sábado, 12 de marzo de 2011

NAVEGACIONES 08-MARZO-2011


MUJERES AWAJUN  Y AFRODESCENDIENTES.
CONVERGENCIAS Y DIVERGENCIAS(1)
 
AUTOR: WILLY GUEVARA.
 
En el Perú las convergencias y divergencias  las he centrado en las mujeres Awajun (Amazonas) y en  las mujeres afrodescendientes (Costa peruana)  a través de los cantos.
 
Las  amazónicas de las más de 40 etnias  que actualmente sobreviven en la Amazonía Peruana cantan, pero son las Awajun quienes han hecho de los suyos una herramienta de salud emocional similar a los cantos de salud generados por las afrodescendientes en  un pasado no muy lejano.
 
Planteo que  las canciones  son  herramientas  afectivas  manejadas por las mujeres  Awajun y afrodescendientes para  resolver conflictos subjetivos internos y también aquellos  derivados  de  las relaciones entre lo interno y lo externo a sus colectivos.
 
Estas segundas  relaciones estuvieron  condicionadas por el  proceso psico-histórico que oprimió a poblaciones  de continentes no europeos  a  cargo de  diversos poderes e intereses religiosos, políticos y económicos de matriz mental colonial.

La decisión de intervenir con evidente etnocidio en los recursos y en las personas  de parte de algunos países  de Europa  fue deliberada, consciente, oficial  y  en nombre y fe en Dios.  
 
Las mujeres amazónicas y afrodescendientes están generalmente distanciadas geográficamente como sucede en Perú,  Ecuador y  Bolivia(*), pero  sobre ellas ha convergido una misma historia de afrentas  que las impulsó a  crear respuestas similares.
 
Los cantos o canciones que expongo  son expresiones  que  traspasan  lo artístico y se convirtieron en   recursos emocionales  del ser asimetrizado   para reorganizar las relaciones humanas o para intervenir en  el curso de las enfermedades, entendidas éstas como noxas sociales.
 
La historia de los pueblos oprimidos de América aparece  masculinizada. Lo femenino  se expresa  esporádicamente o francamente desde una posición subalterna e inducida al No Ser.
 
Si  el “ninguneo social”(2) aconteció  demostradamente con las  mujeres urbanas,  se hizo más obvio con las   amazónicas y afrodescendientes, sobre cuya distancia ciudadana del país jurídico y existencial se ha escrito  y hablado mucho pero no  se han  formulado ni remotamente comportamientos ni políticas efectivas  que remedien los oprobios.
 
A pesar de que  vivir  en los intersticios sociales  y al límite  constituye la convergencia más evidente entre amazónicas y afrodescendientes nos resultará importante develar las características de dicha condición.

La historia de ellas hasta ahora es paralela. Pero sería indispensable que empezaran a converger en múltiples aspectos. Más allá de las eventuales acciones desarrollistas o empoderativas que con dificultad lograr programar algunas    ONGs  o instituciones  como INDEPA.
 
Sería  deseable intercambiar visiones compartidas  mediante una organización realmente intercultural protocolizada, programática  y vivencial. Una relación  que trascienda lo formal y pueda acceder a  niveles de comprensión, organización  y conocimiento mutuo. Una interculturalidad cotidiana que engrose sus trayectorias y  planes y alimente militantemente  sus respectivas identidades.
 
Las afrodescendientes se constituyeron en el eje  de las líneas  de resistencia y supervivencia, cuando los varones, castrados social y simbólicamente en sus derechos de paternidad, sexualidad y ciudadanía, crearon los  mecanismos  que evitaron la desaparición física y cultural de sus integrantes.
 
Las amazónicas  soportaron las epidemias letales  provenientes de la pseudo evangelización- que tuvo en verdad   más de  demonización- y los continuos ciclos  extractivistas   cernidos  sobre la Amazonía.

