo el amor con la Huito preguntó a su mamá: ¿qué será esto, bien suavecito? Y su mamá: eso es lo que los viejos cuidaban celosamente, es llamado mujer huito sin bellos púbicos, orgullo de los hombres. Después: mamá, ¿esto que será? es negro y largo, y su mamá: se llama monte de pubis largo. Luego: mamá, ¿esto qué será, son dos partes largas? Es vagina grande.

Después de haber hecho el amor dijo: mami, ya terminé, muy placidamente. Luego lo llevó a la silla y le dio masato y bastante comida. Después lo dejó en la barbacoa bien tapado.

Cuando las mujeres despertaban siempre estaban con las vaginas bien mojadas. Se preguntaban: hermana, ¿por qué nos despertamos mojadas de semen si no conocemos ningún varón, estamos solas?

Pero todas las noches sucedía lo mismo y no había ninguna noche diferente: siempre se mojaban sus vaginas.

Se pusieron de acuerdo para ver qué tipo de persona les hacía el amor, y juntaron un poco de ortigas. También recogieron un poco de tabaco. Así quedaron listas a la hora de dormir. Cuando tuvieron sueño, se pegaron con la ortiga, y se echaron tabaco en los ojos, así desaparecía el sueño. Cuando llegó la madrugada, despacito se preguntaron: pero hermana, ¿quién será esa persona que siempre nos hace el amor cuando nos quedamos dormidas? mira hasta ahora no aparece nadie. Mientras conversaban, la mamá del monstruo se había despertado y prendió una Shijikap, luego llamó: Nantatai, tai, tai. Hermanita, ¿qué sucederá, qué estará haciendo la señora? La señora seguía llamando: Nantatai, tai, tai. Cuando escucharon eso las hermanas asustadas, peñiscándose, miraron. Mientras tanto, la vieja se había parado y apoyado en una banca y bajó la tinaja grande. La destapó y sacó un animal parecido a una persona, envuelto con ropa bien sucia y con su pene enrollado hasta el cuello y lleno de lagañas, extremadamente sucio. Luego lo sentó y sirvió yuca acompañada de masato.

Después de alimentarse, la mamá: hijito, tus mujeres ya están dormidas, vaya a disfrutar, ve a gozar. Las mujeres no entendían por qué decía así, pero se dieron cuenta que ese monstruo era el que les hacía el amor. La Suwa quería morir, quería vomitar, pero su hermana Ipak: hermanita, no te pongas así, vamos a  descubrir qué es lo que va a hacer, la tranquilizó. El monstruo alegremente subió a la cama y se metió en medio de ellas.

Agarró a una de ellas y descolgando su gigante pene quería abrir las piernas, pero la mujer con odio y desprecio cerró fuerte y lo empujó con su mano. El monstruo dijo: mami, ¿por qué la mujer no quiere abrir sus piernas y me empuja? Hijito, te está celando con su hermana, ¡ah! Después quiso tocar la vagina, pero la mujer le botó la mano. Su mamá: hijito, te está celando porque eres demasiado lindo, más guapo que todas las personas… ¡ah! decía. Después el monstruo, bien erecto el pene intentó otra vez, pero ella con odio y desprecio cerraba las piernas y lo empujaba. Mamá, está empujando mi mano y cerró bien sus piernas. Hijito, está demasiado celosa, quiere que le hagas el amor solamente a ella, como tú sueles hacer el amor con las dos, está molesta, no está de acuerdo que hagas el amor con las dos.

Dejó de molestarla y empezó con la otra: con su pene bien erecto fue directamente a la vagina, pero esta también cerró fuerte. Mami, su hermana igual, tampoco permite que toque su vagina. Hijito, también está muy celosa contigo, quería que primero hicieras el amor con ella, como tu tomaste primero a su hermana, está molesta contigo, así son los hombres guapos como tú, eres bien codiciado, por eso están peleando.

Como no podía hacer nada, se levantó de la cama y se sentó otra vez en la silla. Su mamá le dio masato y estando ahí, las hechizó de sueño y les hizo el amor a las dos.

Cuando las mujeres despertaron se dieron cuenta que el monstruo les había hecho el amor. Hermanita, ¿cómo nos engañó la vieja? nos dijo que su hijo estaba en la guerra, pero todo fue una mentira, por eso nosotras vamos a engañarlos para matar al monstruo.

Antes que se levante la vieja las hermanas salieron al baño y planificaron la estrategia para engañar a la vieja. Dirían a la madre del monstruo que anoche soñaron con su hijo que había ido a la guerra. Habían visto que el joven tan apuesto, guapo, venía todo triunfador, con su corona de tucán, con tatuaje de jampu.

Dirían a la madre que su hijo posiblemente llegaría ese mismo día, en tal sentido ellas buscarían bagre para que cuando llegue pueda comer el guerrero (este bagre es adecuado para la ocasión), y que ella, la vieja, vaya a traer yuca. Con este argumento saldrían tempranito hasta ver que la mamá del monstruo fuera a la chacra, luego ellas regresarían, y llamando, así como su madre, iban a bajar la tinaja y echarían agua hirviendo para matarlo. Después, dejarían todo seco. Recién irían a traer el pescado.

Con este plan regresaron del baño. Mira señora, hemos soñado a tu hijo, tan guapo, con su corona y lanza, bien valiente, estaba entrando en la casa. De repente hoy día va a llegar, señora nosotras queremos ir a traer algunos bagres para la ocasión, y queremos que usted vaya a la chacra a traer yuquita, así, muy emocionadas hablaron.

La señora, después de haber escuchado atentamente decía, ¡ah! si, mi hijo es así tan guapo y valiente, tal vez hayan soñado porque ya no falta mucho para su regreso triunfal de la guerra. Si ustedes deciden ir a traer bagre, no hay problema, yo me iré a traer yuca. Habiéndola convencido con la estrategia, asaron rapidito yuca y tomando desayuno tempranito salieron para efectuar sus planes.

Regresando a la casa pusieron agua al fuego, en una tinaja grande, y metiendo bastante leña hirvió rápido. Después quedaron listas para llamar al monstruo.

