ORALIDADES
Autor: Willy Guevara
CANCIÓN DE LA VIDA :
En una
cultura de la Amazonía peruana cuando
una mujer está embarazada las demás mujeres
vienen a buscarla días antes de alumbrar y se internan en el bosque y todas juntas meditan hasta que aparece la canción del niño
que vendrá muy pronto al mundo.
Las
mujeres saben desde sus bisabuelas que cada persona tiene su propia energía
que se expresa en su personalidad y también
que todo ser humano posee su
propia canción que lo seguirá a lo largo
de su vida como un himno guía.
Cantan
todas las canciones que su memoria les alcanza,
colocando sus manos sobre el vientre de la gestante, y poco a poco todas van
sintiendo cuál será la canción que le corresponderá al nuevo ser.
Luego
retornan a la comunidad y cantan la
canción del niño por nacer a todos los habitantes que sabrán que esa melodía
será como la huella digital que
identificará al nuevo habitante.
Cuando
nace el niño, la comunidad se junta y le cantan su canción. Él tendrá que
aprenderla apenas pueda y hacerla suya
y puede
recitarla como una oración cuando está solo o trabajando o cantarla en las fiestas.
Precisamente
en las celebraciones colectivas todas
las mujeres y varones cantan sus canciones que no siempre tienen el mismo ritmo
y es frecuente que inventen bailes a partir de ellas, de modo
que existe una gran variedad de tonos y
danzas.
Le
llaman la canción del ser o la canción de la vida y se confirma comunitariamente en fechas
importantes: cuando la persona comienza su educación, cuando empieza su
adultez, durante su enamoramiento y al momento de su matrimonio.
En esa
cultura amazónica las canciones están
presentes todos los días a cualquier hora del día y de la noche, junto a las
labores de caza, pesca, cultivos y recolección de frutos en el bosque.
Pero
la canción del ser o de la vida tiene muchas otras funciones:
Si en
algún momento durante su vida la persona comete una falta social o un acto censurable, la llevan al centro del poblado y
la gente de la comunidad forma un círculo a su alrededor y le cantan su canción
para recordarle que se ha desviado de su música guía.
La comunidad
reconoce que la corrección para las conductas antisociales no es el castigo sino el amor y el recuerdo de
su verdadera identidad señalada en las canciones.
Cuando
reconocen su propia canción permanentemente ya no tienen deseos ni necesidad de
hacer nada que pudiera causar daño a otros.
Los amigos conocen la canción del amigo y se la
cantan cuando cumple años o cuando viaja para no olvidarlo.
Las
reglas que la cultura siempre tiene presente dicen: Aquellos que te aman no
pueden ser engañados por los errores que cometes o por las oscuras imágenes que
muestras a los demás cuando estás enfermo. Todos recuerdan tu belleza cuando te
sientes feo. Tu totalidad cuando estás quebrado. Tu inocencia cuando te sientes
culpable y tu propósito cuando estás confundido.
Finalmente,
cuando el alma va a irse de este mundo, la familia y amigos se acercan a su
lecho final e igual que para su nacimiento, le cantan su canción para
acompañarlo en la transición a otros mundos.
Y para
no olvidar a la mujer o al hombre que ha partido para siempre cantan la canción
que le perteneció en vida apenas lo recuerden.
LOS ANEN:
En
otra cultura amazónica, en tiempos antiguos, un hombre llamado Kaji marchó al
bosque a cortar leña para sus dos mujeres, porque era costumbre la poligamia,
es decir, tener más de una mujer, con lo cual estaban de acuerdo lo varones
pero no las mujeres y eso les creaba muchos malestares.
En esos
tiempos, una de las mujeres, Yunuik, se había propuesto destruir la poligamia y
que los varones aprendieran a amar a una sola mujer. Ella había inventando un
hechizo y se puso hablar como el (ave)
guacamayo:
-¡Regresa Kaji! -Le habló como guacamayo- Yo te amo
pero tú no sabes amar, estás con dos para tener poder pero nos haces
sufrir…debes cambiar porque cuando seas anciano ninguna querrá cuidarte porque no sabrás quién te amo más….
Kaji
escuchó al guacamayo y se dijo: “Es
Yunuik que me quiere vencer, pero no le haré caso a un guacamayo”…
Cuando
volvió Kaji con la leña se hizo el desentendido mientras Yunuik lo miraba de
reojo. La otra esposa, Filia, parece que estaba contenta con su situación y
lo atendía en todo.
Pero
Yunuik no se ponía celosa porque ese sentimiento podía cerrarle el
entendimiento e impedirle su estrategia de destruir la poligamia.
Filia
le daba yuca cocida y peces ahumados a
Kaji mientras Yunuik recordaba su magia para continuar en su empeño de cambiar el corazón
del polígamo.