En la actualidad no cesa el asedio. Las empresas   están ingresando una vez más para acosar y apoderarse de modos no necesariamente horizontales y simétricos de su biodiversidad.
 
Las afros  desarrollaron poderes para curar las enfermedades producidas por el trabajo forzado que la esclavización  infringió al organismo (cuerpo)  de distintos males orgánicos y subjetivos y crearon diferentes  habilidades para protegerlo y garantizar la  continuidad de las generaciones.
 
Las  canciones significan  una de las convergencias más  importantes entre ambas, por encima de las  divergencias geográficas, políticas y culturales.
 
Los estudios comparados e integradores entre  ambos colectivos no existen y por lo tanto la bibliografía que cabría esperar no es posible hallarla en ningún sentido.
 
Es  posible encontrar   referencias bibliográficas escasas (confiables o dudosas) de las  convergencias y divergencias  establecidas entre afros y  andinas,  pero no necesariamente  con  amazónicas.
 
Me interesa reconstruir las  historias y las experiencias   ocultadas y postergadas y  descubrir  posibilidades  instrumentales  de capitalización social; creación de ciudadanía y   proponer elementos  de  organización  transparente y creadora en los marcos de la actual “modernidad” con todas  sus exigencias y limitaciones.
 
La lógica Pasado-Presente-Futuro  como estructura basadriana que vertebra el tiempo de las conciencias  debe hegemonizar en todo momento  los trabajos que se emprendan en todo sentido  por cuanto   evita debilitar la principal organización psico-neurológica-cultural  de las personas: la Identidad.  Sistema  dinámico centrador de la salud del cuerpo y de la mente y base de la creación social en todos sus aspectos.
 
Deseo que los cantos mágicos  Anen de las mujeres Awajun continúen vigentes y se trasmitan a las futuras generaciones de niñas de un modo sistemático.
 
También anhelo que los cantos de salud de las mujeres afrodescendientes se rescaten y evidencien sus poderes curativos en la modernidad racista y  excluyente.
 
Mi  perspectiva   sobre las mujeres   no aparta la presencia de los varones. Formulo que deben  redefinirse las relaciones patrísticas y patrísticas y hacer perder  poder a las segundas, expresadas,  por ejemplo, en el feminicidio y sus contextos. Es necesario apoyar  con mayor nitidez el aporte femenino con  toda su pasión y  sensibilidad al binomio constructor.
 
Las historias  oficiales ocultan las odiseas de los excluidos.  La mentira, la manipulación y la mixtificación son herramientas reinventadoras en manos de los poderes de turno, y  suelen dominar las versiones  que circulan oficial y  convenientemente sacralizadas. Es importante rescatar las historias trasgresoras y ocultadas deliberadamente.
 
Jorge Basadre dijo alguna vez que la historia era un río  que mostraba sus aguas de superficiales  contenidas en documentos y algunas  oralidades, pero que debajo de ellas yacían mundos impuros que los  intereses hicieron  lo imposible para que parezcan lo que no fueron.(3)
 
Mi pregunta de  base fue la siguiente:
 
¿Qué hicieron  para sobrevivir  las mujeres afrodescendientes y amazónicas mientras sus colectivos padecían  el peso atroz de la  esclavización y  las epidemias, respectivamente,  y cómo respondieron a dichos  contextos y cómo es posible el establecimiento de  semejanzas o convergencias a través de las distancias  geográficas, culturales e históricas?
 
En ambos casos, entre otros recursos y herramientas,  los cantos constituyeron los principales  puntos de convergencia. Los utilizaron para manejar  endógenamente una serie de  conflictos con lo externo. Cabe  destacar que los manejos se hicieron desde las lógicas (mentalidades)  mágicas pre-cristianas, no demonizadas. Considerándose  a la magia como un sistema de pensamiento o pre-ciencia.(4)
 
Pero sobretodo, sería  relevante investigar los sistemas de pensamiento (mentalidades actuales)  post-coloniales o colonizadas aún, sin deudas  académicas y metodológicas  con modelos exógenos no críticos.
 