Nantatai, tai, tai, Nantatai, tai, tai, Nantatai, tai, tai. Y como la Huito era más alta, bajó la tinaja. El monstruo estaba allí, bien feo, lleno de lagañas, apestoso, su boca parecía el ano-rojo, enrollado con su pene. Cuando se dio cuenta de que no era su madre, avergonzado cerró su ojo ¡qué horror! hermana, mira este monstruo nos hacía el amor todas las noches, ahora nos vengaremos. Bajaron agua hirviendo, con el Kamush, le echaron todo y el monstruo inmediatamente murió.

Luego, las mujeres botaron toda el agua de la tinaja, secaron bien y dejaron todo en su lugar.

Después de asesinar al monstruo, las mujeres fueron a pescar bagres, con basú y regresaron. En el camino se decían: hermana, ¿ahora qué dirá la vieja? Cuando ya estaban cerca de la casa escucharon que la vieja estaba llorando y decía: mi hijito, tan guapo, inigualable, acaba de caer asesinado en manos de los enemigos, ¿por qué tenía que ser así? Las mujeres sorprendidas le preguntaron: señora, ¿alguna noticia grave? y la señora: sí hijitas, mi hijo que había ido a la guerra ha caído asesinado en manos de sus enemigos, acaban de matar a mi hijito. Al escuchar eso, las mujeres lloraron de mentira, decían: ¿Por qué un hombre tan guapo tiene que morir? habíamos soñado un hombre tan viril, que pena, y lloraban fuerte.

La señora, después de haber llorado tanto, les dijo a las mujeres: Hijas, mi hijo acaba de morir en la guerra, yo las tenía en mi casa con la condición de que, cuando mi hijo regresara las iba tomar como esposas… pero eso ya no es posible, por la misma situación, ustedes no pueden perder las esperanzas de encontrar marido, ya que son mujeres muy buenas y guapas, ya no hay razón para que se queden en mi casa, vayan a buscar otro hombre, quien quiera tomarlas como esposas. Las mujeres respondieron a la señora: nosotras también estábamos esperando que regrese, no tendremos problema en marcharnos; así, se despidieron y se fueron a otro lugar.

Llegaron a casa de Tsuna, que vivía con su amigo Machig. Como era legañoso tuvo vergüenza de las mujeres, salía tempranito a la caza. Su virtud era ser cazador (mitayero).

Las mujeres solamente por las noches cuando hacían el amor sentían su cuerpo, pero nunca lo veían a la luz del día. El Tsuna  salía temprano con bastantes dardos y su cerbatana y su especialidad era buscar toda clase de verduras, y cuando las encontraba, con su cerbatana, bien escondido, como si las verduras pudieran volar, pucuneaba, y así decía que mataba, así juntaba bastantes verduras, tiernas e iba a la quebrada para sacar algunos camarones. Mezclaba todo y hacía patoreslica, y así todos los días, o todas las noches.

Las mujeres nunca lo conocieron desde que llegaron, solamente hacían el amor en las noches, por eso dudaron de él, y acordaron realizar una fiesta bailable. Para tal efecto prepararon bastante masato, y el dueño de casa, Tsuna, Machig y todos sus parientes fueron a la fiesta.

Después de un rato llegó el Tsuna, y cenó. Luego fue a la fiesta. Le servían masato y tomó bastante y empezó a bailar. Las mujeres, con intención de conocer cómo era, se peñiscaban entre ellas, y cuando ya estaba por amanecer, fueron a la cama y le hacían cosquillas para que no se durmiera.

Cuando ya estaba de día las mujeres miraron la cara del Tsuna y vieron que también tenía legañas, bien feo, ¡qué horror, huácala! Hermana, este nos tenía como esposas, por eso nunca llegaba temprano, por la vergüenza hermanita, qué decepción decían.

Pero la madre, como las mujeres hablaban, pensó si su hijo había salido a cazar verduras silvestres, fue y encontró que las mujeres estaban mirando a su hijo.

Desesperadamente golpeó sus pies y dijo: hijito, estás pasando vergüenza, tus mujeres ya te conocen, y se despertó y se dio cuenta que las mujeres lo estaban mirando: oh, oh, estoy pasando gran vergüenza, se levantó y cogiendo la cerbatana salió, pero como estaba apurado olvidó su tunta.

Después se dio cuenta que había olvidado su tunta y llamó a Tseje, diciendo: cuñado, me olvidé la tunta, tráigamela por favor. Cuñado, las mujeres me han hecho pasar gran vergüenza, ahora tú prepara bastantes soguitas para hilar sus tripas, y este aceptó.

El mono guapo, después de haber entregado la tunta tomó desayuno, luego, desde las primeras horas del día empezó a hacer soguitas de cambira sin pausa. Al ver tanto, las mujeres lo interrogaron. El mono guapo les preguntó si podrían ellas conversar a solas, pero no entendían. El mono guapo seguía diciendo: a solas podría confesar. Mono guapo, ¿por qué haces tanto soguitas? Seguía contestando lo mismo: a solas podría confesar... así sucesivamente.

Había pasado el tiempo, casi medio día, las mujeres se dijeron: hermanita, tu primero, acuéstate desnuda, vamos a ver qué pasa, no nos queda otra alternativa. Suwa aceptó y levantando su ropa se echó al suelo abriendo sus piernas, entonces, el mono guapo bien contento subió a la mujer y en su ombligo hizo el amor. Suwa le dijo: mono guapo, ahí no es, más abajo, mono guapo, ahí no, bájate más abajito… este no hacía caso y llenó de espermatozoides el ombligo y terminó.

Hermanita, el mono guapo no sabe hacer el amor, solamente lo hace en el ombligo, ve tu también. Ipak también se desnudó y se echó al suelo. El Tseje se subió en ella e igualmente hizo el amor en el ombligo. Tseje, más abajo, le empujaba, hacia abajo, pero le gustaba hacerlo en el ombligo.

Después las mujeres dijeron: estás satisfecho Tseje,  has hecho lo que más te gusta, ahora cuéntanos por qué haces tantas soguitas. Respondió: mujercitas, tienen que irse en estos momentos, porque Tsuna ha dicho que ustedes le han hecho pasar gran vergüenza, por eso las va a matar, y con estas soguitas va a tender sus tripas. Tienen que ir donde el gorrión, ahí pueden estar bien, entonces las mujeres sacaron otra vez sus equipajes y se marcharon.