Al día
siguiente Kaji salió al bosque a cazar y
Yunuik usando su magia le habló con la
voz del mono Tsejem:
-¿Cómo
puedes vivir con dos mujeres a quienes no amas de verdad? ¿No te da pena
hacernos sufrir?
Kaji
escuchó el mensaje y se dijo:
-Esa
Yunuik me quiere cambiar…no sabe que
los guerreros somos así…que es costumbre
que no se puede cambiar….
Entonces
Yunuik hizo que un coro de monos Tsejem repitieran el mismo mensaje y los vientos de los árboles de movieron como en una tempestad.
Kaji
sintió temor, pese a decirse guerrero y valiente, sintió que su
corazón quería cambiar, pero más pudo su machismo y montó en cólera y volvió a
casa corriendo con ganas de rezongar a
Yunuik...
Pero
ella que
tenía la magia de las mujeres amazónicas lo esperaba tranquila, sentada
en el portal de la Maloca
(casa de hojas de palmeras y madera).
Al
llegar corriendo el hombre vio en los ojos de Yunuik algo extraño y poderoso.
No era brujería ni nada malo. Solo el poder de una mujer que quería el amor. Quedó paralizado largos
minutos. Finalmente dijo:
-¿Por
qué me hechizas? No eres bruja, no hay mujeres brujas acá…
No te
hechizo- dijo Yunuik dulcemente- solo quiero cambiarte y acabo de inventar los cantos de amor mágico
para enseñar al hombre el amor y la fidelidad...
-¿Cantos
de amor mágico?-Se sorprendió el hombre-
¿Qué es eso?-
-Ya lo
sabrán todos los hombres y sobretodo los guerreros que practican la poligamia…espera… el tiempo de
las mujeres alcanzará al de los varones.
Las mujeres
consiguieron una manera mágica para
introducirse en el corazón del hombre
y cambiarlo.
Los
Anen femeninos destruían la
poligamia y propugnaban la monogamia
y sus componentes de fidelidad,
dignidad y amor. Servían además para administrar su comunicación
con las mujeres míticas Nugkuis,
las manejadoras de la ecología y los
alimentos.
Los
guerreros no podían enamorarse porque
ese estado afectivo los debilitaba según su lógica. No se concebía a un
guerrero enfermo y tampoco enamorado.
Amar era lo anti-guerrero.
Una vez visualizado el corazón, la mujer
se concentraba y
le susurraba versos de amor y
fidelidad recitados como poemas.
Eran
como correos electrónicos dirigidos directamente al corazón del guerrero.
El
mensaje era reiterado, reflexivo, descriptivo, absolutamente lírico, con una
lógica evidente de transformación.
Un
Anen bien expresado establecía cadenas de mensajería y convertía en sus herramientas de
comunicación a las aves, al
ruido de los follajes, a los
silencios de la floresta, a los vientos, las aguas, toda la ecología y la naturaleza: órdenes femeninos en
poder de las mujeres míticas
Nugkuis.
Las
mujeres usaron los Anen para otros fines también: abono mágico de sus
plantas; preparación del masato( jugo de yuca); manejo de los recursos naturales; mantener la salud de sus hijos y
curar una serie de enfermedades
y hasta para entrenar a los perros para la caza.
Jamás
la mujer cantó Anen para destruir al
guerrero. Eso prueba que su intento era
de transformación y amor y no de destrucción.
Las
mujeres manejaban la naturaleza y la vida y los guerreros administraban la guerra y la muerte y los
Anen pretendieron transformarlos.
Esa
gesta femenina todavía no ha terminado y
aún siguen haciendo Anen para que
los varones sean mejores y aprendan a
respetar a las mujeres.
NUGKUI
Al
principio, los primeros habitantes padecían mucha hambre y solo comían topa (una forma de palmera
silvestre) que ingerían raspando sus cáscaras.
Sucedió
cierta vez que una mujer estaba subiendo por un pequeño río quebrada arriba
para ver qué cosas había por allí.
Vio
que por el agua bajaban unas hojas de
yuca y otras hortalizas.
-¡Oh!
– Dijo en voz alta- ¡ahí tienen yuca!
Después
de chupar las hojas, subió más arriba y vio a una mujer con su hijita que
después de bañarse estaban pelando yucas.
La
mujer les dijo:
-Dame
yuquita, por favor… ¡me muero de hambre!-…Nosotros no tenemos alimentos, por
favor danos alimentos…
La
mujer era una Nugkui, es decir, pertenecía
a la clase de mujeres que vivían en los
bosques organizando la naturaleza y vivían en el subsuelo, debajo de los
bosques.
La
mujer Nugkui dijo a la mujer:
-No,
mejor llévate a mi hijita la Niña Nugkui
para que les enseñe a cultivar alimentos…
La
mujer se llevó a la
Niña Nugkui hacia la comunidad donde vivía
con su gente.