Los Awajun (llamados también Aguarunas) viven en el Perú desde tiempos inmemoriales en la parte norte de la Región Amazonas, frontera con el Ecuador, Provincias de Bagua y Condorcanqui, Distritos de Aramango, Imaza, Nieva y Santiago.
También se encuentran en San Ignacio (Cajamarca), Alto Amazonas (Loreto) y Moyobamba (San Martín). El núcleo ancestral mayoritario se ubica en las cuencas de los ríos Marañón, Cenepa, Nieva, Chiriaco, Comaina y Nutpatkaim.
Pertenecen a la Familia Lingüística Jíbaro y están emparentados con los Huambisas (Wampis), Achual, Shuar, Candoshi, Murato, Shapra y otras naciones post-jíbaras desaparecidas.
En su pasado clásico construyeron  una sociedad guerrera sofisticada, diferenciada y  singular.
Hasta 1945, no fueron vencidos por nadie ni nada, y la sociedad nacional les era totalmente ajena, y las fronteras nacionales entre Perú y Ecuador no tenían ninguna importancia en sus vidas. Vivían bajo el formato de familias ampliadas al mando de un guerrero o Mum.
A diferencia de otras naciones amazónicas que han estabilizado sus poblaciones o  están en proceso de extinción  o de integración, los Awajun han  crecido hasta aproximadamente alcanzar  los 70 mil habitantes.
Tienen una tasa de natalidad bastante alta (7.9), mientras la media sudamericana es de 2.4.  Este dato  tiene que ver con la  situación en que se halla la mujer en relación con los varones. En eras primordiales  la luna Nantu encargó a la niña Nugkui que invente la agricultura y   organice la alimentación y  defienda el bosque y la vida.
Esta base mítica  indica la existencia de un matriarcado alimentario  original que posteriormente fue destruido cuando los varones se convirtieron en  guerreros gerenciadores de la muerte.(5). Los  últimos descubrimientos arqueológicos confirman la presencia gravitante femenina en las gestiones de las sociedades de la costa norte peruana y zonas adyacentes.
Los  guerreros instauraron la poligamia como una forma de someter lo femenino. Desde entonces la mujer intentó reconquistar la hegemonía destruida a través de una serie de recursos, incluyendo  el intento del suicidio. (6)Otra de las  herramientas  fueron los cantos mágicos Anen que usaban también  para cantarle a las plantas como abono mágico para que crezcan y produzcan buenos alimentos.
Es importante subrayar de paso y brevemente en el presente texto  el sentido que tiene el intento de suicidio en las mujeres  Awajun.
Ellas eran las portadoras de la vida  mientras los guerreros lo eran de la muerte, y al escenificar en su propio cuerpo un acto de violencia límite, lo hacían para demostrar que también eran capaces de dominarla, usando el principio mágico de usar lo semejante para producir lo semejante. (Una forma de homeopatía simbólica para reestructurar el poder entre ambos géneros).
Al introducir la muerte dentro de su cuerpo las mujeres adquirían  más poder que el hombre, que  al observar la acción- ya que ellas  efectúan el acto suicidal deliberadamente frente a los hombres- éstos se sentían  vencidos y vulnerados en sus tratos antológicos con la muerte.