Llegaron al río Santiago, pero no tenían cómo cruzarlo y asustadas caminaban por la orilla y encontraron a la tarántula bañándose. Le pidieron que las cruzara, porque si el Tsuna nos encuentra acá nos va a matar, estamos escapando de él, le dijeron. La tarántula aceptó gustosamente y cargó en su espalda a las dos mujeres.

Iba caminando sobre el agua, pero en la mitad se regresaba, entonces las mujeres: por favor, sálvanos del Tsuna, nos va a matar, ayúdanos a cruzar el río, ¿por qué te vuelves de nuevo?

La tarántula respondió: ahora sí las voy a cruzar, no se preocupen, agárrense bien, y así fue caminando sobre la superficie del río, pero otra vez en la mitad regresó. Las mujeres estaban bien asustadas y empezaron a llorar. No sabían cómo cruzar el río. Mientras sufrían así, al otro lado del río apareció Wijisam, con su cabello largo y tatuaje de huito. Venía para bañarse después de su trabajo. Cuando las mujeres lo vieron lo llamaron: señor Wijisam, por favor, háganos pasar el río, el Tsuna nos quiere matar, estamos escapando de él. Wijisam: ah! espérenme ahí, voy a cruzar para conversar.

Se metió al agua, buceando, como sabe andar dentro del agua, y corriendo llegó al otro lado, pero estaba bien cansado, y se puso a descansar. Luego preguntó: mujercitas, ¿qué necesitan? Ellas contaron como vivieron en la casa del Tsuna. Por favor señor Wijisam, ayúdanos. Este tuvo piedad y dijo: mujercitas, yo soy demasiado malo, suelo andar dentro del agua, por eso ustedes tienen que agarrarse bien de mi cabello, si no tienen oxígeno, no se suelten, quédense, tienen que aguantar, si se sueltan pueden ahogarse.

Pero las mujeres no soportaban, no tenían resistencia para contener el oxígeno, por eso la Suwa se estaba muriendo y se soltaba del cabello… justo allí, en ese momento, Wijisam llegó a la orilla y salió del agua.

Las mujeres volvieron en sí, Wijisam les dijo: mujercitas, tienen que bañarse muy bien y lavar sus ropitas, luego vayan donde mi cuñado el gorrión, si van sin secarse las puede rechazar, él es una persona muy  fina, bien limpia, no le gusta ver ningún polvo dentro de su casa.

¡Queremos ir contigo! No las puedo llevar, vivo en  una casa inhabitable para ustedes, es húmeda y fea. Les recomiendo que vayan donde el gorrión, él tiene una casa muy grande y bonita, vive solamente con su mamá, él es gran pescador, van a vivir bien, no tendrán problemas. Como ultima recomendación les dijo: lávense muy bien, tienen olor de tierra, y cuando vayan a la casa de mi cuñado, gorrión, tomen por este camino.

Cuando las mujeres estaban lavando sus ropas al otro lado del río Santiago llegó el Tsuna y al verlas que estaban al otro lado se molestó muchísimo y dijo: ¿quién las llevó? ¿Quién  las cruzó del río? Si las encontraba acá pensaba descuartizarlas y levantaba su hacha, golpeaba las piedras en señal de amenaza. Así molesto, y al ver que no podía hacer nada, el monstruo Tsuna abandonó el lugar.

Las mujeres mientras tanto se habían bañado bien y habían lavado todas sus  ropas y cuando ya estaban secas fueron a la  casa del gorrión.  Era bien bonita, grande, tenía techo de kampanak. Hemos llegado. El gorrión les dijo: bueno, no habrá ningún problema si nos comprendemos.

La permanencia fue muy buena. La casa era grande, con bastantes ambientes y el gorrión era una persona muy buena. Tempranito salía y traía bastante pescados. Las mujeres comían y vivían muy felices.

Vivieron mucho tiempo en este lugar, el gorrión nunca les hizo trabajar, solamente iban a la chacra, traían yuca y cuidaban la casa. El gorrión vivía con su mamá y él la atendía todos los días: la bañaba con agua tibiecita, bien controlada, no podía ser menos tibia, ni más tibia, tenía una temperatura apropiada que solamente conocían el gorrión y su madre.

Pero un día el gorrión les dijo: mujercitas, yo tengo que ir muy lejos a pescar, ustedes, cuando el sol se levante, once de la mañana aproximadamente, entibien el agua, no calienten mucho, tiene que ser tibiecita, porque si la bañan con agua un poco caliente, puede enfermarse, por eso siempre tengo la molestia de atenderla personalmente. Por favor, les ruego, que cumplan lo que les pido.

Luego salió a pescar. Hermana, ¿por qué el gorrión nos dijo que bañemos a su mamá con agua bien tibiecita? ¿Acaso es bebé? mejor hay que bañarla con agüita normal, es decir, un poquito más caliente. A la señora la hicieron sentar en un banco y le echaron el agua con una calabaza y desapareció como por arte de magia… se había perdido, en un cerrar y abrir de ojos. Las mujeres se sorprendieron: hermanita, ¿por qué habrá desaparecido? ¿Ahora qué hacemos? dijeron.

Buscaron por todas partes y no la encontraron. Mientras tanto, el gorrión, llegó a la casa y dijo: Mujercitas, traje bastantes pescados, preparen a su gusto. Fue a ver a su mamá y no la encontró. ¿Dónde está mi mamá? Ellas: no llega aún de la chacra. El gorrión les creyó. Le sirvieron comida. Después de almorzar les preguntó: ¿dónde está mi mamá? Mi mamá no puede andar mucho tiempo en el sol.

Salió afuera y llamó a su madre, al no recibir ninguna respuesta entró a la casa; ¿qué han hecho con mi madre? Les dije bien claro cómo debían tratar a mi madre, y empezó a gritar: ¡no habrán echado agua caliente a mi madre, con esa agua mi madre podía morir! Como gritaba tanto, le respondió Suwa: como usted nos dijo que la bañemos con agua tibiecita, nosotras calentamos un poquito más, y cuando la sentamos en la banca, y echamos agua en su cuerpo y desaparecido. No hemos hecho nada malo, quisimos bañarla y desapareció.

El gorrión, después de escuchar dijo: ahora vayan afuera, no me molesten, tengo que buscar a mi mamá. Cercó toda su habitación con mantas y buscaba a su madre pero no la encontraba, y cuando halló la banca donde su madre había desaparecido, estaba llena de brea.