Al
entregarla, la mamá de Nugkui la instruyó bien sobre lo que tenía que hacer:
-Cuando
estés sentada tienes que decir:
-¡Que
haya mucha yuca amontonada en los rincones!
-¡Que
aparezca masato en las tinajas!
-¡Que
las abejas zumben alrededor del plátano bien maduro!
-¡Que
venga carne cocinada, que aparezcan carnes de paujil y de mono ahumado!
Y al
decirlo se cumplía exactamente lo
que decía.
Toda
la gente estaba maravillada y le preguntaban a la mujer- ¿De dónde has
traído a esta niña que hace crecer los alimentos con solo
hablar?...
-Es la
Niña Nugkui , hija de una de las mujeres
Nugkui que sabíamos de oídas pero que
jamás las habíamos visto…las encontré caminando
aguas arriba…en las montañas…
La
comunidad tuvo los alimentos que nunca conoció y vivían
bien y así pasó mucho tiempo.
Cierta
vez, la mujer que la trajo a la comunidad le dijo-Vamos a salir- quédate en la casa. La Niña Nugkui quedó sola
en la casa con el hijito de la familia que era bastante necio.
El
niño dio vueltas en torno de la Niña Nugkui
y la miraba extrañamente hasta que le dijo:
-Tu
que haces que todo aparezca ¿Por qué no haces que venga el Iwanch? (animal de
monte).
-Si
llamo al Iwanch, vas a tener miedo- le respondió la Niña.
-Entonces
llama a un jaguar- insistió.
-Vas a
tener miedo del jaguar- replicó.
-¡Llámalo
pues! ¡Te ordeno!
-¡Está
bien! ¡Que venga un jaguar! Cuando estén aquí te asustarás y querrás que
regresen.
Aparecieron
unos tremendos jaguares y entonces el niño necio muy asustado le dijo:
-¡Que
se regresen los jaguares!
El
muchacho volvió a insistir:
-¡Llama
al Iwanch!
-Si
llamo al Iwanch, vas a tener miedo, ese no se regresa.
Seguía
insistiendo el muchacho y empezó una
pataleta:
-¡Está
bien pues! ¡Que aparezcan Iwanch por todos los rincones… cuando los veas aquí,
querrás que los haga regresar!
Entonces
aparecieron los Iwanch.
-¡Di a
los Iwanch que se regresen!
No
querían irse los Iwanch.
-¡Manda
a los Iwanch que se regresen!- Gritó asustando el niño necio.
No se
iban.
-Ya te
dije lo que iba a pasar si los llamaba- dijo sonriendo la Niña Nugkui.
-¡Rápido,
bótalos afuera!– le repitió, y agarrando un puñado de ceniza, ¡puet! le llenó
los ojos de ceniza.
Llorando
mucho, la Niña Nugkui
se trepó a la viga de lo alto de la casa y todos los alimentos de las chacras
se volvieron raquíticos.
Al ver
esto, los papás, que estaban en la chacra, dijeron:
-¿Qué
es lo que está ocurriendo?
Los
camotes se cambiaban… todo era un caos…algo andaba pasando en la casa con la Niña Nugkui.
Fueron
corriendo a la casa. Al llegar vieron que allá arriba estaba la Niña Nugkui llorando.
-¿Qué
ocurre?– preguntaron.
-Tu
hijo me malogró los ojos con ceniza...
Riñeron
al niño necio, y después, viéndola allá arriba, querían hacerla bajar. Cortaban
los palos con el hacha. Entonces Nugkui habló:
¡Guayaquil,
(árbol muy grande) guayaquil recíbeme!
¡Quiero
ir a comer en el regazo de mi mamá!
Entonces
el pilar central de la casa se transformó en un gran guayaquil.
¡Tum,
tum, tum!- golpeaba el hombre con su hacha. Iban ya a chaparla.
-¡Ay,
ay, ay...!- casi la agarraban. ¡Tuúnt! Golpeaba al guayaquil.
Entonces
la niña desapareció dentro del guayaquil. Cortaron el guayaquil pero no había nadie…parece
que era el modo en las Nugkuis bajaban
hacia el subsuelo, a sus mundos naturales.
Todos
los habitantes estaban asustados y empezaron a repetir los conjuros que hacía la
Niña Nugkui pero no hacían efecto.
Los
alimentos desaparecieron y más bien los
Jaguares, los Otorongos y demás animales de la selva aparecieron y se quedaron
para siempre.
Habían
fallado a la confianza de las Nugkuis. El
camote era mezquino, los plátanos eran mezquinos.