Para vencer la poligamia las mujeres recurrieron a  los cantos mágicos para introducirse en los corazones de los guerreros y enseñarles la dignidad del amor.
Ellas no tuvieron posibilidades de conseguir Visiones de Poder y de  Futuro como los varones  que lo hacían a través de una rigurosa y competitiva  carrera chamánica.
Los Anen les permitieron esa posibilidad y al  luchar por la monogamia trasmitieron a los varones  mensajes  de fidelidad, dignidad  y   cariño.
Los guerreros  no podían enamorarse, porque ese estado afectivo los debilitaba, y era inconcebible  que los hubiera enfermos y enamorados, ya que amar (y enfermarse)  era lo anti-masculino y lo anti-guerrero.
Las mujeres se retiraban  al monte y hacían ayuno y luego ingerían tabaco y en ese estado liminal visualizaban el corazón del hombre que querían cambiar.
Imaginado el corazón del varón, las mujeres se concentraban y le susurraban versos de amor y dignidad, en un discurso reiterado, reflexivo, no descriptivo, absolutamente lírico, con una  racionalidad demostrativa, dentro de  una lógica evidente de transformación.
El Anen establecía   un circuito  de energía mental afín, de naturaleza psíquica, que hacía posible una comunicación inter subjetiva o fenomenológica.
La canción establecía cadenas de comunicación  y convertía en  soportes mediáticos a  las  aves, al  ruido  de los follajes, los silencios de la  floresta, los vientos, las aguas, toda la ecología  y la naturaleza: todos órdenes femeninos. 
Los cantos mágicos  tuvieron y tienen otras finalidades: abono de las  plantas; preparar un buen masato de yuca; administrar los recursos del bosque;  mantener la salud de sus hijos;  curar una serie de  síndromes y entrenar a los perros de caza.
Los Anen continúan vigentes y se  utilizan  para los fines anotados y  asimismo para  resolver diversos  conflictos entre hombres y mujeres. Principalmente para  prevenir los intentos de suicidio.
 
Las mujeres Awajun están empeñadas en desarrollar esta herencia étnica y trasmitirlas a las niñas de las nuevas generaciones.
 
Afroperuanos es el término que designa a la cultura de los descendientes de las diversas etnias africanas que  llegaron al Perú durante la colonia.
La  población afroperuana se halla ubicada principalmente  a lo largo de la costa, siendo sus principales  centros  Chincha (El Carmen), la Capital Lima- Callao y Yapatera en Piura.
 
Yapatera tiene cerca de 7 mil agricultores cuya mayoría  es descendiente de antiguos esclavos africanos  de origen “malgache” o “mangache”, llegados de Madagascar. (7)
 
Actualmente los descendientes africanos conforman una cifra significativa no censada de  una población total peruana de aproximadamente 30 millones  de habitantes. En tiempos de  la Colonia alcanzaron  el  50% de  la población limeña.
 
Desde el punto de vista de la salud el racismo y la exclusión son causas de  algunas enfermedades propiamente afrodescendientes al alterar su  afectividad  e identidad.
 
Los  sanadores afroperuanos actúan sobre las emociones, los afectos y las creencias y cuando logran vencer al daño y  recuperar la salud, reinsertan momentáneamente al paciente dentro de las relaciones sociales.
 
La medicina tradicional afroperuana tradujo el idioma del cuerpo a los códigos de los símbolos, siguiendo la historia natural del cuerpo negro inmerso en la historia antinatural de la esclavitud.
 
Curar la enfermedad afro es fortalecerlo para enfrentar las relaciones humanas y sociales signadas por el racismo.
 
La noción de cuerpo es sumamente importante en la concepción de la medicina afro. En  él  se depositan por lo menos dos significados: el cuerpo como instrumento de trabajo y como organismo que soportó y resistió todos  los sometimientos.
 
La  somatización del racismo generó una forma  especial de hacer enfermedad, construyendo un complejo  de emociones encontradas y desbordadas,  que vienen tanto de la memoria (Pasado) de la esclavitud, como de la actual (presente) exclusión y la incertidumbre de una proyección distinta a  la seguida hasta el momento (Futuro).
 
Este concepto se ubica en la base de la  concepción afrodescendiente  sobre salud y enfermedad.
 
El susto y el mal de ojo  son las más significativas  expresiones simbólicas (metáforas mórbidas) de la enfermedad afrodescendiente.
 
Susto: Emotización excesiva al ser objeto de racismo y exclusión.
Mal de Ojo: Ser mirados por los Otros  de una manera que  confirma su condición de diferentes y  sujetos a racismo.
 