Su madre tenía cuerpo de brea, por eso con el agua tibia se había derretido, por eso mismo contestaba con una vocecita muy aguda que solamente su hijo podía escuchar.

Al encontrar a su madre el gorrión empezó a fabricarla de nuevo y así pasó toda la tarde.

Después de haber fabricado a su madre el gorrión se enojó muchísimo con las mujeres y les dijo: por su desobediencia a partir de ahora ya no vivirán conmigo, agarren sus cositas y váyanse de mi casa.

Las mujeres iban llorando y sentían que desde la muerte de su esposo estaban y andaban como errantes, sufriendo mucho, por eso lloraban. Hermanita, ahora qué vamos a hacer, ¿por qué sufrimos tanto? Así caminaban sin rumbo, así llegaron a la casa de Kunam.

Señor Kunam, llévanos a tu casa, tómanos como quieras, esposas o empleadas, hemos tenido tantos problemas… y le explicaron todo. El kunam dijo: está bien, quedan las dos.

El kunam tenía una casa grande, y en un rincón, al extremo, había preparado una cama y ahí las tenía. En ese lugar, en la casa de la ardilla, las mujeres vivieron mucho tiempo. Sus quehaceres fueron limpiar, preparar la comida, ni siquiera iban a la chacra, la vida era muy adecuada para ellas. El kunam y su cuñado Tseje  iban a la chacra y traían todo.

Pero un día estos dos  varones tuvieron mucho trabajo, por eso el kunam dijo: mujercitas, nosotros los hombres tenemos mucho trabajo, esta vez no vamos a poder ir a la chacra, pero ustedes van a ir con nosotros y les indicaremos lo que van a hacer allá.

Encontrarán choclos con flores, recojan un poco y metan en la canasta. Darán una vuelta alrededor de la chacra, no desobedezcan, no saquen todo el choclo, hagan lo que les pido, luego de la vuelta a la chacra traigan la canasta con los choclos. Después de esa recomendación las mujeres fueron a la chacra, y cuando llegaron allá encontraron una chacrita pequeñita con tres plantas de choclo.

Se sorprendieron. Pero hermana, esto no dijo  Kunam, hay  que sacar todo, dijo la Suwa. Pero Ipak dijo: no podemos desobedecer, mejor hagamos lo que nos pidió. Suwa insistía, por qué haremos exactamente lo que nos pidió, si no encontramos casi nada en la chacra, mejor hay que sacarlo todo.

Como su hermana insistía, Ipak aceptó y sacaron todo lo que había, desyerbaron un poquito, luego fueron a dar la vuelta alrededor de la chacra. Cuando regresaron encontraron una gran sorpresa: los tres choclos puestos en la canasta se multiplicaron mucho.

Al ver tanto choclo se asustaron. Hermanita, de razón kunam nos encomendó cómo íbamos a hacer. Entonces Ipak, muy  asustada: yo quise cumplir y tú fuiste desobediente, pero qué vamos a hacer, las dos estamos en este asunto. Suwa: qué podemos hacer, hay que llevar. Con ese ánimo cargaron la canasta y fueron apuradas, pero nacían más racimos de choclo, en las dos canastas, caían algunos, pero no dejaban ninguno, pero se multiplicaban cada vez más.

La cuestión era: las flores del choclo se convertían en más choclos. Se colgaban en forma de racimos, la canasta no resistía tanto peso, se rompía la soga, se caía, se desparramaban, volvían a amarrar, nuevamente cargaban, así se estaban demorando mucho.

Kunam y Tseje habían llegado del trabajo y al no ver a las mujeres dijo: ¿por qué se habrán demorado tanto? voy encontrarlas.

Cuando estaba cerca de la chacra escuchó que las mujeres gritaban muy molestas, por eso disimuladamente se había acercado para conocer qué sucedía y encontró que habían desobedecido su petición. Por eso estaban con mucho choclo. Por eso estaban tan enojadas. Voy a ver qué pasa, con esa intención se quedó mirando a escondidas. Suwa dijo: ¿por qué no nos explicó bien? Este kunam que tiene dientes wapus.

Kunam escuchó el insulto y se avergonzó muchísimo y regresó a escondidas y contó la burla a su cuñado Tseje y planearon para la noche trasladar la casa al otro lado del río Santiago y dejar a las mujeres llenas de ortigas, y cuando lleguen querrán darme choclo asado… yo no voy a querer comer, voy a decir que me duelen mis dientes. Cuñado, tu vas a comer todo lo que te den ellas, voy a darles su merecido, me han avergonzado como nunca.

Cuando las mujeres llegaron kunam preguntó: ¿qué pasó? y ellas contaron todo. Por eso hemos venido despacito, trayendo todo, por esos hemos demorado tanto. Para otra ocasión, si alguien les pide un favor, acepten cuando puedan cumplir, mejor decir la verdad, se supone que si ustedes aceptan es porque pueden cumplir, porque cuando desobedecen se quedan mal.

Las mujeres se comprometieron que para la próxima vez iban a obedecer al pie de la letra. Prepararon el fuego y asaron choclo y le ofrecieron a kunam, pero este negó, con el pretexto de que sus dientes le estaban doliendo mucho y que a su cuñado mono guapo le encantaba comer choclo asado. Las mujeres le ofrecieron y comió muy plácidamente, rapidito acababa, rapidito tiraba las mazorcas, y en ese modo encantaba a las chicas, por eso se pusieron de acuerdo para darle  bastante, para disfrutar como comía.

Mientras el mono guapo disfrutaba, el kunam estaba afuera en las columnas de  la casa. Las mujeres le dijeron: ¿por qué andas así? Ven acá, aunque sea come un choclo. Yo no puedo comer, están doliéndome mucho mis dientes. Así andaba, convenciendo a las columnas para el traslado de la noche. Afuera ya era tarde, las mujeres insistieron: ¿qué andas buscando kunam en las columnas de la casa? él respondió: estoy buscando la pepita de pijuayo, mi madre me dijo que aquí la había dejado.

Anocheció. Kunam y Tseje las hechizaron para que las mujeres durmieran profundamente. En la madrugada trasladaron al otro lado del río toda la casa y las dejaron afuera, sin techo y llenas de ortiga, al mismo tiempo hicieron caer torrenciales lluvias.