Así
pasaron los años, hasta que una madrugada aparecieron muchas Nugkuis y les dijeron a los
pobladores:
-Ustedes
tienen la culpa, no respetaron a la Niña Nugkui , pero vamos a darles otra
oportunidad, así que siéntense en
círculo todas las mujeres que son las
que manejan las chacras y aprendan nuestros conjuros...
Las
mujeres aprendieron las palabras para cultivar los alimentos y desde entonces
son amigas de las mujeres Nugkuis y las adoran por su sabiduría y nobleza.
EL DAPU:
Fue
una enfermedad muy singular que atacó a las mujeres principalmente y a los
niños en segundo lugar.
Eso
sucedió en otra cultura amazónica cuando se juntaron en las comunidades
familias que no se conocían entre sí y no sabían cómo entrar en confianza.
El
Dapu fue una enfermedad simbólica más que producida por un virus o un accidente. Las
mujeres se auto contagiaban de Dapu diciendo:
-Estoy
enferma de Dapu...
La
única manera de curarse era recurriendo a otras mujeres que habían padecido de
Dapu y que se habían curado sin necesidad de medicinas ni de curadores.
En
realidad el Dapu era un pretexto para ir por toda la comunidad buscando qué
mujeres habían padecido de Dapu, sobretodo entre aquellas familias que no
conocían y querían hacer amistad.
Cuando
hallaban a una mujer que se había curado de Dapu le pedían la receta y entonces
las mujeres se hacían amigas.
El
Dapu era una enfermedad que no mataba y no
tenía síntomas y en verdad fue un
intento para concitar cariño de las nuevas familias.
EL FUEGO:
Antiguamente
no exista la candela y por eso nuestros bisabuelos
sufrían de hambre y se enfermaban y hasta llegaban a morir.
Entonces
un día una persona llamada Jempe se
transformo en ave y salió de su casa en busca de candela.
Había
una familia que se llamaba Taketake. Esta familia si tenía el fuego( candela) pero eran egoístas y no querían compartirlo con
nadie.
El
señor que salió transformándose en Jempe se mojó en el río y llegó a la
comunidad de los Taketake
e hizo como que se moría de frío.
Las señoras
Taketake lo vieron
y lo llevaron a su casa y lo pusieron junto al fogón con candela para que se seque y se le pase el
frío.
Pero
el señor Jempe escuchó a las señoras Taketake que una vez que esté seco se lo
comerían.
Jempe
apuró su secado y a propósito se quemó
la cola y así ardiendo voló hasta su
comunidad y repartió el fuego a todas las casas.
LAS RATAS BUENAS:
Antiguamente las mujeres no sabían dar a luz y cuando se
embarazaban los esposos las mataban para
sacar al bebe.
Si
sacaban a un niño no le daban mayor importancia y hasta podía morir, pero en
cambio si sacaban a una niña hacían todo lo posible para hacerle crecer y luego
cuando ya pasaba el tiempo el padre la hacía casarse con el hijo de la familia más
poderosa.
Las
mujeres eran para conseguir prestigio,
riqueza y poder a través del matrimonio.
Así
vivieron por muchos años hasta que una vez una mujer que estaba embarazada
fue mandada por el esposo a la chacra a
comer maní porque ya le quedaban pocos días para que la matara y le sacara del vientre al niño o niña.
Ella
llegó a la chacra y comió maní llorando y llorando. De pronto llegó la familia
rata con sus hijos y sus crías y le
preguntaron por qué lloraba tanto. La mujer le confesó que su esposo la mataría para sacarle el bebe y
no sabía qué hacer ya que no sabía dar a luz.
Mientras
que la mujer conversaba con las ratas su
esposo estaba preparando materiales como bambú, un hacha y le sacaba filo para
que cuando llegara la mujer la matara.
La mujer
seguía llorando y la rata le dijo, yo que soy una personita pequeñita tengo un montón de hijos y tu siendo tremenda persona no puedes tener tu bebe.
No te
preocupes, yo te ayudaré y te enseñaré a dar a luz. En ese lapso, la mujer
había cumplido con sus meses de embarazo y ya tenía que dar a luz y
empezó a sentir los dolores.
Las
ratas la atendieron y la mandaron a su casa muy contenta con su bebé. El hombre
al verla entró en cólera muy grande. Ella le contó que las ratas le enseñaron a
dar a luz.
El
hombre dijo, bueno, ya no hay nada que hacer, como descubriste la manera de dar
a luz se sacó los senos y se los puso a la mujer en su pecho.
Antes
los hombres llevaban los senos.
Desde
entonces las mujeres tuvieron senos y aprendieron a dar a luz.
LAS PRESENTES ORALIDADES FORMAN PARTE
DE UN LIBRO EN CONSTRUCCIÓN DONDE
PREDOMINAN LAS NARRACIONES AMAZÓNICAS.
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