Susto: Sentirse socialmente inadecuado. Racistizado.
Mal de ojo: Sentir que  son vistos  de un modo racista. Malo. Oneroso.
 
Las explicaciones populares al susto y al   mal de ojo  son metaforizaciones y sucesivas y múltiples búsquedas de  interpretaciones y adecuaciones del mal social al bien social.
 
Existen culturas que “aparentemente” necesitan creer y sentir el susto y el mal de ojo   para   replantear las relaciones humanas asimétricas. Pero no se trata de hipocondría sino de mecanismos de desomatización.
 
No se tratan de simples alteraciones del ánimo. Asistimos  a una sistemática vocación por “asustarse” (padecer el racismo) y  a una reiterada  necesidad de  “desasustarse”. (Curarse de la agresión racista).

Puede afirmarse que hay una predisposición cultural   al mal de ojo y al susto, que en el caso de los afrodescendientes se desprende de su posición en la escala axiológica  dirigida hacia ellos.
 
El   susto afro y  el mal de ojos afro  se  derivan directamente de las relaciones racistas. De esta premisa no hay duda alguna y puede desarrollarse específicamente  y con  mayor amplitud.

Ambos síndromes definitivamente   tienen su origen en la esclavitud y en el racismo, entendidas como enfermedades sociales  y psico- históricas.
 
Los  cantos de salud y los  rezos fueron  las herramientas principales para prevenir y curar ambas  somatizaciones.
 
Ambos síndromes pueden verse también  como    imaginaciones colectivas para resolver mediante la  enfermedad temas de dignidad  y reconocimiento.
 