Cuando se estaban mojando se despertaron y una: hermana, despierta, el agua está cayendo, arrímate más allá y quiso moverse: estaban debajo de las ortigas y  no había  la casa. Hermana, ¿qué nos pasó? ¿Estamos afuera de la casa? Se dieron cuenta que estaban solas, se abrazaron con sus hermanitas y lloraron, qué trágica nuestra vida, ¿qué vamos a hacer hermanita? ¿Qué malo habremos hecho para merecer tanta desdicha?

Escucharon el sonido de Manguaré al otro lado del río. Ton,  ton, toon..... Tooon.... me dijeron dientes podridos, ton, toon…me dijeron mis dientes, dientes podridos toon, toon, tocaba.

Oh! hermanita, estamos muertas, pero hermanita, lo dijimos de puro enojadas, no encontrábamos como desquitarnos, y nos quedó decir eso, pero eso fue en la chacra, ¿cómo habrá escuchado o quién le habrá avisado? que dolor, decían. Pero no podían hacer nada, ahí, sin moverse, amaneció.

Hermanita, si permanecemos aquí vamos a morir, vamos a intentar de salir vivas... como las ortigas gigantes estaban llenas, como pudieron caminaron encima de ellas, y con gran  sacrificio, todo el cuerpo hinchado, casi muriendo, salieron del lugar.

Después, cuando salieron  de ese lugar dijeron: hermanita, hemos andado mucho tiempo desde que nuestro marido nos dejó, cuando fue asesinado por los enemigos, hemos sufrido, nunca pudimos encontrar a nuestro cuñado, nos hubiera cuidado, hasta ahora no disfrutamos nuestras vidas, sólo sufrimiento, ¿ahora qué haremos? no tenemos a nadie, si buscamos a alguien, siempre nos maltratan, hay que morir, no hay otra alternativa.

Después dijeron: hermana, si nos Envenenamos (suicidamos) vamos a dejar mal ejemplo a  nuestra generación, nos dirán que fuimos muy sufridas y por eso nos suicidamos, lo cual no es buen ejemplo para la humanidad.

Entonces, dejando la idea suicida, decidieron convertirse en un terreno plano, tierras muy  planas y  grandes. Pero si nos convertimos así, nuestros hijos, cuando quieran andar solos pueden perderse y nos criticarán. Dirán: alguna vez fueron personas y mujeres sufridas y  maltratadas de la sociedad por eso vieron como única alternativa convertirse en esta tierra plana, que desaparece a las personas, ah nooo, así pasaremos vergüenza hasta la eternidad, mejor olvidamos esta idea.

Después se preguntaron: pero, hermanita, ¿en qué nos convertiremos? ¿Qué sería si nos convertimos en dos cerros gigantes? Pero después dijeron, hermana: si hacemos eso, cuando nuestros hijos quieran andar van a tener dificultades y nos dirán, son dos personas que se convirtieron en estos cerros, por eso no se puede andar, y eso será nuestra vergüenza hasta la eternidad. Descartaron la posibilidad de convertirse en cerros.

Pero hermanita, ¿en qué nos convertimos? ¿Qué tal sería si nos convertimos en dos grandes piedras? Pero si nos convertimos en dos piedras, nuestras generaciones comentarán, estas dos piedras fueron mujeres, y eso no será ningún aporte bueno, nuestra vergüenza será por no haber aportado algo bueno para la sociedad. Y desecharon esa idea.

Luego pensaron convertirse en dos lagos grandes, pero dijeron, si nos convertimos en lagos, los hijos tendrán dificultad para andar y nos criticarán no podrán trasladarse bien y eso será nuestra eterna vergüenza. Y dejaron esa idea.

Pensaban en qué convertirse, pues ya no querían andar sufriendo más. Pensaron en la posibilidad de convertirse en dos árboles gigantes, pero no era posible, porque, cuando algún día nos vean, van a mirar con murmuraciones. Dirán: qué grandes estos árboles, algún día fueron personas y por llevar vidas  sacrificadas cambiaron, y eso será nuestra vergüenza. Y descartaron esa idea.

¿Pero en qué nos convertiremos? Podemos convertirnos en Suwa e Ipak, porque arreglan a las personas, aunque sean feas, con manchas, lunares, estas dos plantas son medicinales y alimentos, pero sobre todo, son embellecedoras de las personas. Con estas plantas se arreglan, y seremos bien criticadas, con esto aportaremos mucho a la humanidad.

Así decidieron convertirse en Suwa e Ipak. Entonces Suwa, la mayor de las hermanas decidió convertirse  primero.

Después de tomar la decisión final se despidieron de sus hermanas,  abrazadas, lloraban: hermana, ¿por qué tenemos que terminar así, por qué nunca pudimos encontrar una vida mejor? si nosotras no somos malas, ¿por qué nuestra vida es así? nunca nos hemos separado, siempre sufrimos juntas, por lo tanto, nos quedaremos juntitas, dijeron.

La huito se decidió convertirse primero, crecía, mientras su hermana Ipak la miraba y cuando había crecido alto se convirtió en una planta de huito con ramas y llena de frutos. Luego le diría a su hermana: hermanita, tu conviértete sentadita, porque aquí arriba da miedo. Aceptando la recomendación de su hermana empezó a poquita altura: se había convertido en achiote con ramas y frutas.

Cuando las hermanas estaban convertidas en Suwa e Ipak, apareció el gorrión muy alegre: ¡yo soy el que esperó el huito, qué alegría, me voy a maquillar con huito...!

Suwa le reprochó: gorrión, ¿dónde estuviste cuando necesitábamos ayuda? nos viste sufrir, sabías que no teníamos dónde ir ni familia que nos recibiera, y ahora vienes con esas sonrisitas...

Al terminar de hablar explotó el cuerpo del gorrión y con su color ella matizó el negro, pero el ave quería escapar y fue retenida por la cola. desde entonces la tiene partida. Finalmente voló y la gente decía de él que no ayudó a las mujeres a evitar que se convirtieran en plantas.

Después llegó la maquisapa, igualmente alegre, diciendo: ¡a mi me gusta la Suwa y me maquillaré con ella!

Subió a la planta pero como esta ya estaba madura, reventó en la cara del animal dejándolo bien negro. Suwa le dijo: serás materia de fábulas y los niños dirán que fui yo quien te pintó.

También llegó el Kunam. Qué bueno –dijo- a mí me encanta la Ipak y me maquillaré con ella. Subió al Achiote pero ella enojada le dijo: yo estoy así por tu culpa, me hiciste sufrir tanto, ahora vienes sin ninguna vergüenza y riéndote. Lo pintó todo de rojo y lo convirtió en ardilla. Ellas dijeron: la humanidad sabrá que nos convertimos en plantas por la maldad de los hombres.

Llegó el mono guapo: ¡que rico el Achiote, me encanta! Y subió a la planta, pero ella enojada, lo pintó por la espalda y se convirtió en mono coto.

Se dice que en el principio de la humanidad todos los animales y aves fueron personas, pero las hermanas Suwa e Ipak por tanto sufrimiento se convirtieron en Huito y Achiote, y dieron colores a todos los animales con la conjura del sol siendom ellas hijas de la Luna (Nantu)

Estas mujeres fueron muy hermosas pero tuvieron un mal camino y no llegaron nunca a cumplir con su destino verdadero. Fueron engañadas y maltratadas.

NAVEGACIONES- 07-07-2012

MÁXIMO Y LOS ZORRINOS
(Cuento para niños)
 (Basado en  notas de los  Danzantes de Tijeras que figuran en el Libro Los Danzaq de Lucy Núñez Rebaza)
Máximo era un niño de ocho años de edad que vivía con sus padres en la comunidad de Cora, y todos los días, antes de que saliera el sol, se levantaba para  ir a ver secretamente al maestro Luis, Danzante de Tijeras, quien siempre se dirigía a una bella catarata de agua donde dejaba sus tijeras  durante todas la noches para que el sonido metálico de las mismas  se perfeccionara y sonaran con más emoción cuando las manipulaba con su mano derecha durante las fiestas patronales. El niño  también  había visto en varias ocasiones que  el maestro se desnudaba y se  metía debajo del agua helada que  se precipitaba desde la montaña con la finalidad de estar siempre ágil, fuerte y joven.
Máximo admiraba al maestro cada día más   y después de asistir al colegio primario de la comunidad se acercaba a la casa del maestro Luis para preguntarle cómo haría él para convertirse en un Danzante de Tijeras.
Fueron varios los días que  Máximo hizo al maestro las mismas preguntas y solo recibió una mirada tierna y mucho  silencio. Todavía no les había contado a sus padres su vocación de convertirse en  Danzante de Tijeras y  pedirles que vayan donde el maestro Luis a pedirle que lo entrenara.
Sospechaba que sus  padres podían oponerse porque era una actividad bastante difícil y  se decía que los danzantes tenían pacto con el diablo. Esa  afirmación que la gente mantenía en secreto era una de las cosas que más intrigaban a  Máximo.
Su  padre era pescador y cada día al atardecer preparaba sus implementos  de pesca y se dirigía al río a  recoger peces que servían tanto para la mesa familiar como para vender a los vecinos de la comunidad.
Su madre, aparte de las tareas de la casa, se dedicaba  a bordar primorosamente vestidos para las  vírgenes y para los propios Danzantes.
Una tarde que acompañaba a su padre a pescar y mientras le pasaba los implementos que le pedía le  preguntó rápidamente:
-Papá, ¿Es verdad que los Dánzaq  tienen pacto con el diablo?- Su padre siguió haciendo sus tareas mientras pensaba la respuesta. Después de unos minutos le respondió:
- Hijo, es lo que se dice, pero no está demostrado…puede ser una creencia muy antigua que el tiempo deformó…eso sucede…la imaginación del pueblo es muy grande…
Máximo insistió:
-Pero todos los danzantes que he visto no parecen malas personas…
Su padre habló mientras  tiraba de la redes con fuerza y  habilidad:
-No, son muy buenas… y su entrenamiento es muy disciplinado y muchos de ellos son verdaderos sabios…tal vez sea una leyenda antigua  como te digo…
Máximo ayudaba y  buscaba el momento adecuado de preguntarle si se opondría a que él fuera donde  el Dánzaq  Luis para que le enseñara a danzar.
En el momento en que los peces saltaban dentro de la red Máximo comentó:
-Papá, Don Luis se ha hecho mi amigo…
-¿Sí? ¿Y cómo?...
-Porque  después del colegio iba a su casa a hacerle preguntas y a verlo danzar…y él me permitía…
-Qué bueno, le has caído en simpatía…él es un hombre muy callado y solitario…
-Sí, papá,  me deja verlo danzar…si vieras cómo se concentra… parece estar en  otro mundo…totalmente concentrado en sus pasos y hacer sonar las tijeras…
El niño estaba emocionado por  la narración que le hacía a su padre sobre don  Luis y  alegre también porque la pesca había sido buena y él era buen ayudante de pescador, pero se quedó frío y casi paralizado cuando escuchó a su padre decirle:
-Máximo, me parece que a ti te gustaría ser Danzante de Tijeras…