Las mujeres afroperuanas desarrollaron habilidades especiales para curar  los males propios de  su  colectivo  a través de los cantos.
La creación de  música como noble respuesta al oprobio es una habilidad afro americana específica: el Jazz, los  Blues, Reggae, Spiritual o Gospel y toda una vasta gama de  músicas de origen africano que pueblan las Américas demuestran el aserto.
En el  culto  al Señor de los Milagros en Lima,  debe investigarse si hubo yorubismo en el Perú, especialmente en las Cofradías,  pasadas luego por  el rasero  de la Extirpación de Idolatrías.
Los afros del Perú, como sucediera  con otros que se asentaron en Brasil, Haití y Cuba, no hicieron sincretismos significativos con la ecuación yorubismo / catolicismo,  porque  fueron inducidos muy temprano a asumir la religiosidad católica  e  incorporarla en su sistema  de creencias.
El Señor de los Milagros es de origen afro, y  reutiliza  el antiguo culto indígena a Pachacamac, el dios / huaca/ santuario/  pan – andino que recepcionó el culto de todas las diferentes identidades pan- andinas  en diversos tiempos y espacios.
Las mujeres afroperuanas se encargaron de mantener la estabilidad de la identidad, y para tratar el susto y el mal de ojos, entre otros síndromes étnicos (o etnosómicos), inventaron los cantos de salud  con ese propósito.
Los cantos  exigieron especializarse y mostrar evidencias  de calidad. Esta realidad hizo que algunas mujeres  desarrollaran  talentos especiales que hicieran la diferencia y adquirieran  prestigio, utilidad y reconocimiento.
La persona asustada o malojeada  llegaba a un recinto no necesariamente acondicionado de un modo singular. Podía ser cualquier espacio.
Pero había otros espacios  con escenografías donde  primaban los colores e imágenes sagradas. Se han registrado en los años ´20  imágenes de vírgenes extrañas ¿Yemayá en  su lado-poder  femenino?
Pero la capacidad de la cantora estaba dada en  el manejo de su voz, as entonaciones,  la improvisación de los versos y personalizando absolutamente su operación  médico/ musical.
Es  importante anotar que las canciones eran inventadas a partir de  las “historias  clínicas”  o “historias de vida” que les narraban los pacientes o  los padres o madres de los pacientes infantes. Una manera de diagnóstico psico-social.
No usaban ningún instrumento musical. Solo el poder la voz y  las palabras. Incluso algunas “inventaban idiomas extraños” que  tuvieran  mayor capacidad de  emotización. ¿O tal vez eran idiomas africanos?
Era una actividad  que necesitaba aprenderse y  las maestras entrenaban a las alumnas en técnicas que excedían los requerimientos musicales, ingresando al campo de la psicología y la cultura.
Se trataba de conocer la lógica de los síndromes y  los contextos que los producían. En esa perspectiva las cantoras  eran artistas, etnomédicas y  trasmisoras  culturales.
Pero se necesitaba de la aceptación de la alumna para ingresar al entrenamiento, que podía ser la hija, sobrina o una familiar, aun cuando no era infrecuente que la alumna no perteneciera a la familia.
En los cantos había de magia, de pedagogía y de medicina y las cantoras que lograron una alta calidad terapéutica fueron líderes  a cuyos servicios recurrían  pacientes de diferentes lugares.
Hubo cantoras y las hay todavía en algunos  valles costeños peruanos, incluyendo Lima. (Hay noticias verificadas de cantoras vigentes hasta los años 6Os  en los Barrios Altos en Lima).
Previo al canto, la mujer recibía del paciente o de la persona encargada del niño o niña, una caracterización que le permitiera ubicar  la etiología del susto o del mal de ojo, de suerte  que la canción se improvisara en función específica de la personalidad dañada.
El nombre y  la historia del paciente formaban  el núcleo desde donde la cantora construía la canción sanadora.
Las palabras y la música eran dichas mirando a los ojos y tocando las  partes del cuerpo afectadas.
Dependiendo de la gravedad del síndrome las sesiones curativas podían repetirse hasta cuando  la enfermedad cedía.
Las cantoras de mayor experiencia y larga trayectoria podían establecer perfiles y  organizar sus canciones en función de ellos.
Las manos de la cantora al ubicarse sobre el cuerpo del paciente  era una forma de  la técnica terapéutica  que modernamente se llama imposición de manos y que practicó también San Martín de Porras.
Actualmente los cambios sociales, las migraciones y  la mestización han ido afectando la continuidad de esta práctica étnica parecida a las realizadas a las Awajun y a las africanas actuales de Sudáfrica.

Actualmente, otras convergencias son prácticamente inexistentes  y  las aproximaciones formales desde las políticas públicas  están en  demorada construcción.
 
En Resumen: las convergencias entre las mujeres Awajun actuales y las Afroperuanas de hace algunas décadas son evidentes. Pero sus divergencias no provienen de sus voluntades: están determinadas en un país insuficiente, invertebrado y de crecimiento asimétrico que   acentúa la diversidad como problema y no como posibilidad.
 
 



(1) Resumen de una ponencia en Austin, Texas( Febrero 2009) sobre el tema de la “exclusión crítica” que asume una serie de investigaciones a mujeres amazónicas, afrodescendientes y discapacitadas y sub-capítulos sobre prostitutas , servidoras domésticas y otros colectivos agredidos cotidiana y  estructuralmente
(*)  La ponencia  original  contiene  reflexiones  sobre el tema referidos a Perú, Bolivia y Ecuador.
(2) Según Octavio Paz ningunear es hacer que el Otro   carezca de valor humano. Es convertirlo en un  No Ser para usarlo.
(3)  Conceptos expresados en una conversación colectiva.
(4) Ver: Marcel Mauss y Claude  Lévi-Strauss.
(5)  Ver otros trabajos del autor sobre la cultura Awajun.
(6)  En el libro “Las Hijas de Nantu desarrollo la crónica del  complejo fenómeno del intento de suicidio de las mujeres Awajun.
(7) Esta aseveración recogida  dentro de los propios pobladores debe ser contrastada y verificada.