Máximo sintió que el corazón se le paralizó o latía con más fuerza…no sabía exactamente que emociones sintió en ese momento de trabajo intenso.
Quedó callado, sin saber qué decir… Vio cómo su padre recogía todas las redes tendidas y los peces chapaleaban haciendo un ruido de agua que  hacia eco en las montañas cercanas  a esa hora del día.
-¡Máximo!, prepara las canastas...
La voz de su padre lo sacó como de un sueño y respondió tartamudeando:
-Sí, si… papá…
Máximo trajo las canastas y empezó a llenarlas con peces  pero su pensamiento estaba en otra parte.
Se imaginaba haciendo las mismas pruebas que don Luis, bañándose en el agua fría de la cascada, entrenando  en las noches…
-¡Máximo! ¡Ten cuidado!…parece que la mente se te ha ido a otra parte…trabaja con cuidado…coloca bien los peces…son animales pero colócalos como si fueran panes recién salidos del horno…
-Ya papá…
El padre  hizo varias maniobras con los aparejos de pesca y los  organizó de tal  manera que volvieron a sus envases con facilidad.
Los aparejos los llevaba Máximo y las canastas el padre. Empezaron el regreso a casa pero el peso era mayor que el que trajeron cuando horas antes llegaron a pescar.
Hicieron varios descansos o pascanas como se les llama también en los Andes. En una de ellas,  Máximo  miraba de reojo al padre y éste  dirigía sus ojos hacia el horizonte de las altas montañas como viendo el futuro más allá de los años.
De pronto  miró a Máximo y le dijo.
-Escucha hijo…yo sé que tú quieres ser Dánzaq…y si tu quieres, puedes ir a donde  don Luis conmigo y le diré que te enseñe…
Máximo no  podía creer en lo que estaba escuchando, pero su mente se iluminó y el sol de la tarde color  naranja parecía como del amanecer color  amarillo.
-Gracias, padre-musitó el niño.
Emprendieron otra  vez la caminata y antes de bajar hacia la comunidad, hicieron el  último descanso. Los grises de la noche estaban a punto de llegar y todavía faltaba ir de casa en casa repartiendo los pescados.
El padre suspiró y con voz grave dijo:
-Hijo, yo quise ser danzante, pero no pude, así que  tienes la oportunidad  de serlo y  a tu madre también le agradará mucho bordarte tu traje  cuando ya estés listo.
Semanas después, Máximo era  alumno formal  de don Luis y después de ir al colegio, almorzaba con sus padres y después de ayudar a su padre en la pesca  corría a la casa del Dánzaq.
Una tarde don Luis le dijo a Máximo:
-Pide permiso a tus padres…mañana es Sábado y hoy Viernes, no tendrás clases en el colegio…me acompañarás a la cascada…
-¿Para qué  don Luis?
-No preguntes, solo hace lo que te pido.
-Ya maestro, lo que usted diga…
La noche prevista Máximo caminaba detrás de don Luis hacía la cascada. Era noche oscura y el Dánzaq caminaba rápido, como si viera en la oscuridad, él no quería decepcionar a su maestro, así que pisaba en los mismos sitios que sentía los pasos de su guía.
Al cabo de una hora, Máximo estaba cansado pero feliz porque había logrado caminar siguiendo las huellas del maestro.
-Máximo- le habló don Luis- has seguido mis huellas…es una buena señal…pero estás cansado…necesitas caminar más…
Máximo estaba sin aliento y respiraba agitadamente.
-Haré todo lo  que usted me indique maestro-agregó Máximo, tratando de disimular su  agotamiento y mostrándose dispuesto a mayores pruebas y dificultades.
-Habrás notado, Máximo, que soy hombre de pocas palabras…así que te diré una sola vez  lo que tendrás que hacer… pondrás a prueba además, la atención e interés que tienes en aprender y principalmente, a estar atento a todo…requisito indispensable de un buen Dánzaq…la más mínima distracción lo puede hacer perder el orden de los pasos de la danza…ahora ven conmigo, te mostraré la cascada y todos sus  lados…
-Sí, maestro, estaré alerta con mis cinco sentidos. Vamos.
Una noche, mientras cenaba con sus padres, Máximo les narraba las experiencias tenidas con don Luis. Eran agotadoras pero se sentía contento. Su cuerpo se hacía cada vez más fuerte. Ya había pasado una noche en la cascada y  estaba aprendiendo a tocar las tijeras.
-Mientras no hagas sonar bien las tijeras no aprenderás ningún paso- le había dicho don Luis.
Máximo en el colegio trataba de  ocultar sus  aprendizajes para convertirse en Dánzaq y se concentraba en sus estudios como le había dicho alguna vez  su maestro: debes estar atento, alerta, concentrado en mis indicaciones, y eso valía también para los estudios.
Transcurrió todo ese año y Máximo sacó buenas notas en el colegio, ayudó a su padre en la pesca y estuvo en todo momento atento en las lecciones del maestro Luis.

Una noche en la casa del maestro le escuchó decir:
-Este año ha sido bueno para ti Máximo, te has esforzado…
-¿Cuánto me falta maestro?
-Todavía falta mucho, eres un niño.
Máximo, ocultó su decepción pero al mismo tiempo supo valorar las palabras de elogio y se sintió orgulloso.
De inmediato recordó que un Dánzaq no debe dejarse llevar por la vanidad sino por el valor, no por el orgullo sino por la discreción…los sentimientos  como la envidia, la venganza, el rencor, son malos para los Danzantes de Tijeras.
La competencia  entre danzantes debe estar señalada por el honor y la dignidad y la habilidad en hacer los pasos al compás de los instrumentos musicales y  el sonido de las tijeras que son sus herramientas principales.
Máximo se prometió  no olvidar esas lecciones nunca jamás.
Al pasar las temporadas de lluvias y  antes de volver al colegio Máximo volvió a encontrarse con su maestro Luis, quien no mostró  alegría, pero el niño ya  había aprendido que su maestro era así.
-¿Conoces a los zorrinos?- le preguntó  sorpresivamente el maestro Luis.
-¿Esos animalitos que mean feo?
-Sí, esos…
-No maestro, nunca los he visto, solamente  he escuchado de ellos…
-Tienes que conocerlos…
-Pero ¿Cómo?...
-Esa es tu tarea ahora, cuando los veas, me cuentas lo que has visto y te diré un secreto…
-¿Un secreto?...
-Si-dijo el maestro Luis con voz casi apagada-un secreto.
Máximo se dedicó a investigar en toda la comunidad cómo encontrar  a los zorrinos. Todos le decían cosas distintas, hasta se burlaban o  le decían:
-¿Para qué quieres conocer a los zorrinos, si son unos cochinos ladrones de maíz?
Le confesó a su madre  la orden del maestro Luis y ella le dijo que como ya habían pasado las lluvias, el maíz pronto crecería y habría cosecha y  es  durante las noches de luna llena que  salen los zorrinos de sus madrigueras a comer maíz.
Máximo entonces esperó que la luna se pusiera redonda para salir a los campos. Fue donde su maestro y le dijo que ya sabía cómo hallar a los zorrinos. El maestro Luis  susurró:
-Bien, es tu tarea…
Máximo aquella misma noche salió a los campos de maíz y caminó silencioso como su maestro le había enseñado. Como una sombra sin sombra. Un sigiloso caminante de la noche. Buscó por las chacras hasta escuchar unos sonidos extraños.
Se acercó rampando. Pegado al suelo, como una culebra.
Máximo cuando estaba solo actuaba como si ya fuera un Danzante.
Se acercó silencioso hasta el borde de una pequeña montañita y desde allí, a la luz de la luna llena, que alumbraba como un foco cósmico todos los maizales, vio a un grupo de seis u ocho zorrinos.
Tenían en la cabeza unos sombreros hechos de bosta  seca de las vacas y  con sus manitas agarraban los choclos de maíz y los deshojaban y se comían los granos.
Pero lo hacían parados sobre sus dos patitas traseras y  jugaban entre ellos, haciendo como una danza o diversos movimientos.
Parecían unos niños juguetones, divertidos y comelones.
Máximo no supo cuánto tiempo estuvo viéndolos. Tal vez más de dos horas, porque la luna llena había girado bastante en el cielo.
De pronto los zorrinos como recibiendo una orden de alguien  y en su lenguaje extraño se dirigieron en fila hacia la oscuridad de una quebrada.
Máximo, espero un tiempo más, pensó que podían volver, después se retiró como llegó.
Era tarde pero el maestro con sus propias manos arreglaba su traje de Dánzaq con unas agujas e hilos de distintos colores, tal como lo había visto hacer a su madre.
-Te esperaba-Dijo sin levantar los ojos el Dánzaq…
-¡Maestro!
-Estás  conmovido muchacho…mala señal…deberías estar feliz y tranquilo…
-Pero maestro-dijo Máximo, respirando hondo y sentándose en el suelo- lo  que vi es increíble
-Claro que es increíble para ti- Dijo el maestro Luis pausadamente…
-Maestro-preguntó Máximo un poco titubeante-¿Por qué hacen eso los zorrinos?...
-La pregunta no es esa Máximo-Respondió el maestro…
-¿Cuál es entonces?...
-Hay que saber mirar, interpretar y preguntar…
-Pero...
Máximo no supo qué decir. Quedó callado.
-¿Qué has visto Máximo? Cuéntame todo.
Máximo se paró  y caminando por el cuarto mientras el maestro seguía con sus bordados le narró todo lo visto por sus ojos aquella noche de luna llena en los maizales.
Al terminar, Máximo se sentó otra vez en suelo, cansado. El maestro Luis estaba callado.
Al cabo de un tiempo, el maestro Luis le dijo:
-Has olvidado algo o no lo has visto…
-¿Qué cosa maestro?...
-Si  los zorrinos bailaban, según tus palabras, ¿Qué clase  de baile era? ¿A qué baile se parecía?..
-Era un baile raro, maestro, muy simpático…
-¿Simpático?- Dijo el maestro Luis.
-Bueno, sí-Agregó Máximo.
-Te daré otra tarea que cumplirás todas las veces que haya luna llena y haya cosecha de maíz…
-Lo que usted diga maestro-Aceptó Máximo.
-Descubre  qué baile es el de los zorrinos…copia sus pasos y los ensayas… y cuando estés listo, vienes a  mostrarme lo que aprendiste  de los zorrinos…
-Bien maestro, eso haré-Se despidió Máximo.
Durante años, hasta que Máximo cumplió los diez años, todas las lunas llenas  de los tiempos de  cosecha del maíz, se dedicó a mirar y a copiar exactamente lo que hacían los zorrinos.
Se hizo un sombrero igual al de ellos, pero no de bosta seca de vaca, sino de un  material especial que descubrió su madre.
Ella misma le hizo un traje similar al de los zorrinos y así fue compenetrándose de todo lo que hacían los pequeños animales a los que el aprendiz de Dánzaq llamó mis maestritos sabios.
Pasaron muchas lunas llenas y  bastantes cosechas de maíz y Máximo había logrado conocer  a fondo a los zorrinos.
Llegó el tiempo en que  tuvo que volver a donde el maestro Luis.
Lo hizo una noche. Tocó la puerta e ingresó. Vio al Dánzaq igualito como la primera vez. Sin una arruga de más. Incluso más joven. Mirando un punto fijo en la oscuridad. Si voltear a ver quién entraba dijo:
-Entra Máximo, hace tiempo que te estaba esperando.
-Sí maestro, me llevó tiempo cumplir con su orden…
-Veremos ahora qué aprendiste en   estos últimos años. Cuenta...
Máximo le contó todo lo que había visto de los zorrinos: sus sombreros de bosta seca de vaca a  la cual le han hecho un orificio en el centro para que les quepa en  sus cabecitas; sus robos de maíz; sus risas; sus lenguajes extraños y sobre todos sus danzas...
-Qué pasa con sus danzas-Dijo el Dánzaq
-¡Se parecen a los Danzantes de Tijeras!!! Maestro
-¿Cómo así?..
Máximo se puso de pie e imitó a los zorrinos durante  horas. Cómo bailaban en círculo; cómo bailaban de a dos; cómo bailaba uno solo mientras el circulo se movía en ronda; sus desafíos y sus desplantes…sus risas y juegos…
-¡Parecen unos niños sabios ¡ ¡Maestro!- Dijo Máximo sin  una gota de cansancio y feliz.
-Bueno, ahora que sabes la vida de los zorrinos y los imitas tan bien… ¿Qué te queda por hacer?
Máximo se puso serio, y en eso imitaba también al zorrino más viejo, al que mandaba siempre a los grupos de seis, ocho y hasta diez zorrinos en las noches de luna llena en los maizales de las chacras alejadas del pueblo:
-Maestro-Dijo Máximo, casi como un zorrino- Me dedicaré a la Danza de las Tijeras y bailaré como los zorrinos y cuando usted me dé su aprobación, me vestiré como corresponde y bailaré en la primera fiesta patronal que pueda y me haré llamar  El Zorrino ¿Qué le parece?
El Dánzaq Mayor, el maestro Luis,  se levantó de su silla adornada con mantos multicolores y se paseo por el cuarto y se paró frente a Máximo y lo miró fijamente a los ojos:
-Ha terminado tu primera etapa de aprendizaje Zorrino Máximo- Ahora yo te enseñaré otros secretos de los Danzantes de Tijeras y perfeccionaré algunos pasos…
Máximo se emocionó y dijo:
-¡Soy el Danzante  Zorrino Máximo!...muchas gracias maestro, no le fallé…
-No debes darme las gracias tú. Yo te las debo dar a ti...
-¿Por qué Maestro?...
-Porque siempre fuiste danzante desde tu corazón y desde tu familia y a mí me diste la oportunidad de continuar con la tradición y  hacerlo a través de los zorrinos, que son los danzantes de tijeras naturales del universo…